Análisis Mario + Rabbids: Sparks of Hope - El crossover más loco vuelve más valiente que nunca
Y encima táctico.
Antes de que Fortnite abusara hasta la saciedad de los crossovers y de que el MCU plagara sus películas de cameos de sus personajes en mundos que no les corresponden, en el mundo de los videojuegos recibimos uno de los multiversos más locos que jamás había imaginado nadie nunca, y Nintendo se alió con Ubisoft para unir a los conocidísimos personajes de la factoría nipona, encabezados por Mario, con los Rabbids. Las histriónicas mascotas de la compañía francesa, que nacieron para amargarle la vida a Rayman, daban el salto para compartir protagonismo con el mayor icono del sector. Una responsabilidad que dejó sin habla a propios y extraños por lo poco que parecían encajar ambos mundos aunque, pensándolo bien, quizás se trata de esto.
No tengo reparos en admitir que, cuando vi el primer tráiler hace ya más de cinco años, no daba un duro por el primer Mario + Rabbids. Era, además, una propuesta de acción táctica y nada parecía tener sentido. Pero me quité la venda de los ojos y borré la palabra “ofensa” de mi diccionario, porque una rareza así, además de hacer que me llevara las manos a la cabeza, atraía irremediablemente mi atención. Y bien que hice en jugarlo, porque donde inicialmente veía algo que no tenía sentido, en pocos minutos me salpicó con su frescura y me divertí como pocas veces, con un género que, además, no es de mis predilectos. Un lustro después llega Mario + Rabbids: Sparks of Hope para expandir esa bendita locura. Ahora, sin ninguna reserva ni prejuicio, me tienen en el bote desde el primer día. Hazme tuyo, Rabbid Luigi.
Seguramente os estén rondando dos preguntas en la cabeza ahora mismo, y os las voy a responder antes de enrollarme. ¿Me ha divertido? Bastante. ¿Me parece mejor que el primero? No. Pero, ojo, eso no hace que sea mal juego y, si bien soy el primero que critica a Ubisoft cuando no hacen más que lanzar refritos y secuelas carentes de innovación, aquí ocurre todo lo contrario. Las filiales de la firma en París y Milán han tratado de alejarse del conformismo para, en un ejercicio de ambición, tratar de hacer una obra más redonda y repleta de novedades, algo que parece una rara avis en este mundillo. Si bien no todos los cambios introducidos son redondos, y curiosamente en algunas cosas hubiera preferido que se mantuvieran los patrones del juego original, prefiero que pequen por exceso y no por defecto.
Sparks of Hope abandona esa libertad dirigida que tenía el primero para abrazar un mundo abierto que sella esa ambición de la que hablaba antes. Ahora tenemos muchas más opciones a la hora de elegir nuestro camino, aunque tampoco esperéis un mundo abierto descomunal, sino más bien un escenario relativamente amplio en el que podremos movernos y realizar alguna que otra divertida tarea secundaria en la que se saca el máximo partido del humor tan facilón pero efectivo de los Rabbids. Os encantará perderos en los cinco mundos principales que podremos explorar, en otras palabras, porque además podremos revisitarlos en cualquier momento una vez desbloqueados para llegar más allá tras desbloquear alguno de los poderes de Beep-0, la Roomba parlanchina que nos acompaña en todo momento y que, ahora, viene acompañado de una IA de lo más tiquismiquis llamada Eugenia.
Con todo esto, ninguna pega: es un mundo abierto diseñado para cumplir con los estándares de mercado, y no hay problema en esto, porque si le exigimos más profundidad a un juego de Mario y los Rabbids en este aspecto sería un problema. Pero sí hay algo que me ha sacado un poco de la aventura por momentos, y viene derivado de este cambio estructural. Recordaréis que en el original íbamos prácticamente por pasillos muy marcados hasta llegar a la zona de combate, que estaba dentro del escenario representada con unas banderitas negras. Ese ejercicio de diseño de niveles tan fabuloso no se repite de igual forma en esta continuación. Aquí, por el contrario, tenemos dos formas de acceder a los niveles: bien desde puntos en los que avanza la trama o yendo a por enemigos que vemos en el mundo abierto para iniciar el combate - como en cualquier RPG, vaya. El tema aquí es que se inicia un combate que transcurre en un lugar distinto al del lugar del mundo abierto en el que estamos, trasladándonos a un escenario específico diseñado especialmente para el combate. Entiendo que la decisión de diseño es obligada al pasar a un mundo semi abierto, pero me parece que así se pierde algo de ese dinamismo y ritmo que tan perfecto era en su predecesor. Quizás sea tiquismiquis y no es tan grave como para lastrar la experiencia, pero ahí está.
El combate también viene con algún que otro cambio considerable. De nuevo, la mayoría de novedades son positivas, pero con algunos matices que no convencen del todo; ahora, por ejemplo, dejamos de estar limitados por las famosas cuadrículas, y tenemos gracias a ello más libertad para plantear las batallas. Así, no pesará tanto una decisión precipitada, porque podremos comprobar bien cuál será el resultado de nuestro movimiento o acción antes de probar, algo que en el primero a veces era cuestión de prueba y error. Estas refriegas son el peso sobre el que se desarrolla la aventura y siguen resultando frescas y divertidas, aunque hayan perdido el factor sorpresa y el número de enemigos a los que hacer frente sea bastante reducido, siendo honestos. Pero podéis estar tranquilos, porque Sparks of Hope no es un paseo por el parque y algunos combates os harán sudar de lo lindo. Hay muchas opciones a nuestra disposición, pero es básico dominar los Acelerones y los Saltos de Equipo para conseguir esa ventaja táctica que puede ser determinante para conseguir la victoria.
El mayor cambio del sistema de combate llega en los Sparks, unas criaturas que se convierten en las protagonistas inesperadas (o no tanto, si tenemos en cuenta el título del juego). Estos seres de luz se convierten en una herramienta clave en las batallas: las vamos recolectando a medida que cumplimos misiones y se unen a nuestro equipo como parte del apoyo que podemos utilizar para limpiar el escenario de enemigos. Cada una de ellas tiene habilidades o características diferentes, impulsando así las acciones de nuestro escuadrón, desde aumentar la protección defensiva, hasta lanzar ataques elementales a los que sacar partido o resucitar a unidades caídas. Lo mejor de los Sparks es que podemos asignárselos a cualquiera de los personajes que tengamos disponibles, y pueden suponer una ventaja táctica con la que equilibrar las carencias ofensivas o defensivas que tengan. Es cierto que se pierde un poco el componente de especialización tan propio de los juegos tácticos - aunque se conserva el árbol de habilidades que añade a esto una capa de profundidad - pero así también se aportan muchas posibilidades para moldear la experiencia a todos los gustos.
Mario + Rabbids: Sparks of Hope es una propuesta recomendable, especialmente si os entusiasmó la primera entrega. Puede que no sea tan redondo, pero es divertido y desborda carisma por los cuatro costados. Si los detalles que se pueden considerar defectos llegan a partir de un exceso de ambición y no de conformismo, el mal es menor; Ubisoft lo tenía fácil para sacar una continuación 1.5, porque al fin y al cabo tienen experiencia en ello. Sin embargo, han tratado de volver a llegar más lejos, de sorprender igual que hace cinco años. Y en cierta forma lo consiguen, a pesar de que el salto no se haya clavado a la perfección. Pero, de nuevo, es un juego muy valiente y solo con eso ya tienen mucho ganado. Si además es delicioso, como es el caso, mucho mejor.