Análisis de Sunset Overdrive
Jet Set Crackdown.
Cuando Drew Murray y Marcus Smith, de Insomniac Games, presentaron a Ted Price las ideas que habían tenido para un próximo juego, la pareja quería que tuviera un sentido del humor caótico y surrealista parecido al de la famosa serie de televisión de los años ochenta The Young Ones, y que, de alguna forma, terminara siendo un retrato que transmitiera la personalidad de la compañía. Esa irreverencia con la que se plantearon las cosas se ha diluido varias veces en el producto final para dejar sitio a algo mucho más común y menos rompedor, pero los desarrolladores nunca han perdido de vista sus influencias, ni han tenido reparos en alardear de ellas: Sunset Overdrive, como afirmó el responsable de la comunidad de la compañía, James Stevenson, "se nutre de esos juegos de los noventa que no se molestaban en resultar realistas - tenían color, cielos azules y disfrutaban de ellos mismos." El placer de divertirse por el simple hecho de hacerlo.
Es quizá la mejor descripción que se le puede dar al nuevo título de Insomniac, una compañía conocida por dar vida a Ratchet and Clank y que deseaba con furia liberarse de las cadenas que imponen las franquicias para hacer básicamente lo que les diera la gana. De esas ganas de salir volando a probar suerte ha nacido Sunset City, la verdadera protagonista de Sunset Overdrive, una ciudad llena de color y de luz -y, precisamente, cielos azules. Es ella la protagonista porque todo el juego está construido a su alrededor, y solo cobra vida cuando interactuamos con ella: cuando saltamos, grindamos, o corremos por la pared. El encanto de Sunset Overdrive se desplega poco a poco y en su justa medida para estar siempre acorde con la habilidad del jugador. Es algo que se nota porque no nos bombardea de buenas a primeras con una historia insulsa que no interesa a nadie, sino que nada más empezar nos pone a los mandos y nos pide que juguemos, que trasteemos, que ya se encargará él de decirnos qué es esto o cómo funciona aquello.
Por supuesto tiene una historia, aunque, claro, poco importa aquí: es el año 2027 y la corporación FizzCo ha puesto a la venta una bebida energética llamada OverCharge Delirium XT, nombre ya sospechoso de por sí, que ha convertido a todo el mundo en mutantes asquerosos llenos de pus y con un bárbara adicción al refresco. La cosa es fácil: hay que escapar de la ciudad. En el proceso puede pasar cualquier cosa, y ahí es donde se legitiman todos los desvaríos que se les ha podido ocurrir a la gente de Insomniac.
Sunset City es el patio de recreo perfecto, no demasiado grande, pero lo bastante compacto y lleno de posibilidades. Es de admirar su belleza, pero también la facilidad con la que el juego nos deja realizar transiciones, y la fluidez con la que podemos movernos de un lugar a otro saltando y mediante las barandillas o el cableado eléctrico a unos inamovibles 30fps. Con tan solo pulsar la equis podemos grindar y alternar la posición (por arriba o por abajo) o cambiar la dirección sin perder ni un segundo; mientras avanzas puedes entretenerte golpeando a todo lo que se acerca y disparando a aquel enemigo que te ataca desde la lejanía. Luego puedes saltar sobre un coche, sobre un conducto de ventilación o, yo qué sé, un montón de globos, elevarte en el aire, realizar un sprint aéreo y caer sobre otro cable para seguir grindando. El tedio que podría suponer tener que regresar a las alturas cuando caemos por enésima vez al suelo se resuelve aquí de una forma muy efectiva: prácticamente cualquier objeto rebota, por lo que es cuestión de segundos retomar nuestros quehaceres de un solo salto. Sunset Overdrive intenta ser lo más directo posible, tanto en su jugabilidad como en su diseño artístico, por lo que no le es necesario recurrir a marcadores o señalizaciones que sacan de contexto para que el jugador sepa con qué objetos puede interactuar: es algo que se ve a simple vista, y es fruto de un diseño inteligente.
