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Análisis de Monaco: What's Yours is Mine

Golpe de efecto.

El subtítulo del juego ya da pistas del género en el que estamos: "what's yours is mine" -lo que es tuyo es mío. Monaco es un estupendo juego de ladrones que consigue algo que muy pocos han podido: mantenerte en tensión constante y hacerte pensar como un criminal de guante blanco.

Monaco es muy divertido en solitario, pero todavía más en cooperativo online o local con hasta cuatro personas.

La estética y los gráficos pueden engañarte, e incluso generar cierta confusión si solo te guías por imágenes y vídeos. Una vez que lo juegas entiendes por qué es así. Los mapas emulan planos de edificios y nos moveremos por ahí como un Pac-Man sofisticado y alevoso. Que no os confunda esta analogía, tampoco; sí que es cierto que hay veces en las que tendremos que salir por patas como Pac-Man, pero Monaco es mucho más estratégico y pausado. El mapa está lleno de zonas oscuras y solo vemos lo que tenemos delante; sabemos cómo es el edificio y dónde están los objetivos, como buenos ladrones, pero no qué está pasando dentro. Esto genera suspense y hace que debas medir muy bien qué pasos vas a dar y qué riesgos estás dispuesto a asumir. Hay guardias que hacen su ronda, alarmas, civiles que alertarán a la policía a la mínima, cerraduras complejas, láseres... y ahí en medio los objetivos principales y un montón de monedas por recoger.

Está diseñado con brillantez: todas sus piezas encajan en perfecta harmonía.

Completar el juego con todas las monedas será difícil... pero hay recompensa.

Podemos sortear esos problemas de muchas formas. Siempre hay varios caminos por los que ir y, lo más importante, cada uno de los ocho personajes que podemos elegir ofrece alternativas sustancialmente distintas. Hay uno que puede abrir las cerraduras el doble de rápido que los demás, otro que puede atontar a los enemigos despistados, otro que hackea los enchufes y desactiva alarmas, una que seduce guardias, uno que se disfraza cuando se esconde, el que va con el mono Hector, que recoge monedas sin ser visto, la mole que puede abrirse camino por paredes y el que ve a los enemigos desde lejos.

Una misma situación, pues, se debe encarar con mentalidades distintas según el ladrón que llevemos; el diseño de los niveles y del juego en general es espectacular: no nos extraña que ganase el premio al mejor juego en el Independent Games Festival de 2010. Todo está tan bien distribuido que no notas, en ningún momento, que un personaje sea mejor que otro. Cada persona tiene un enfoque más o menos táctico, sigiloso o agresivo, y encontrará a su ladronzuelo ideal tras unas partidas.

Es como un Bonanza Bros. del siglo XXI. O un Pac-Man meets Hitman. Pero mejor.

A pesar de que puedes completar el juego en solitario, donde se te permite morir tres veces en cada partida y la experiencia es algo más pausada y más metódica, lo más divertido es probarlo en cooperativo. Son los mismos mapas, pero el resultado es opuesto. Puedes jugar con amigos o unirte a partidas de gente que no conoces y cada uno debe elegir a un personaje distinto. Hay chat por voz o por texto, y es interesante comprobar que para cada problema hay mil soluciones distintas. Podéis ir a saco, armaros con lo que encontréis y liquidar a los enemigos, o crear alguna distracción para aprovechar y recoger el máximo de monedas -ese completismo te recompensa con más fases-, o distribuiros las zonas. Si pillan a alguien se generará el caos y un corre-corre tremendo con la dificultad añadida de que, posiblemente, tengas que ir a revivir a alguien.

Los gráficos de Monaco logran transmitir mucho más que la mayoría de cinemáticas que buscan la espectacularidad.

La banda sonora está compuesta por Austin Wintory, que muchos recordaréis por ser el autor de las memorables melodías de Journey, y se integra con la historia a la perfección. Siempre hay un piano de fondo, que se acelera en los momentos clave, y que ambienta esa historia que tiene más importancia de la que en un principio podríamos suponer.

Monaco requiere de mucha prueba y error, y también es ideal el encontrar a compinches que se entiendan bien contigo. Si consigues convencer a unos cuantos amigos la experiencia se vuelve más divertida, y si además activáis el chat por voz os sorprenderéis dando órdenes como auténticas masterminds criminales. El juego requiere de toda vuestra atención y reflejos, y a veces puede ser algo frustrante dar un paso en falso, pero eso no hace más que intensificar el sabor de la victoria cuando todo va bien. Lo genial de su diseño es que muchas veces que algo no salga como estaba planeado no significa un fracaso instantáneo: si sabes reconducir la situación en medio del jaleo todavía acabarás más contento.

Monaco es original, divertido y está diseñado con maestría: todas sus variables bailan con las otras en perfecta harmonía. Es largo, con más de 30 misiones, y ofrece experiencias muy diferenciadas si lo juegas solo o en cooperativo. Es de esos que no debes dejar pasar, y menos al precio que está.

9 / 10

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