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Análisis de Syndicate

Reinicio.

Últimamente estamos viendo que los juegos de disparos en primera persona buscan diferenciarse añadiendo, si cabe, más acciones al mando. Antes todo era cuestión de cubrirse, disparar y de vez en cuando lanzar una granada; ahora, como vimos en el reciente The Darkness II, por ejemplo, podemos llevar cuatro armas a la vez o utilizar el guión para permitir ciertas licencias de control.

Syndicate va por ahí. Nuestro personaje tiene un chip implantado en la cabeza y esto le permite hackear cualquier dispositivo electrónico, incluídos los rivales. Si apretamos L1/LB delante de un enemigo aparecerá una barrita y, cuando se llena, los tendremos dominados. Hay varias maneras de darles estopa a los soldados, y todas ellas son estupendas: podemos atontarlos, hacer que se suiciden (y estallar por el camino, llevándose por delante a los que estén cerca) o sumarlos momentáneamente a nuestro bando para que disparen a los suyos. Eso añade una capa de estrategia interesante, porque la dificultad del juego, aún en modo normal, es elevada. En la mayoría de emboscadas no sobreviviremos si nos limitamos a disparar, recargar y cubrirnos. Hay una manera perfecta de hackear a los malos, que es soltando el botón en el momento adecuado; así no se vacía del todo la barra, y la podemos llenar más rápidamente si despachamos a unos cuantos soldados más. Y si somos rápidos y precisos incluso llegaremos a entrar en el modo masacre, en el que te dan más puntos y facilidades. También es posible activar una visión mejorada con la que detectaremos a los enemigos que se esconden tras coberturas. En general es violento -a veces muy violento-, contundente y gratificante; cuando veíamos vídeos del juego notábamos demasiadas auras y lucecitas y eso le quitaba algo de seriedad al asunto. Con el mando en la mano, sin embargo, se comporta como debe y no pierde un ápice de dureza.

Las posibilidades eran tan grandes que es una sorpresa que solo hayan incluido tres formas posibles de encarar a los malos. El juego ya tiene un componente de RPG que nos permite mejorar gradualmente a nuestro personaje -su salud, las habilidades, la velocidad de recarga...-, y es una pena que no lo hayan extendido, también, en esa dirección.

El tráiler de lanzamiento

La variedad a la hora de fulminar contrincantes no acaba ahí, por suerte. Por un lado están las clásicas descargas de plomo con el numeroso y variado arsenal del que disponemos. Hay desde revólveres muy molones hasta metralletas, rifles, escopetas e incluso un par o tres de armas sorpresa que preferimos que descubráis vosotros. Ninguna queja. Por otro, podemos influir en ciertos elementos del escenario, como torretas o granadas. Una vez más hubiésemos agradecido algo más de imaginación, porque la fórmula se agota rápidamente. Quizás lo más brillante y fresco sean los combates contra los jefes de final de fase; muy exigentes, que está bien, y cada uno con una mecánica hecha a medida.

El interés en este modo para un jugador va de más a menos, pues, ya que lo más estimulante se esfuma cuando ya hemos probado del derecho y del revés todas las posibilidades de hackeo y vaciado la mayoría de armas principales. La historia tampoco ayuda demasiado. Es confusa y simplona, como un thriller sci-fi de esos de Van Damme en los que el argumento es solo una excusa para ver tortazos. Intenta muy subrepticiamente darle cierta personalidad al protagonista pero nunca lo llega a conseguir, como tampoco implicarnos en sus motivaciones o supuestos dilemas morales. Nunca llevamos las riendas. La inigualablemente bella Rosario Dawson, por la que este redactor tiene una incurable debilidad, y que pone cara y voz a la doctora Lily Draw, o Brian Cox y Michael Wincott, en los roles de otros personajes, son posiblemente lo más destacable de la puesta en escena.

No nos olvidemos de la estética, que recuerda vagamente a la de Mirror's Edge, con colores muy saturados y texturas planas y duras. En algunas ocasiones se les va un poco de la mano la iluminación, pero en general consiguen darle personalidad a los gráficos y generar interés en ese mundo del futuro, ligeramente ciberpunk, por el que compiten gigantes y siniestras corporaciones tecnológicas. Consiguen que parezca visto desde los ojos de alguien mitad hombre y mitad màquina; hay cierta distancia melancólica en esas luces que se queman y en esos colores que se escapan.

Algo que pocos esperábamos es que el cooperativo tuviese la importancia que le han acabado dando. No estaría muy equivocado si digo que tiene casi más importancia que el modo historia. Por lo menos, eso sí, se disfruta con más interés y su duración, si nos lo proponemos, es considerable.

Vídeo del cooperativo a 4 jugadores

Su base jugable es la misma que la del single player pero trasladada a un ambiente de competición cooperativa. Necesitas que tus otros tres compañeros te ayuden a acabar cada una de las nueve misiones -muy variadas, por cierto- pero, al mismo tiempo, quieres hacer más puntos que ellos. Los necesitas para comprar mejoras de personaje y armas; el nivel de profundidad es asombrosamente amplio.

Aquí sí que todo tiene mucho más sentido. Por un lado puedes orientar tu matón hacia la curación y la salud, hacia el hackeo profesional, a la potencia... y jugar con las armas en la misma dirección. Cada miembro del grupo tiene una función, y si se desempeña adecuadamente todo va mucho más fluído: uno se encarga de hackear a un enemigo potente y despachar a la infantería que llegue, otro distrae al grandote, otro le dispara desde lejos y un cuarto se encarga de curar a los que vayan cayendo, por ejemplo. La variedad de situaciones que nos plantearán es agradable y justifican, de sobras, la compra del juego... pero es que, además, esa competitividad te animarà a rejugarlas hasta el infinito para superar tanto tu puntuación como las de tus compañeros. El único pero que le encontramos es que el comportamiento de los enemigos es demasiado previsible, y en muchas ocasiones ganará el que se sepa de memoria de dónde salen y cuándo disparar.

Starbreeze ha demostrado que es un estudio con mucho talento y no esperábamos menos que un juego de acción pulido y serio. Syndicate lo es: innova lo justo pero se separa lo suficiente de los otros FPS como para tener voz propia. También ofrece una estética atractiva y unas mecánicas que encajan especialmente bien en el cooperativo. Es ahí donde se hace fuerte y se justifica como reboot -¡y no necesita online pass!-, ya que la campaña para un jugador es solo correcta.

8 / 10

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