Análisis de Hitman: Absolution
Infiltrados.
Cuando probé Hitman: Absolution por primera vez, en el pasado E3, me pareció muy exigente. Cogí el mando, sin ningún tipo de ayuda o tutorial previo, y me encomendaron la misión de cargarme a un jefe mafioso en Chinatown. Vale, fácil, el tipo está en el centro. Me acerco, saco la pipa, apunto a la cabeza y pam, c'est fini, objetivo cumplido, pensé, mientras cientos de policías me rodeaban antes de comenzar a tirotearme. A pesar de que intenté esconderme, luchar contra ellos o camuflarme entre la gente la cosa nunca salía bien.
Cuando he podido jugarlo con algo más de calma me he dado cuenta de que eso, como en todos los anteriores Hitman, va en dirección a la filosofía de Absolution. Han mantenido esa base de sigilo -bien- en vez de pasarse a una acción más alocada. Hay mil formas de resolver esa situación; podemos acabar con él con un rifle de francotirador desde lejos, podemos adulterar la droga que tomará, esperar a que pase por un callejón estrecho… todo se reduce a explorar el escenario, observar cómo se comporta el objetivo y saber atacar en el momento justo. La acción sin contemplaciones funciona, pero solo a veces.
Hitman: Absolution es pura infiltración, penaliza el ir a saco y nos ofrece muchas posibilidades a la hora de cumplir los objetivos. Si nos sentimos perdidos a la hora de abordar una situación podemos consultar una serie de desafíos, en el menú, que nos orientan con varias posibilidades a nuestro alcance -aunque el trabajo será tuyo para conseguirlo, que no es nada fácil.
Tenemos una vista especial que se activa con uno de los botones superiores que nos marca en amarillo todos los elementos hostiles y en rojo los objetivos. Los vemos también a través de la pared e incluso podemos llegar a predecir qué ruta harán. Si estamos en un lugar público nos será fácil pasar desapercibidos: simplemente tenemos que guardar el arma y actuar de forma sensata. Si te pones a correr, por ejemplo, despertarás las sospechas de los enemigos. En las zonas hostiles la cosa cambia, y hay que evitar ser visto o vendrán a por ti. Si tu exposición es alta los malos comenzarán a avisarse entre ellos y quedarás totalmente vendido.
El Agente 47 se puede disfrazar de prácticamente todo; muchas veces encontramos ropa por el escenario y otras podemos coger prestada la de los objetivos que eliminamos o noqueamos. Está muy bien llevado, esto. Si te vistes de policía, por ejemplo, los demás agentes sospecharán de ti -porque no te conocen, no te han visto antes, y querrán decirte algo - y deberás ser cauto y pasearte por delante de sus narices. Todos los demás personajes, en cambio, mostrarán respeto y te permitirán acceder a donde sea porque, claro, a sus ojos eres un agente de la ley. Pero ¿y qué pasa si lo que queremos evitar son los polis? Pues tenemos la opción de buscar más disfraces de los que no sospechen o apostar por ir de esquina en esquina rezando para que no nos vean.
La historia de Absolution, bastante regulera, nos lleva de viaje para rescatar a una chica a la que han raptado y con la que tenemos un vínculo especial. El Agente 47, bastante cabreado, tendrá que ir como un rodillo aplastando uno a uno a todos los protagonistas de la trama criminal. Cada misión se centra, pues, en un objetivo principal -o en varios- y con localizaciones bastante diferentes, como locales nocturnos, armerías, laboratorios secretos y hasta espectáculos de lucha libre.
Lo mejor y más gratificante es, sin duda, el descubrir esa forma espectacular y silenciosa de mandar a alguien a la habitación del sueño. El proceso, sin embargo, se puede convertir en algo demasiado tedioso. Depende de los escenarios. Los puntos de guardado están prefijados, y a veces puedes hacerlo todo muy, muy bien y por algún descuido te descubren al final y venga, a repetirlo de nuevo. Y en ocasiones no es rápido ni ágil. Muchas veces tienes que esperar detrás de sofás o paredes durante varios minutos para que los enemigos sigan su camino y despejen la zona, o interactúen con determinados ítems. Si se hubiese incorporado un mejor sistema de guardado Hitman: Absolution nos hubiese hecho la vida más cómoda. Entiendo que para los niveles de dificultad elevados -que son MUY exigentes- no se aplique, pero para los intermedios nos ahorraría algunos enfados innecesarios.
Al final de cada nivel puntúan cómo lo has hecho -y premian el sigilo y el ir directo al grano, claro. Es imposible conseguir todos los ítems en cada partida, o completar los distintos desafíos que ofrecen; el juego está pensado para que vuelvas a jugar todas las pantallas y experimentes con todas las opciones que te proponen.
El modo Contratos, lo más parecido al multijugador de Hitman: Absolution, son una serie de misiones sueltas en las que puedes elegir cómo ir armado y vestido y que te marcan unos objetivos y salidas. Entra, mata y escapa. Cada uno tiene sus normas imprescindibles (mata solo al objetivo, que no te detecten, etc) y objetivos secundarios que te dan más puntos (no te cambies nunca de disfraz, que no te detecten…).
Lo más chulo de todo es que tú también puedes diseñar tus misiones. Y sin editores demenciales de por medio: tienes que completarlos para poder crear la misión. Te sueltan en un escenario y marcas a quien quieres matar -pueden ser varios-. El juego monitoriza tus acciones y, si consigues escapar con vida, sacará de ahí una misión en la que recompensará a otros jugadores por hacer lo mismo que tú. Luego puedes compartirla con tus colegas asesinos o, directamente, con todo el mundo. Evidentemente también puedes jugar pantallas hechas por los demás.
Hitman: Absolution brilla como uno de los mejores juegos de infiltración del año en esos momentos de satisfacción máxima en los que todo sale bien; cuando aprendes cómo va te sientes muy cómodo con él. La adrenalina de los momentos anteriores a llevar a cabo tu plan -¿saldrá bien? ¿será un desastre?- la recordarás durante bastante tiempo. Es una pena que los escenarios sean tan pequeños y que el sistema de guardado se empeñe en desesperarnos y a repetir una y otra vez cosas acciones innecesarias. A pesar de esto, es de esos típicos juegos fáciles de recomendar. Quizás no tenga el carisma o la entidad de otras superproducciones pero, desde luego, es capaz de ofrecerte esas dosis de diversión a las que volverás de vez en cuando.