Sunset Overdrive es accesible porque está bien diseñado, pero sus mecánicas son un tanto toscas y cuesta un poco acostumbrarse a su peculiar jugabilidad, que requiere que estemos siempre pendientes de lo que sucede en pantalla. Al principio puede resultar poco intuitivo recorrer los tejados de Sunset City, particularmente a aquellos que estén más acostumbrados a la cordialidad de los Assassin's Creed, pero es refrescante ver que hay ideas nuevas para hacer cosas parecidas, y que está todo cargado de una personalidad única. Quizá no muy definida (en lo que a la historia se refiere el guion siempre pierde el culo por nombrar la siguiente referencia de manual), pero sí lo bastante reconocible. En ocasiones su humor, abanderado por unas armas que harían las delicias de Frank West, - hay lanzadores de ositos de peluche que actúan como granadas, helicópteros remotos desplegables o aspersores de ácido - recuerda a la gracieta vulgar de Saints Row, solo que Sunset Overdrive es un poco más comedido - y blandengue - para llegar a un público más amplio, por lo que le cuesta un poco más recurrir a improperios y maldiciones sin que se note excesivamente forzado. Además en la pobre traducción y localización, realizada sin demasiado cariño, se echa por tierra muchos de los chistes originales y a veces el final de las frases se interrumpe por cortes repentinos que nos dejan con las ganas de saber qué diablos tenía que decir tal o cual personaje.
En lo jugable tiene la soltura de Crackdown y el bello grindeo de Jet Set Radio, pero en lugar de depender de la pura exploración del escenario para aumentar las habilidades asigna niveles a las armas y amplificadores y turbos al personaje que potencian o modifican habilidades, y que pueden intercambiarse a voluntad. Resulta un poco confuso, porque el juego te bombardea cada pocos minutos con un arma, un ampli o cualquier otra cosa nueva, y al final no terminan teniendo la importancia que parecían tener, ni modifican tanto el curso de la partida. En ese aspecto es un poco decepcionante.
"Sunset Overdrive se pierde en su propia parodia, pero es un ejemplo de buen entretenimiento y uno de los mejores títulos que podéis jugar en Xbox One este año."
Sí que acierta más en cómo condiciona al jugador para obligarle a jugar de forma frenética, elemento sin el que el juego pierde todo el sentido: los amplificadores se activan con nuestras acciones, y si no mantenemos lleno el medidor de estilo, que aumenta a medida que enlazamos combos y nos movemos por el escenario con la soltura de un monete, perdemos habilidades y, como dirían los ingleses, el tan preciado momentum. Al fin y al cabo Sunset Overdrive tampoco se corta en dejar claro que si ha montado una fiesta es para pasárselo bien, y todo lo demás queda relegado a un segundo plano. Es un juego para jugadores hecho por jugadores que no se cortan en plasmar por cada rincón las películas, videojuegos y libros con los que han crecido; es casi un homenaje a la cultura pop, uno que no se corta en abusar de la cuarta pared. Hay un empeño constante en lanzar puyitas a las mecánicas recurrentes de los videojuegos, - como recuperar tres partes de algo o morir y volver a aparecer - que guardan algunos de los momentos más inspirados, aunque frecuentemente cae en los convencionalismos que critica. Una de las que más ha gustado a los jugadores es algo a lo que Insomniac se refiere como Next-Gen Respawning, que básicamente viene a decir que se han tomado toda la libertad del mundo a la hora de diseñar animaciones cuando nuestro personaje vuelve a la vida. En estos casos es cuando se les nota especialmente cómodos.
Es muy posible que Sunset Overdrive despierte opiniones encontradas, y que donde unos vean un cuidado homenaje al videojuego frenético y divertido otros destaquen su poca profundidad o la inconveniencia de algunas mecánicas. Pero aunque no es ninguna revolución y en demasiadas ocasiones se pierde en su propia parodia, es también un ejemplo de buen entretenimiento, y uno de los mejores títulos que podéis jugar en Xbox One este año. Le tengo mucho respeto a Insomniac por haber hecho esto. Por refrescar un poco las cosas, por airear la habitación para que entre un poco de corriente, por ponernos bastante fácil eso de divertirnos: Sunset Overdrive es uno de esos juegos en los que nada tiene sentido, y por eso entretiene tanto.