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Análisis de Medal of Honor: Warfighter

Mala campaña, buen multijugador.

Es difícil no ser crítico, y hasta cruel, con el guión de Medal of Honor: Warfighter. Es un poco como Los Mercenarios pero al revés. Mientras la película tiene ese punto de ironía y carisma, de parodia, Medal of Honor hace todo lo contrario: se toma tan en serio que te dejarás las mejillas rojas de tantos facepalms. El argumento es terrible, con terroristas y mafiosos serbios incluidos, y sigue esa estructura de ir hacia adelante y hacia atrás en el tiempo a la que parece que tanto se han aficionado los FPS: caballeros, no hace falta liar a la gente, que al final uno no sabe ni dónde está ni qué diablos nos están contando. Ya pasó la época en la que los flashbacks eran los tipos más sofisticados del barrio.

Preacher es uno de los personajes que también salían en el juego anterior.

El guión de Warfighter es, pues, un refrito del refrito. Tiene todos los ingredientes que ya hemos visto en cientos de juegos pero con esa tirantez que echa para atrás, todo muy militar, muy de tomarse en serio que hay que seguir órdenes, disparar sin preguntar y votar a los republicanos. Tampoco ayuda que los personajes se presenten solo por sus apodos ni que las cinemáticas, hechas con vídeos en vez de con el motor del juego, sean el uncanney valley más tremendo de la generación. Con esta señora y esta niña -las mujeres de Preacher- esperándome en casa yo también me iba a la guerra.

"El guión de Warfighter tiene todos los ingredientes que ya hemos visto en cientos de juegos."

Las situaciones parecen sacadas de un Excel en el que han ido tachando cosas: explosiones y petar helicópteros con lanzamisiles: hecho. Viajar a Dubai: hecho. Ir a las filipinas: hecho. Pantalla con metralleta en helicóptero: hecho. Así no se cuenta una historia porque, básicamente, no hay nada que contar, solo hay algo que enseñar: lo que un estudio de mercado dice que hay que enseñar, básicamente, como explosiones y pantallas con lluvia y de noche, o la selva, o Yemen, y situaciones que creen que funcionan porque antes han funcionado, pero no. Todo muy aleatorio, y una oportunidad perdida más para contar algo que realmente merezca la pena, algo que pueda remover conciencias o plantearte alguna duda o, no seamos tan trascendentes, incluso descubrirte ciertos momentos de contemplación en los que estás ahí, y disfrutas, y sientes que hay alguien al otro lado.

Vuelve el recurso de explotar ciudades para demonizar a terroristas. ¿De nuevo? Sí, de nuevo.

Tienes la misma sensación con el planteamiento jugable; Medal of Honor no tiene el impacto ni la presencia de Battlefield, con su imponente aspecto gráfico y sus vehículos y su universo, ni tampoco se puede permitir las licencias de un Call of Duty. Si reducimos a la mínima expresión la fórmula de los FPS básicamente podríamos decir que consiste en esconderte detrás de cajas y hacer coincidir una retícula con una cabeza, apretar el gatillo y repetir eso ad infinitum. Bueno, eso funcionó muchos años, pero ahora mismo, ¿a quién no le cansa repetirlo miles de veces? Somos muchos los fans del género y los que creemos que todavía hay un gran territorio por explorar, pero si te limitas a eso te sientes un poco como la señora esa del cásting de Xbox 360. Tampoco ayuda que la inteligencia artificial tanto de amigos como de enemigos tenga errores por todas partes. No es extraño que tus compañeros se queden parapetados mientras tú haces todo el trabajo sucio o que los enemigos se planten en medio del escenario como diciéndote ¡hey, dispárame!

"Pero no todo es malo en esta campaña de apenas 6 horas; hay algunos momentos bastante brillantes, como esa persecución en coche que se convierte en un juego del escondite."

Pero no todo es malo en esta campaña de apenas 6 horas; hay algunos momentos bastante brillantes, como esa persecución en coche que se convierte en un juego del escondite y en la que han ayudado los desarrolladores de Need for Speed. Tú llevas el volante -cámara interior-, tienes el control total del vehículo y debes pasar inadvertido por un barrio vigilado por decenas de coches enemigos. Bien, es un punto de variedad, está bien hecho y te gana la atención. Tampoco funciona nada mal esa mecánica de apuntado tipo Killzone. Con L1/LB apuntas y te mueves normal, pero con L2/LT mantienes los pies en el mismo sitio y te inclinas o te agachas. Para según qué situaciones es curioso experimentar con esto.

Muchas misiones están inspiradas en hechos reales. Una de ella bien podría ser el asesinato de Bin Laden. Ya veréis, ya.

