Análisis de PES 2014
Un partido de ida y vuelta.
El mejor resumen que se puede hacer de PES 2014 se encuentra en su banda sonora, escasos segundos después de introducir el disco en el lector. Si el año pasado la pantalla de inicio nos torturaba con el ultra-radiado y cansino Ai Se Eu Te Pego de fondo, este año, en un intento -suponemos- por desmarcarse un poco del chabacanismo musical de otros años, por demostrar que quiere cambiar y ha cambiado, el juego nos sorprende con un Nessun Dorma tan solemne como equivocado en sus intenciones; algo aún más palpable cuando, segundos después, una de las pocas canciones que pueden sonar es una versión escasamente actualizada de Guantanamera.
Esta mezcla extraña presente en la banda sonora está lejos de ser la única contradicción presente, algo lógico si tenemos en cuenta el lavado de cara sufrido este año. Sin detenernos más en introducciones innecesarias siendo el juego que es, si algo destaca ya durante los primeros minutos con el mando en la mano son los gráficos, cortesía del FOX Engine de Kojima. Al buen aspecto general tanto del campo como de los protagonistas del encuentro, y a las nuevas animaciones, mucho más fluidas y bien implementadas, se une una iluminación de sobresaliente y un detalle casi milimétrico en las facciones de algunos de los jugadores. Hay pequeños problemas, como ciertos tirones ocasionales en repeticiones y vídeos; por no hablar de que, al ser tan pocas las licencias de este año, muchos de los otros futbolistas menos populares no parecen ni primos lejanos del original. Pese a todo, no cabe duda que el motor gráfico es uno de los puntos fuertes de esta entrega, un cambio que se antojaba necesario y llega en el mejor momento posible si tenemos en cuenta la llegada inminente de la siguiente generación de consolas.
Las novedades jugables tienen varias luces y alguna que otra sombra. Entre los buenos añadidos se incluye la posibilidad de controlar de manera superficial las acciones del portero a la hora de cubrir un mano a mano, utilizar el L1 en los saques para que tu equipo bascule hacia tu portería o hacia el área contraria o un mayor protagonismo de los sticks a la hora de controlar el balón y efectuar regates o controles orientados. Ayudan a esto, y mucho, los cambios introducidos a la hora de controlar el balón, poniendo mucho énfasis a la hora de la recepción y obligando a pensar antes de pasar, a no precipitarse con cada posesión y a manejar tanto los tiempos como el control del jugador.
Bregar con el contrario en defensa se convierte aquí en una acción indispensable. Aunque se mantiene la importancia de presionar al jugador e introducir la pierna en el momento correcto, en usar el stick derecho para efectuar movimientos sutiles como meter el hombro o adelantarse 20 centímetros al jugador puede radicar la diferencia entre encajar un gol o poder iniciar una contra rápida que pille al rival dormido. El nuevo Pro tiene su ritmo, uno meticuloso, lento en sus acciones y al que cuesta adaptarse mucho de inicio, pero también deja la puerta abierta a la improvisación, a la imprevisibilidad y a que cada partido pueda desarrollarse de una forma u otra. Si bien la aleatoriedad habitual de la saga sigue presente y se puede hacer molesta, aquí todo depende más de rapidez mental, de saber ponerte un paso o dos por delante del juego y de que sepas trasladar todo correctamente al mando.
Inevitablemente, esto conlleva en ocasiones una importancia excesiva a tus acciones. Por decirlo de forma más sencilla: existe una clara descompensación entre la importancia de la IA de los jugadores y las miles de combinaciones de botones que debe emplear el jugador para efectuar algunos movimientos simples, algo que, pese a ser recurrente en los últimos años, resulta sorprendente si tenemos en cuenta los orígenes más arcade de la serie. Ojo, porque habrá seguro quien prefiera una mayor exigencia a la hora de tomar decisiones en el campo, pero resulta incómodo ver como, por ejemplo, al no apretar una determinada combinación, nuestros compañeros optan por no continuar algo tan sencillo como una pared; por no decir que algunas de las implementaciones como los autoamagos o el control de trayectoria en los pases en profundidad, indicado mediante una especie de retícula que no llega casi nunca a aportar la precisión adecuada, son, por lo general, más engorrosas que beneficiosas.
En lo tocante a modos de juego nada nuevo bajo el sol. Quitando aparte el clásico partido rápido, el modo entrenamiento y la posibilidad de participar en competiciones como la mencionada UEFA Champions League o la Liga de Campeones de la AFC, las aportaciones a esta entrega son más bien escasas. La posibilidad de ser seleccionador nacional dependiendo de tu actuación en la Liga Máster, los retoques en el online para prevenir trampas y triquiñuelas -atención aquí al inminente modo de 11 vs 11, que de momento no hemos podido probar pero, de cumplirse, ciertamente promete- o el poder controlar al portero en el modo Ser Una Leyenda, además de las mejores en el sistema de personalización, son de agradecer; pero sí es cierto que podían esperarse más añadidos y matices que diesen empaque y variedad al conjunto.
Hay otros aspectos, como la deficiente edición de los comentarios en español, pero en especial un criterio ciertamente extraño a la hora de pitar fueras juego, faltas y ley de la ventaja, los lentísimos tiempos de carga al inicio de cada partido o los infernales menús que, aunque dan al usuario la posibilidad de personalizar hasta el infinito todo lo imaginable y más tanto de los partidos como del juego en sí, pueden llegar a confundir tanto al jugador experimentado de Pro como, sobre todo, a aquellos que quieran acercarse por primera vez a la saga. Duele también que, a pesar de que posee los derechos tanto de la UEFA Champions League -impecable, eso sí, con su clásico himno y su menú personalizado- como de la Copa Libertadores, por poner dos ejemplos más o menos alejados en lo mediático, muchos de los equipos que en ellas participan han tenido que ser sustituidos por copias del original. Todo ello contribuye a que, siendo el encargado de cerrar una época e iniciar otra nueva, no podamos evitar sentir por momentos una sensación muy fuerte de déjà vu.
Si algo podíamos tener claro, al menos el que escribe esto, es que este año nos encontraríamos juegos de transición, productos pulidos pero continuistas hechos para cumplir mientras el resto del equipo se prepara para dar el salto a la siguiente generación. Konami, en un salto de fe, ha decidido desechar gran parte del trabajo hecho y probar nuevas fórmulas para afinarlas con el paso del tiempo. Aunque Pro Evolution Soccer 2014 no es para nada un mal juego de fútbol las diversas imperfecciones y pequeños fallos lo alejan de la excelencia, de ese sitio en el olimpo de los juegos deportivos. Como con su banda sonora, detrás de su renovación se esconde un intento por tomarse a sí mismo en serio, pero también cierta confusión sobre la dirección que debe tomar. Los cimientos son muy prometedores. Puede que los aficionados más fieles a la saga acaben más satisfechos con esta nueva entrega, pero para estar en la élite hace falta, por desgracia, un poco más.