Análisis de Valkyrie Elysium - Un cruce entre Bayonetta, Devil May Cry y mitología nórdica
Discthor Elysium.
Hace no demasiado estaba pasando el rato mientras miraba la archiconocida red social del pájaro cuando, de repente, alguien hizo llegar a mi feed un post que me dejó de piedra. ¿Lo habéis visto ya? Bien, prosigamos entonces. Si dejamos a un lado las casi con toda seguridad encomiables intenciones de estos Tesla contemporáneos, la cruda realidad es que, a fuerza de intentar darle un giro de ciento ochenta grados a nuestro panorama, terminaron ofreciendo soluciones que llevaban entre nosotros una eternidad. Y todo por lanzarse a la aventura de crear desconociendo a los clásicos. En ocasiones, esto también sucede con los videojuegos; este mundo ha visto nacer, crecer y estamparse a no pocos títulos cuyas propuestas enmascaraban, tras mil filigranas, una falta de comprensión de algunos de los preceptos más básicos de su propio medio.
Valkyrie Elysium es, por el contrario, un título que, sin intentar reinventar nada, ofrece una experiencia sólida como una roca.
Desarrollado por Soleil para Square Enix, Valkyrie Elysium es, como todas las obras magnas del género al que pertenece - el hack and slash -, un juego cuyo argumento cabe con holgura en un ticket de compra: Odín, malherido tras la cruenta batalla entre Niflheim y Asgard, se recupera de sus heridas sentado en el trono de Asgard cuando escucha el rugido de Gjallarhorn, mítico cuerno destinado a anunciar el Ragnarok. Sabiendo que el ocaso de los dioses se acerca, su último intento por subvertir tan oscura profecía será insuflar vida a una valkiria para que purifique las almas perdidas en Midgard y evite la destrucción del mundo. Pero sin presión, eh.
Y esa valkiria, de nombre Valkiria - no, no me lo estoy inventando -, será la protagonista de una aventura en la que, ya desde los primeros compases, tendremos que purificar almas conforme a la mitología nórdica. Esto es: a espadazo limpio. Una mitología nórdica que, no obstante, se nos presenta pasada por un peculiar filtro japonés y que, como resultado, arroja unos impactantes cambios. Desde los estéticos, con Odín, Valkiria y su Asgard presentando un aspecto regio, místico y solemne muy alejado de la espartana, brutal - y estereotípica - representación vikinga, hasta los funcionales, que pasarán por ofrecernos una progresión y un sistema de combate que, por fortuna, bebe directamente de clásicos incontestables como Bayonetta o Devil May Cry.
Y es que, ya que vas a sacar la libreta de tomar apuntes, lo suyo es tener un ojo puesto en los alumnos más aventajados del género. De ahí surge, pues, un sistema de combate inmediato y ágil en el que nuestra Valkiria irá añadiendo, de forma paulatina, más y más movimientos. Todo ello, claro, con el objetivo de aumentar nuestra diversión, la complejidad de sus sistemas y la variedad de las galletas que repartiremos sobre la mesa. Así, la práctica totalidad de habilidades que se podrían esperar de un buen hack and slash tendrán hueco, tarde o temprano, en el repertorio de movimientos de nuestra nórdica protagonista. No obstante, al comienzo de la aventura no andaremos escasos de recursos. Esquiva, hechizos, un número respetable de combinaciones y, sobre todo, el polivalente gancho - en realidad es como un anclaje místico asgardiano o de Thor o Jormungand, algo así - serán herramientas más que suficientes como para despacharnos a los no muertos que nos salgan al paso con garantías. Y diversión, porque la versatilidad de las combinaciones, las sinergias que surgirán entre ellas y el resto de habilidades y la facilidad con la que podremos emplear todos estos ataques desembocarán en una evidente invitación a experimentar con todos los sistemas a nuestra disposición.
Pero no se quedará ahí la cosa. Conforme avancemos en nuestra peregrinación a lo largo y ancho de Midgard no solo encontraremos anónimas almas que expurgar en dirección a Niflheim, porque algunas se resistirán a abandonar la tierra a la que estuvieron vinculadas en su tiempo, dejando atrás vívidos recuerdos. Cuando esto suceda, tendremos que recopilar esa suerte de reliquias que les vinculan a la zona que estaremos explorando. Una vez las consigamos podremos eliminar a la presencia oscura que los aprisiona y, finalmente, ofrecerles luchar a nuestro lado como un héroe merecedor del Valhalla, un Einherjar. Al margen de toda la épica y la estética que esto conlleva, cada uno de los cuatro Einherjar llevará asociado un poder elemental - electricidad, fuego, sagrado y hielo - que, como es lógico, afectará a los enemigos débiles a esa fuente de energía. Y si bien cuando hayamos reclutado a todos nuestros héroes es posible que nos veamos tentados a invocarlos a todos solo porque podemos - barra de invocaciones mediante -, pronto nos daremos cuenta de que Valkirie Elysium fomenta el uso y no el abuso de esta mecánica, prefiriendo una detenida observación de las debilidades de los enemigos y el ataque certero, so pena de vernos inmiscuidos en un sindiós de rayos, fuego, luz, destrucción y espadazos del que no entenderemos absolutamente nada.
La suma de todos estos factores arroja un resultado realmente satisfactorio. Valkyrie Elysium tiene realmente claro, desde el primer instante, cuál es su punto de partida y a dónde quiere llegar. Tanto es así que no se desvía ni un milímetro de su propósito para andarse por las ramas en el diseño de sus niveles - muchísimo más directos de lo que podría parecer en un vistazo casual -, de sus enemigos - que recurren, en no pocas ocasiones, al viejo truco de utilizar el mismo modelo pero con otro color y distintas resistencias - o de la progresión de nuestra heroína y su armamento. Hay minúsculas pinceladas de JRPG en este apartado, separando defensa de ataque y apoyo, pero cuando tras y durante los combates se nos hace partícipes de una lluvia de gemas empleadas para evolucionar a Valkiria y sus espadones, es complicado percibir las líneas rectas de sus árboles de mejoras como un progreso que requiera gran estrategia.
En conclusión, Valkyrie Elysium es un título de ideas claras y sólida ejecución. Cimentando su sistema de combate en unas bases de probada solvencia, sus enfrentamientos son ágiles, divertidos y repletos de posibilidades. Todo esto no significa que Valkyrie Elysium no tenga sus problemas, más bien al contrario: una cámara que se toma los márgenes del área del combate como los suyos propios, misiones que parecen calcadas entre sí o la ya mencionada superpoblación visual de algunas batallas son detalles que bien podrían haberse evitado para ofrecer una experiencia mucho más redonda. Sin embargo, el incesante ritmo de combates - y la fiereza de los mismos - que las aventuras de Valkiria ponen a nuestra disposición compensan con creces las aristas de un título que no reinventa nada ni lo pretende en absoluto. Y, en ocasiones, esto es justo lo que nos hace falta.