Análisis de Warhammer 40.000: Darktide - Un Left 4 Dead de Warhammer 40K
Pelotón de Castigo.
Me gusta pensar que aprovecho las introducciones de estos textos para colar, unas veces de rondón y otras con más conocimiento de causa, pequeñas inquietudes que enlazarán el casi inabarcable mundo del videojuego y el título que vamos a traernos entre manos. Dicho esto, a nadie sorprenderá la afirmación de que la inmediatez reina con escasa oposición a la hora de dedicarle análisis - o críticas o reviews… elegid la fórmula que más os guste - a un título de reciente aparición en el mercado. Sin embargo, hay ocasiones en las que tomarse las cosas con calma u observar con detenimiento la evolución de una propuesta pueden jugar a nuestro favor a la hora de formarnos una opinión, sobre todo si nos enfrentamos a títulos que, bien por su naturaleza, bien por sus aspiraciones a largo plazo o bien por haber visto la luz de forma precipitada, pueden no salir bien parados en las distancias cortas.
Esto ocurre, especialmente, si nos enfrentamos a títulos como Warhammer 40.000: Darktide.
Desarrollado por Fatshark, estos veteranos de los títulos de Warhammer - como demostraron con sus dos entregas de Vermintide - dan el salto a la versión del cuadragésimo primer milenio, donde, como todo el mundo sabe, solo hay guerra. Y aunque el Dios Emperador, confinado en su trono, protege a toda la humanidad del Caos y los Xenos, no siempre sus gloriosos y dorados rayos de justicia y bendición llegan a todos los rincones del vasto Imperio de la Humanidad. Allí donde su magnífica benevolencia no alcanza, llegan los bólters de los Adeptus Astartes, las innumerables filas del Astra Militarum y, en última instancia, una Inquisición que siega cual guadaña la mínima manifestación de herejía dentro de las filas del Imperio.
Dichas filas incluirán las Ciudades Colmena, que será donde radiquen las desventuras de nuestros personajes de Darktide. Y, de forma más concreta, en la Ciudad Colmena de Tertium, un enclave cuyos recovecos más oscuros ven como, poco a poco, las fuerzas del Caos ganan terreno.
Y, a partir de aquí, entraremos a formar parte de los pobres desgraciados que intentarán mantener a raya las hordas del Caos y, por tanto, tendremos que enfrentarnos a nuestras primeras decisiones. Como es lógico, una de ellas será crear a nuestro personaje y elegir su clase. Al margen de ir delimitando unos trasfondos íntimamente relacionados con el universo de Warhammer 40.000, tendremos que decidir en qué tipo de jugabilidad nos encontraremos más cómodos. Si bien Darktide es, a fin de cuentas, un FPS cooperativo de aniquilar hordas de seguidores del Caos a filo y plomo, los diferentes arquetipos ofrecerán soluciones distintas y complementarias al problema de qué hacer con esos veinte adoradores de Nurgle que vienen a destriparnos. Es fácil percibir que, de las cuatro clases disponibles, dos caen en el ámbito de la vanguardia y dos en el de la retaguardia. Con sus rifles láser, la precisión de su apuntado y sus granadas, el veterano de la Guardia Imperial está cómodo disparando desde la lejanía para apoyar las embestidas del Ogrete, sus rescates aguantando embates sin fin o los martillazos de un Zelote caído en desgracia mientras el Psíquico se concentra en hacer estallar las cabezas de los objetivos más peligrosos o lanza oleadas de energía que derriban a todo aquél que se cruce en su camino.
No obstante, a la hora de afrontar las misiones, no existirá mayor limitación que la de cuatro integrantes por escuadra, así que cabe la posibilidad de que, por ejemplo, tres ogretes con gusto por el combate cuerpo a cuerpo compartan hangar con un único tirador que verá como la mira de su rifle está bloqueada cada dos por tres por un grupo de mostrencos con ganas de jarana. O viceversa, en cuyo caso pasaremos a experimentar una perpetua - y divertida - carrera a la caza de munición, puesto que si bien las estaciones de curación dispersadas a lo largo de los niveles contendrán una carga por miembro de la escuadra, no se puede decir lo mismo de los pertrechos de guerra, que se encuentran dispersados por cualquier recoveco con contenido variable y limitado: el primero que lo coja se lo queda.
Más allá de estos pequeños apuntes que quizá sean anécdotas, las misiones de Darktide no revisten una gran complejidad. Con unos objetivos muy concretos - asesinar a un líder de la horda caótica, reiniciar un manufactorum o extraer datos de una ubicación -, la dinámica más habitual consistirá en eliminar chusma del Caos sin piedad alguna, ya sea con nuestras armas a distancia o cuerpo a cuerpo, hasta llegar a la zona del objetivo principal. Por el camino, es posible que tengamos que cumplir pequeñas tareas - reiniciar mecanismos o investigar localizaciones con el Auspex - e, incluso, puede que aparezcan, de forma aleatoria, monstruosidades como huéspedes demoníacos o entidades corrompidas por Nurgle que nos pondrán en más de un aprieto.
Llegados a este punto, conviene señalar que el hecho de que Darktide indique que nuestra arma principal es la de cuerpo a cuerpo es uno de los motivos de la brutalidad de su gameplay. Si bien las armas de fuego poseen una contundencia incontestable - solo hace falta manejar el bólter o controlar a un ogrete para constatarlo -, lo cierto es que gran parte de las escaramuzas, y la satisfacción que extraeremos de ellas, vendrán marcadas por los cortes de los filos, las hostias de los martillos y las revoluciones de las espadas sierra. Y es que si a una medida escasez de munición le sumamos la contundencia de ambos tipos de armamento, la tendencia de los enemigos a abrumarnos y un sistema de combate diseñado con gran precisión, el resultado es un vaivén constante entre enfrentamientos a distancia y tortas a cara de perro que favorecen un gameplay variado, intenso y divertido.
Ahora bien, dentro de lo que es un núcleo jugable sólido, se pueden observar un buen puñado de aspectos a mejorar. Dejando a un lado las asperezas técnicas anteriores a su lanzamiento - y no fueron pocas: crasheos, ray-tracing activado por defecto sin indicarlo en las opciones, rendimiento inferior a la beta… -, el número de misiones incluidas en el momento de su lanzamiento se antoja escaso, sobre todo si tenemos en cuenta que para llegar al nivel máximo es necesario repetirlas un buen puñado de veces. Del mismo modo, y quizá por su vocación de asemejarse a títulos con un componente más social como, por ejemplo, Destiny 2, Darktide incluye una ubicación que hace las veces de hub y que contiene NPCs que mejoran nuestro equipamiento, no sin antes exigirnos condiciones draconianas, presentarnos un stock limitadísimo o emplear moneda premium para elementos puramente cosméticos.
En cualquier caso, Darktide es un FPS cooperativo cuyos cimientos contienen los suficientes elementos para garantizarnos un buen puñado de horas de diversión. Su combate brutal y lleno de adrenalina se desarrolla en torno a unos niveles que contienen toda la oscuridad y decaimiento propios del cuadragésimo primer milenio. Si bien es cierto que un repertorio más amplio de niveles aplacaría la sensación de repetitividad que puede surgir cuando ya hemos pasado un tiempo extenso en la Ciudad Colmena de Tertium, no lo es menos que quizá más adelante Fatshark siga ampliando y puliendo la propuesta y el paso del tiempo juegue a su favor.