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Análisis de To the Moon

Una historia de amor.

Si, como dice la canción, con una guitarra y un par de palillos nació el pasodoble, con el RPG Maker y un solo hombre nació To The Moon.

Este hombre es Kan Gao, un joven canadiense que dirige Freebird Games y que lo hace prácticamente todo, desde la música hasta la programación, el arte o el guión. Tiene gente que lo ayuda, pero esencialmente era él y su idea, y muchas horas de prueba y error mientras acababa su carrera.

Una estética de JRPG que consigue algunos momentos preciosos.

To The Moon cuenta la historia de un par de científicos que tienen una máquina muy especial que les permite viajar en los recuerdos de la gente e implantar vivencias artificiales. ¿Os imagináis poder morir pensando que fuisteis grandes héroes, que ganasteis mucho dinero o que tuvisteis una existencia perfectamente feliz? Ellos permiten que creas que así fue. Permiten que subsanes cualquier error.

El cliente, esta vez, es John, un hombre muy mayor que está agonizando en su cama y que desearía haber estado en la Luna. ¿Por qué? Ni él mismo lo sabe. Para averiguarlo tendremos que entrar en sus recuerdos y navegar hacia atrás, presenciar los momentos más importantes de su vida y ser capaces de entender cómo cumplir su deseo.

Entre capítulos hay algunos minijuegos, pero su importancia es muy menor.

La forma de viajar atrás en el tiempo es ir completando enlaces de recuerdos. Tenemos que detectar objetos clave de cada época y luego encontrar otro que nos sirva de anclaje, que haya estado en otro tiempo. No es nada difícil; de hecho el juego no es difícil en ningún momento. Incluso podríamos llegar a no llamarlo juego. Tiene poco de interactivo, mucha cinemática y mucho texto. Pero, ¿y qué más da? Esos sacrificios, si queremos llamarlo así, compensan; compensan porque la historia es arrolladoramente tierna, casi siempre sutil y cercana. Pocas cosas se han dejado al azar, pero siempre tienes la sensación de estar ahí, junto al Dr. Wyatt y a la Dr. Rosaleane, los científicos, y todo lo que van descubriendo también lo descubres tú, y lo vives, momentos dulces y momentos terribles.

La música tiene mucha importancia y, además, es agradable.

Las mecánicas y estética de JRPG de los 90 no desentonan en gran parte porque los personajes, a pesar de estar construidos con cuatro píxeles, son muy expresivos. Tampoco hay demasiadas localizaciones, pero están muy bien tratadas; no hay, en efecto, nada de exploración, pero sí de contemplación. Cada vez que regresamos al faro o que paseamos por las distintas iteraciones temporales de un mismo sitio lo vemos de una forma distinta gracias a cómo juegan con el color y la música y la buena gestión del ritmo.

To The Moon es, pues, una experiencia eminentemente narrativa, y eso hace que sea complicado hablar más de él sin dar detalles del argumento -y prefiero que lo descubráis vosotros a lo largo de las cinco horas que dura. A mí me ha gustado, sin caer en la exageración. No es, digamos, un pasatiempo al uso, pero sí que te conmoverá y puede que a algunos hasta os humedezca un poco los ojos.

8 / 10

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