También nos ha gustado que cuando recoges armas enemigas no deseches las tuyas; simplemente las llevas hasta que se te acaba la munición y luego las tiras. Así no tienes el dilema de si me quedo con esta o con la otra, siempre vas bien equipado pero puedes añadir cierta versatilidad en algunos puntos. Es una pena, pues, que haya tan poca variedad en lo que van soltando los malos. Tampoco está mal que recargues munición hablando con los compañeros o que vayas desbloqueando formas de abrir las distintas puertas -con explosivos, a patadas, con shotguns- para luego entrar a cámara lenta y acabar con los temibles terroristas; si haces un determinado número de disparos en la cabeza se te añade otra posibilidad. Abusan tanto, sin embargo, que acaba por perder todo efecto. Como veis tiene ideas buenas, pequeños detalles con potencial que, desgraciadamente, acaban enterrados por una montaña de tópicos.

El multijugador es otra cosa, nada que ver con la campaña. De notable, desarrollado por Danger Close y con el Frostbite 2, y con una personalidad bastante bien encontrada que se sitúa con acierto entre los Call of Duty y los Battlefield y que añade algunas ideas dignas de marcar estilo. La más espectacular es el sistema de compañeros. Al principio de cada ronda se crea un vínculo con otro jugador y las acciones de ambos irán muy ligadas a lo largo de la partida. Si uno muere pero el otro consigue acabar con el asesino revivirás, por ejemplo, o puedes utilizarlo como punto de respawn en vez de ir al sitio por defecto. Esto nos anima a que nos calmemos y esperemos al otro ya que si estás bajo amenaza no puede revivir a tu lado. Muchas veces es mejor tomar la decisión de detenerte en una esquina y afrontar el asalto al objetivo con alguien a tu vera; ese vínculo, pues, acaba por afectar, en muchos sentidos, a la forma en la que juegas y en la que vives cada partida. Es más emocionante, te identificas con el otro y hasta es posible que os pongáis de acuerdo para tejer estrategias.

"El multijugador es una opción muy válida a la que recomendamos echarle unas cuantas horas, sobre todo si es con amigos, porque acaba por enganchar."

En este sentido puedes, por ejemplo, combinar dos clases distintas para que cada uno tenga un rol especial. En Medal of Honor: Warfighter existen varias clases -francotirador, asalto, armas pesadas, exploración…- y luego hay una división por fuerzas especiales de cada país (un total de 10 países y 12 grupos distintos) que añade todavía más personalidad al asunto. Cada clase tiene -además de la posibilidad de configurar en profundidad el arma con nuevas mirillas, cargadores, camuflaje… a base de puntos de experiencia- ciertas características que afectan profundamente a cómo juegas. La clase de exploración puede activar un radar que muestra la posición de los enemigos pero sus armas dejan bastante que desear. El experto en armas pesadas puede plantar su metralleta en el suelo, a lo Battlefield 3, para apuntar con más precisión. Y hasta hay una clase que puede activar una coraza que ralentiza un montón el ritmo pero que añade una resistencia extra que va de perlas en algunas situaciones. A medida que vas ganando partidas y experiencia vas abriendo posibilidades de ajustes para acabar poder acabar con una configuración que se ajuste a tus necesidades. El proceso es largo y divertido, y la forma que tienen de recompensarte te mantiene pegado a la tele.

El multijugador también utiliza Origin y el Battlelog.

Las modalidades en las que podemos combatir son variadas y mezclan ideas clásicas con otras algo más originales; también existen apartados que combinan varios tipos de partida y hasta añaden un plus de dificultad quitando radar, indicadores de munición y hasta los avisos de si has matado o no a alguien. Tenemos desde el clásico duelo por equipos o dominación a un capturar la bandera por turnos (Home Run), o la posibilidad de ir al ataque de tres puntos (Zona de Conflicto) -primero uno, luego otro y uno final- en los que unos atacan y otros deben defender con el objetivo de que se acabe el tiempo o de matar a un número determinado de contrincantes.

No es un multijugador que llegue a la altura de los Battlefield o Call of Duty pero, sinceramente, tampoco desentona en absoluto. Está por encima de la media. Es una opción muy válida a la que recomendamos echarle unas cuantas horas, sobre todo si es con amigos, porque acaba por enganchar, y motivo de sobras para darle una oportunidad al juego. Gráficamente no decepciona, la progresión y el sistema de clases está muy bien, el diseño de los niveles es notable y la destructibilidad de ciertos puntos del escenario añade esa guinda con la que muchos disfrutamos. Es una pena que la campaña para un jugador sea tan rematadamente mala.

7 / 10

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