Análisis de Saints Row: The Third
¡Quita esa cara de serio!
Visualizadlo. Una tarde de domingo en una ciudad española. Un quinteto de gafapastosos abandonan la plaza mayor a media asamblea - ¡quién iba a decirles que cambiar el mundo era tan aburrido! - para ver esa película independiente que la Cahiers ha puesto por las nubes. En la cola ellas parecen disfrazadas de Betty la Fea, ellos llevan bufandas de lino. Después de la sesión van a tomar unas cañas al bar más castizo del casco antiguo. Alrededor de una pequeña mesa grasienta que les hace sentir auténticos discuten sobre el significado y las influencias del filme. En la conversación aparecen directores de cine surcoreanos, festivales de música electrónica y postpoética. A medida que avanza la noche el debate se vuelve tan profundo e interesante que casi olvidan que la única razón por la que siguen ahí es porque quieren tirarse a la estudiante de comunicación que hace dos semana se unió al grupito. De repente, en medio de este concilio de Trento del hipsterismo, ella, la nueva y mona estudiante que hace 30 minutos no conocía Mubi, abre finalmente la boca para soltar un chiste de pedos. ¡BUM!
Saints Row: The Third es ese chiste de pedos capaz de hacer saltar por los aires la reflexión más rematadamente refinada. Hoy en día, en un momento en que los videojuegos no dejan de sorprenderse a sí mismos con esa capacidad cada vez mayor de explicar nuestro mundo, con esa evolución de su lenguaje y este tono cada vez más y más serio, Volition retoma la saga con la que tantas veces fueron acusados de plagiar a Grand Theft Auto para hacer un juego que nos cae como una bomba.
Su propuesta sandbox en la que se nos da una gran ciudad y muchas armas para hacer lo que queramos con ellas sigue estando ahí; sin embargo el resultado final es mucho más satisfactorio. Si las dos anteriores entregas se tomaban demasiado en serio todo el rollo gangsta, en esta ocasión se le ha quitado hierro al asunto con toneladas de pura locura. Por su parte, la variedad de posibilidades no tan solo sigue inalterable sino que ha aumentado.
Saints Row: The Third es ese chiste de pedos capaz de hacer saltar por los aires la reflexión más rematadamente refinada.
La historia retoma los hechos de la segunda entrega pero para nada es necesario haberlo jugado. Somos los Saints, una banda criminal tan famosa que somos iconos para los niños, tenemos nuestra propia marca de refrescos vigorizantes y hasta se está preparando una película sobre nosotros. Así, desde la primera escena, un espectacular robo frustrado al banco, ya podemos imaginarnos lo que nos espera. En el fondo, la historia no es lo importante, son las situaciones en las que nos veremos involucrados. Huir en una moto de agua a toda pastilla flanqueado por balas y misiles con la música heavy a todo trapo, tener una conversación romántica mientras saltamos en paracaídas, dispersar una manifestación con la única ayuda de un dildo, entrar en una mundo virtual al estilo TRON, pasear por la ciudad con un tigre de copiloto... Todo esto es posible en Steel Water, la ciudad ficticia donde deberemos desatar nuestro lado más creativo, y que tiene al mismísimo Burt Reynolds como alcalde. ¿Lo vais pillando?
El humor es clave; asimismo el juego está cargado de referencias a películas, otros videojuegos, y sobre todo es un guiño constante a los consumidores asiduos de porno. Ayuda bastante una más que meritoria traducción al castellano tanto de los menús, los nombres de las armas, la habilidades y los diálogos (con una excepción, el "Whored Mode", que ha sido traducido como "Modo Hordas"). Esta borrachera de chistes de mal gusto que alcanza en algunas situaciones parecen no acabar nunca. Ahora mismo me viene a la cabeza los brutales concursos del Profesor Genki, un programa de televisión salvaje que bajo el lema "Murder Time! Fun Time" nos hará demostrar que somos unos auténticos maestros del arte del destrozo.
De hecho, el concurso del lunático gato rosa Genki es una muy buena muestra del gran brainstorming que hay detrás de este título. Josep Maria Sempere ya nos comentó este aspecto en su avance del juego, y es que en Saint Row hay miles de sorpresas y pequeños detalles. A través de nuestro móvil, dentro del juego, podemos acceder tanto a las misiones de la historia principal como al llamado Libro de los Saints, el lugar donde se nos retará a cumplir decenas de desafíos variados, robar coches, cumplir asesinatos para hacer cash, etc. Y por si esto fuera poco, por toda la ciudad hay muchos otros eventos que nos iremos encontrando. No es nada raro ir por la calle divirtiéndose mientras hacemos SmackDown con los pobre ciudadanos y encontrarse con un tanque que nos incita a "Iniciar Caos Tanque". Y no os cuento cuando una vez avanzado en el juego contamos con el arsenal futurista de los S.T.A.G. (Special Tactical Anti-Gang).
