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Kinect Adventures

El peor de los comienzos.

Los títulos de lanzamiento deberían dejar claro qué puede ofrecer una plataforma. Wii lo hizo con Wii Sports: mostraba las limitaciones de la máquina pero, también, y he aquí lo más importante, magnificaba sus virtudes. Tenía cinco juegos hechos y elegidos con mimo y que enseñaban qué podía hacer la consola. Y eran divertidos a rabiar.

Kinect Adventures es todo lo contrario y falla en estos dos propósitos. Primero porque como demo técnica es muy regular y, segundo, porque como juego no merece la pena.

Hay cinco pruebas que se repiten con pequeñas variaciones y que en su mayoría no tienen ningún tipo de profundidad ni atractivo, ya sea para el público casual o para el público hardcore. Hay tres especialmente poco bien encontradas; una de ellas consiste, por ejemplo, en tapar con manos y pies (y a veces cabeza) grietas que se generan en una especie de cápsula subacuática. En otra tendremos que volar moviendo los brazos, siempre dentro de un espacio cerrado, y recoger unas pelotitas que se mueven por la habitación. Por último está la ya famosa ricochet, en la que disparamos unos balones, utilizando todo el cuerpo, para destruir unos bloques de madera.

Hay un par que se salvan de la quema, y que son los rápidos y la carrera de obstáculos. Su atractivo aumenta notablemente cuando se une otra persona. Una vez en la balsa tenemos que ponernos de acuerdo con el compañero para ir de un lado a otro, saltar, elegir caminos y recoger orbes. En la carrera de obstáculos hay cierto componente competitivo que nos empujará a movernos rápido y con precisión para llegar a la meta antes que el otro, y con más puntos.

Los primeros 15 minutos con el juego.

Pero el problema de base sigue ahí. Mientras que jugar a los bolos, al béisbol, al tenis o al golf en Wii Sports era divertido y novedoso, en Kinect Adventures no lo es. Tapar grietas no es divertido, ni tampoco aletear los brazos o mover compulsivamente las extremidades. Además existía, en el primero, un trabajo para generar competitividad, para que quisieses volver a él para mejorar tiempos o para poder demostrar que tu puntería es mejor que la del otro. En el segundo, tras la primera experiencia no tienes ningún tipo de aliciente para seguir jugándolo, porque ni las medallas ni los puntos son suficientes.

No es un problema del aparato, es un problema –grave- de diseño. El error aquí ha estado en que han creído que un juego se puede sostener, únicamente, por lo novedoso del aparato... y tendría que haber sido al revés. Kinect Adventures tendría que ser una excusa para sacar el Kinect en cada fiesta, y nada más alejado de la realidad. Tampoco hay que darle más vueltas: es una demo técnica mal pensada y prescindible, que dura apenas una hora y que no volverás a sacar de la caja cuando adquieras el siguiente juego. Un pequeño accidente sin ninguna gracia que en el peor de los casos puede llevar a equívocos y desilusiones sobre las posibilidades y atractivos de Kinect.

3 / 10

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