Análisis Paper Mario: Sticker Star
Marionetas de papel.
Sería injusto describir a Mario simplemente como la mascota de Nintendo. El fontanero se ha convertido en la quintaesencia de una filosofía de juego y en la imagen de un estilo y un diseño muy particulares. Da igual que pilote karts, salte de bloque en bloque o monte fiestas locas con tableros, estrellas y monedas; el tipo siempre parece salir airoso.
Paper Mario: Sticker Star es como un homenaje a todo lo que ya hemos visto antes, un juego que nos lleva de la mano por un universo creado totalmente de papel y que lo ameniza respaldándose en el humor absurdo - algo que Nintendo ya ha demostrado que se le da muy bien. Es como si el personaje repasara su vida en una introspección psicotrópica y se riera de él mismo, como si de vez en cuando hiciese un paréntesis, mirase hacia la pantalla y guiñara el ojo al jugador. Queda claro que más allá de su talento multidisciplinar, a Mario también se le da bien parodiarse.
Nintendo e Intelligent Systems saben esto muy bien, por lo que Sticker Star no necesita ninguna excusa para empezar: estamos en la Fiesta de la Pegatina que tiene lugar en el afable pueblo de Villatina - os habréis percatado del pareado -, y que celebra la llegada de una pegatina de cometa muy especial que concede deseos a aquel que la toque. ¿Qué podría salir mal? En efecto, Bowser aparece para acabar con la euforia de cientos de Toads destrozando la pegatina, se lleva a la princesa Peach por el camino, y de nuevo nos toca reparar el desaguisado y recuperar todos los trocitos.
La mecánica de Sticker Star se mantiene bastante fiel a lo que hemos visto en los títulos de Paper Mario, aunque añade un poco de aquí y quita un poco de allá para facilitar la jugabilidad y hacer las cosas más fáciles. En Sticker Star las acciones y ataques que podemos realizar en los combates por turnos están reservados a las pegatinas que hayamos conseguido hasta ese momento, algo que no será un problema en ningún momento porque están en todas partes. Los escenarios están repletos de ellas, como también lo están los típicos bloques que se esconden en los lugares más recónditos, lo que aumenta la exploración y el afán de coleccionismo que caracteriza a los juegos de Mario. Aunque hay de muchos tipos, todas las pegatinas se basan en una mecánica muy intuitiva cuando las usamos en los combates: presionar el botón A en el momento justo para causar el mayor daño posible.
"La clave definitoria de este Paper Mario y que queda patente desde el inicio es la carencia casi total de elementos de rol."
Es más fácil jugar a esta entrega y se nota que se ha intentado por todos los medios evitar la lentitud y monotonía que caracteriza a este tipo de títulos para que todo el mundo juegue hasta llegar al final, pero eso no quiere decir que no sea confuso. El mayor reto de Paper Mario: Sticker Star es saber cómo dar el siguiente paso, porque al juego no se le da muy bien desarrollar sus propias ideas. Un ejemplo: en los niveles encontramos diversos objetos especiales en tres dimensiones que parecen haber caído del cielo por gracia divina. Me refiero a cosas tan dispares como un refresco, un helado con escarcha, o una trompeta. Estas 'cosas', denominadas así por el propio juego, pueden transformarse en pegatinas en una de las tiendas que regentan los simpáticos Toads, y además de causar un buen daño a los enemigos cumplen funciones específicas en zonas concretas. Un ventilador, por ejemplo, enfriará un camino bloqueado por la lava. Pero son un problema más que una ayuda. Están bien escondidos y en cualquier lugar, así que muchas veces no sabes qué objeto usar en un determinado momento o dónde podrías encontrarlo. Quizá crees que ese objeto funcionará, pero no lo hace. Da la sensación de que es el jugador el que debe meterse en la cabeza del desarrollador para asumir su lógica e intentar adivinar qué es lo que puede funcionar, lo que da resultado a momentos en los que no tienes ni idea de cómo seguir adelante.
También existe la opción de 'papelizar', tras lo cual convertimos el escenario en una sola hoja sobre la que podemos pegar o retirar objetos. De nuevo, su uso está muy restringido y parece más una herramienta anecdótica que una opción más. Es una auténtica lástima, porque podría haber abierto opciones jugables muy interesantes en un mundo hecho de papel.
"Sticker Star es una mezcla de géneros que puede ser tan sencilla y divertida como anodina y tediosa".
Aunque la exploración es una característica que nutre bastante el desarrollo de la aventura, la clave definitoria de este Paper Mario y que queda patente desde el inicio es la carencia casi total de elementos de rol. No podemos personalizar a Mario más allá de aumentar ocasionalmente nuestros puntos de vida, ni existen los niveles ni la experiencia a la que estamos acostumbrados en juegos del género. Mejor así, quizá: poco o nada tiene esto de RPG, y lo que se inspira en ello está tan simplificado que deja de tener gracia rápidamente.
La historia y la narrativa pierden esta vez un poco de fuerza comparadas con los otros Paper Mario, y usar pegatinas para realizar ataques es algo totalmente prescindible y confuso que, desde luego, no va a definir la serie. Pero aun así Sticker Star resulta encantador con sus escenarios repletos de detalles, de caminos alternativos y de objetos escondidos. Tras un par de horas con él, el combate pasa a un segundo plano y descubres una aventura de Mario más dócil de lo habitual, también más surrealista, que mantiene intacto el genial diseño de niveles.
No es un RPG, tampoco es un plataformas y no tiene los elementos necesarios para considerarse una aventura gráfica; más bien Sticker Star se hace con unos pocos elementos de cada uno de esos géneros sin saber bien hacia dónde tirar y crea una mezcla con altibajos que puede ser tan simple y divertida como anodina y tediosa. Habría estado bien que Intelligent Systems hubiera sabido tomar una dirección clara en lugar de quedarse en la superficie, pero Sticker Star no deja de ser una aventura cautivadora y entretenida que, al menos, ha intentado ser un poco diferente. Y eso tiene mérito.