No hay que olvidar tampoco que esto es una gran guerra de bandas y esto se nota en la vertiente más de "gestión" de Saints Row: The Third. Podemos comprar edificios como la clínicas de cirugía estética o las tiendas de armas para colonizar poco a poco los distintos barrios de la ciudad y expulsar a las facciones rivales. Haciendo esto también obtenemos los suculentos beneficios del blanqueo de dinero. Esta misión de conquistar lentamente la ciudad es un juego en sí mismo dentro del propio juego. Y todavía nos quedarían muchas cosas por hacer como reunir coleccionables como muñecas hinchables o ir evolucionando nuestros personaje a base de dosis de experiencia, o lo que aquí se conoce como Respeto. Queda claro que como en Saints Row 2 esta tercera entrega no nos deja un segundo de respiro, siempre hay algo que hacer, y esta es la pura definición de un sandbox.
Queda claro que, como en Saints Row 2, esta tercera entrega no nos deja un segundo de respiro, siempre hay algo que hacer.
Cuando decía que este título es un chiste grosero me refería específicamente a todo el contenido, y es que la forma, que es lo que vamos a abordar ahora, tiene tanto refinamiento como el mejor de los juegos. Este refinamiento se basa en la depuración de las mecánicas respecto a las anteriores entregas, pero también en todo el género, detectando aquellos elementos que fallan. En este sentido Saint Row es un título con el que podríamos hacer una sección entera de ESTOS SÍ (ya sabeís, la sección de nuestro podcast Reload donde destacamos las pequeñas ideas de los juegos). ¿Ejemplos? La posibilidad de alcanzar la orilla automáticamente cuando caemos al agua, entrar en los coches de forma salvaje y desde la distancia, el botón de "velocidad crucero" para no tener que preocuparnos de la velocidad en los tiroteos desde coches, etc. Se nota que el estudio norteamericano ha aprendido bastantes cosas después de hacer una pausa con los Red Faction. De hecho, hasta algo tan sencillo como la forma de obtener Logros está bastante bien pensada. Ahora bien, también hay cosillas mejorables, como la forma de cambiar de arma, que a mi personalmente me molesta bastante. Pero bueno, de qué voy a quejarme cuando puedo hacer "asaltos testiculares" y abalanzarme sobre un coche en una esquina sin saber qué tipo de vehículo me espera.
Acompañando este modo "campaña" tenemos un modo cooperativo con el que podemos compartir toda esta demencial locura con un amigo, cosa que que nos recuerda los viejos beat em' ups. Además, cuando somos dos se activan algunos elementos de colaboración, por ejemplo con determinados vehículos donde un jugador dispara y el otro conduce. El resultado es un sinfonía de destrucción épica. El modo de multijugador por Internet ha desaparecido, pero tampoco se le echa mucho de menos, ya que los modos competitivos en sandbox acaban pareciendo intifadas en ciudades fantasmas.
Para dar algo de variedad está el "Modo Hordas", donde se nos presentan diferentes retos donde debemos acabar con un número determinado de enemigos en el menor tiempo posible. La gracia es conseguir la puntuación más elevada, pero también es una gran forma de poder jugar con algunas de las armas más necias del juego, desde una espada gigantesca al estilo JRPG, un martillo eléctrico o hasta la maravillosa metralleta de granadas.
Antes de acabar nos queda comentar otro de los aspectos que más se han trabajado en este Saints Row: The Third, y nos referimos al completo lavado de cara a nivel artístico. Ahora todo tiene un aspecto cartoon que le sienta de maravilla. Visualmente la franquicia ha encontrado su camino y su personalidad, corrigiendo todos los fallos de la segunda parte. El completísimo editor de personajes es la mejor muestra de ello y una primera gran toma de contacto con el humor descarnado de este título. El motor mueve con suavidad la mayoría de situaciones, y creedme que hay momentos donde todo se pone bastante al límite, y hay pocos tirones destacables. Tampoco es un apartado técnico brutal (los coches no se destruyen, se arrugan como en Saints Row 2) pero es más que digno.
Han hecho falta tres entregas para lo que en un principio era un simple clon de GTA acabe explotando y mostrando su verdadera cara. Lo que tenemos entre manos es probablemente el sandbox más directamente entretenido de esta generación. Saints Row: The Third es un gran cúmulo de lecciones aprendidas que destaca por su humor y su enorme contenido. Ese necesario chiste grosero en medio de reflexiones tan profundas.