Análisis de Nintendo Land
Dinámica de grupos.
Viernes por la noche. Oficinas de Eurogamer.es. Pre-fiesta: luego nos vamos por ahí a tomar algo. Aperitivos varios y refrescos de todo tipo sobre la mesa. Seis personas reunidas alrededor de la tele para probar, por primera vez, la Wii U con Nintendoland.
A pesar de que todos los que estábamos ahí somos jugadores experimentados la verdad es que nos lo pasamos extremadamente bien. Wii U es una máquina excepcional para generar experiencias grupales y Nintendoland el juego ideal para descubrir, poco a poco, todo lo que puede ofrecer.
Como ya sabréis Nintendoland es un compendio de varios minijuegos protagonizados por personajes de Nintendo. A primera vista su gran mérito es demostrar de qué es capaz la consola -qué se puede hacer con el mando, vamos- pero en realidad lo que descubrí esa noche es que su gran valor, lo que lo hace destacar, es que nos descubre nuevas formas de jugar. En el sentido más estricto; no hablo ya de videojugar, hablo de jugar en su sentido más amplio. Puede parecer algo de menor importancia, incluso un efecto secundario, pero yo creo que es todo lo contrario. Durante esas horas el juego no solo estaba en la tele y en la pantalla del mando: salió de ahí y nos implicó a todos, nos hizo partícipes de una experiencia que desató complicidad, suspicacias, rivalidades, emoción y risas.
"Todos los juegos son divertidos, aunque los que son para cinco jugadores destacan más que los otros. "
Cada uno de nosotros se creó un Mii: es importantísimo que nos identifiquemos con el personaje porque la estructura del juego es bastante competitiva, como explicaremos luego. El anfitrión, el que lleva el mando, comienza en una plaza desde la que se puede elegir a qué juego ir. Algunos son para una persona, otros para dos... y hasta cinco. Durante las primeras partidas tanteamos el terreno: eso va así, eso va asá. Nuestra primera elección fue Mario a la fuga: A las armas.
El que lleva el mando es Mario y los demás, que salen en una TV dividida en cuatro, son toads de distintos colores. Nadie puede ver la pantalla del fontanero porque su objetivo es, precisamente, esconderse y aguantar sin ser pillado hasta que se acabe el tiempo. Es ideal que el anfitrión se aleje unos pasos del sofá. Tras unos 10 segundos de ventaja los toads empezamos a corretear por el escenario en busca de Mario, que puede estar escondido en cualquier parte. "¡Ahí, en el rojo!", grita uno, y todos nos giramos para adaptar nuestra ruta e intentar tenderle una emboscada. Si se sale de nuestro campo de visión tendrá una oportunidad de escapar con vida, así que nos distribuímos los roles y uno se queda en el centro para tener mejor visibilidad e ir guiándonos.
Esos avisos, esas tácticas improvisadas, se tejen fuera de la consola. Solo existen en ese grupo de amigos que ha decidido sentarse y jugar con la Wii U y que quieren pasar un buen rato. Y, paradójicamente, son la parte más importante de Nintendoland. El diseño asimétrico se da con las dos pantallas, sí, pero también en relación diseñador-jugadores. La parte central de la experiencia no está ni en los personajes, ni en los gráficos ni en los niveles, está en eso tan abstracto a lo que podríamos llamar dinámica de grupo, que es el protagonista absoluto -y la máquina, por primera vez, está pensada para que eso fluya. Ahí está su genialidad, su pureza. Nintendoland no es solo otro juego, es también otra forma de jugar.
A medida que ganas puntos desbloqueas nuevos modos y algunos secretos -que os dejaremos a vosotros. Se tarda muy poco en poder activar la opción competitiva -por llamarlo de alguna forma- y que es la que utilizaréis la mayoría del tiempo. Tenéis que indicar, más o menos, cuánto tiempo pensáis jugar y cuántos sois, y a partir de ahí comienza una partida en la que ganará el que más puntos tenga tras la última prueba.
"Nintendoland no es solo otro juego, es también otra forma de jugar."
Al principio de cada ronda se le asigna el Wii U Controller a uno de los participantes -al que llamaremos el anfitrión, y que cambia tras cada partidita-, y éste tiene que elegir cuál es el próximo minijuego. Puede ser uno que implique a todo el grupo, como el que acabamos de mencionar de Mario, el ambientado en Luigi's Mansion o Animal Crossing, o partidas con distintas composiciones. Cada una de las opciones viene asociada con Miis de amigos, así que también hay que andarse con ojo para no competir contra quien no nos interesa. Si optamos por una partida de uno contra uno, como en el juego de lanzar estrellas ninja, primero jugarás tú y obtendrás una puntuación. Cuando acabes le pasarás el mando al rival, que intentará superarte. ¿Y los demás, qué hacen? Pues antes de empezar cada uno tiene que tomar partido y darle un voto al que cree que ganará. Si pierde se queda sin nada, pero si gana también suma puntos, así que más te vale animar y dar consejos.
Una vez más, y aunque no te toque jugar, todos seguís dentro de esa experiencia de media, una o dos horas. Al contrario que con un partido del FIFA, en el que dos pueden jugar y los demás pueden ir, tranquilamente, a dar un paseíto, aquí todos seguís pegados a la tele gritando y animando a vuestro favorito. Como decíamos, se crean alianzas, suspicacias, estrategias para ver contra quién nos enfrentamos y quién es el candidato más adecuado para cada caso. Y todos barrerán para casa, intentándote convencer de que si ese o aquél.
En general todos los minijuegos tienen su gracia, aunque está claro que los que están pensados para cinco jugadores son los que más se disfrutan. De los demás hay algunos un poco flojos, como los de Zelda o Metroid, y otros bastante más agradables, como la pista de obstáculos de Donkey Kong, el Castillo Ninja de Takamaru o El Globo sobre la brisa.
"Tal y como pasó con la primera Wii, Wii U es una consola que despegará después de que la gente la empiece a probar en casa de amigos o de familiares, después de que alguien les guíe un poco."
Nintendo ha acertado, y mucho, incluyendo Nintendoland en el pack Premium. Tal y como pasó con la primera Wii, Wii U es una consola que despegará después de que la gente la empiece a probar en casa de amigos o de familiares, después de que alguien les guíe un poco. El concepto es complicado, todavía hay mucha gente que no tiene ni la más remota idea de qué ofrece o de qué va eso del mando; lo que sí que entenderán, sin embargo, es que han pasado un rato fabuloso con amigos, que han reído a carcajada limpia y que han cambiado la dinámica habitual de las fiestas. Y se preguntarán si ellos también son capaces de hacer de anfitriones de esa forma. Nintendo debe tirar de ese hilo. Nintendoland es un muy buen primer paso.