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Análisis de Spelunky

Uno de los mejores juegos del verano.

Spelunky es un juego gratuito para PC -lo podéis bajar aquí- creado por Derek Yu y que ahora debuta en Xbox Live Arcade con una versión más pulida y ampliada.Es sin duda una de esas joyas indie que llegan cada año y que luego citamos como ejemplos de juegos bien hechos, como Super Meat Boy o Splosion Man, o incluso Braid. Con este último comparte ciertas similitudes gráficas, con unos trazados en alta definición que sustituyen a los pixelotes retro originales pero que le quedan de fábula.

Cada mundo tiene su personalidad, con enemigos propios y nuevos obstáculos y trampas.

Nuestro pequeño espeleólogo, al que podemos vestir de mil y una formas (tengo especial debilidad por el sombrero mejicano, lo reconozco), empieza siempre en el interior de una caverna en la que sabe que va a morir. Las malditas están tan plagadas de peligros que, al final, acabarán contigo y te devolverán al principio: da igual, lo que te hará jugar impulsivamente será la propia experimentación por ver qué hace cada enemigo o qué activa cada ítem, y luego el propio gozo de intentar superar cada una de las capas que componen cada nivel. No es una exploración lenta y aburrida, al contrario, son pequeñas cápsulas de impredictibilidad y de locura en las que te ayuda un control fabulosamente calibrado y que te harán soltar una carcajada cada dos por tres.

Los gráficos pixelados de PC se han sustituido por otros, muy majos, en alta definición.

Con un poco de práctica te das cuenta de que la salida suele estar siempre en la parte inferior del nivel, aunque no sabes exactamente dónde, y también te esfuerzas por salvar a esa rubia y encantadora damisela que te recompensará con un beso -¡vida extra!- si consigues escapar con ella. O incluso te atreves, con más miedo que otra cosa, a sacar esos tótems de sus altares y ver cómo se enfurecen los dioses, o sacrificas a alguien en los distintos altares que hay repartidos por ahí. Incluso aprovechas el oro que vas recogiendo para comprar ítems que te pueden facilitar la vida, como los guantes que se pegan a la pared o la brújula que señala el camino, pero sin pasarte de listo y dispararle al tendero que si no se te enfada y te persigue con su escopeta. Al final tú decides qué riesgos correr, valorando la vida que te queda y cómo pinta el escenario, y eso te hace jugar en un estilo más conservador o más atrevido. Todos son válidos, simplemente tienes que sentirte cómodo con el ritmo que te marcas.

Hagas lo que hagas, sin embargo, las pantallas siempre son distintas. Se generan automáticamente cada vez que entras en ellas, y siempre con una delicadeza asombrosa: nunca ves nada que desentone pero sí que mantienes esa sensación de curiosidad y respeto -y miedo, a veces- al no saber qué diablos hay tres metros debajo de tus pies. Puede que despunten unos pinchos de esos que te quitan TODA la vida con solo rozarlos, y que te devuelven al nivel 1-1 de cabeza, sin concesiones -por eso antes de saltar siempre es mejor mirar-, o que solo sea un murciélago que te roba un corazón y que puedes matar fácilmente saltándole a la cabeza. Los ítems básicos para ir explorando son el látigo, para matar enemigos, la cuerda, que puedes lanzar verticalmente para subir y bajar, y las bombas, que además de pulverizar enemigos destrozan paredes y suelos y así abres caminos a zonas inaccesibles o atajos que te salvarán de pasar por puntos complicados. Casi nada es ilimitado -excepto el látigo-, así que mejor raciona el inventario o luego puedes arrepentirte de haber destrozado a esa arañita a bombazos.

"Las pantallas siempre son distintas. Se generan automáticamente cada vez que entras en ellas, y siempre con una delicadeza asombrosa: nunca ves nada que desentone pero sí que mantienes esa sensación de curiosidad y respeto."

El juego está lleno de sorpresas. Seguimos sorprendiéndonos tras días y días probándolo.

Hay tantas posibilidades y tantos elementos en juego que cada partida es radicalmente distinta a la anterior, y te da igual morir tantas veces. De verdad. En algunas te escabulles como un maestro y en otras te sale una flecha de no sabes dónde y te manda cien metros para la izquierda mientras sueltas una carcajada y te pones las manos en la cabeza, quién sabe. Sin embargo sí que hay un objetivo: cada vez que llegas al cuarto nivel de un mundo te encuentras con otro espeleólogo que te pedirá una serie de objetos o una cantidad de dinero. Si lo tienes -da mucha rabia llegar ahí sin lo que te pide, porque es difícil como una mala cosa- y se lo quieres dar contribuirás al túnel que está haciendo, y que no deja de ser un atajo para desbloquear para siempre una ruta hasta ahí desde la pantalla de inicio. Cada nuevo mundo sorprende y se complica a una velocidad exponencial.

El Deathmatch es una locura total: casi no tienes ni tiempo de ver qué pasa en la pantalla.

Este Spelunky HD incorpora, además, un componente multijugador local que no tenía la versión de PC y que ya merece la pena por sí solo; añade todavía más aleatoriedad al asunto y la necesidad de coordinarte con otros compañeros. El despiporre total es el Deathmatch mode, con escenarios pequeños y que incitan a la violencia más maquiavélica.

Pocas cosas más se le podrían pedir a Spelunky HD. Como plataformas en dos dimensiones funciona a la perfección, con un control que responde muy bien y unos que escenarios siempre tienen algo nuevo que ofrecerte y que consiguen ponerte en un estado de tensión agradable. A partir de ahí, tanto los enemigos y los miles de trampas y caminos como el surtido e hilarante inventario saben encajar perfectamente. Un auténtico juego de verano: fresco, rápido y agradable.

9 / 10

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