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Animal Crossing: New Leaf - Crónicas de un pueblo 2ª Parte

Albert se va de visita al pueblo de Borja.

La vida sigue con apacible tranquilidad en Malgrat, el pueblecito del que Albert, un servidor, es alcalde -adorable- en Animal Crossing: New Leaf. Si el otro día os hablaba de mi llegada, de la bienvenida que me dieron mis conciudadanos, de cómo me compré una casa y de mis primeros días en el cargo, hoy veremos cómo avanza la vida en el pueblo, cómo me voy adaptando y, para acabar, vamos a hacer una visita al pueblecito de un buen amigo.

Si no juegas durante unos días los vecinos empezarán a preocuparse.

Poco a poco me voy acostumbrando al juego y a sus rutinas, porque si hay algo que defina a Animal Crossing son son sus pequeñas rutinas. A medida que juego voy comprendiendo que la gracia del asunto está en que cada vez que enciendas la consola, aunque sea para jugar solo 15 minutos, acabes consiguiendo algo, ya sean más bayas (el dinero del juego), un nuevo objeto para tu casita, hacerle un favor a un vecino, encontrar un fósil que falta en el museo, comprobar que todo vaya bien en el pueblo, enseñarles tacos a tus vecinos, pescar, salir a cazar mariposas, preocuparte de que las flores estén bien, etc.

El reloj interno del juego hace que faltar unos días a tu cita diaria con Animal Crossing tenga sus consecuencias. Por ejemplo, esta semana pasada he estado bastante liado entre el trabajo, donde estamos preparando la cobertura del E3, el Primavera Sound que se ha celebrado en Barcelona, y encima me ha dado por empezar a ver la serie Firefly y rejugarme toda la saga Uncharted, y claro, entre una cosa y otra no he tocado el juego en toda una semana. Nada más encenderlo mis vecinos ya me hacen notar mi ausencia y lo mucho que me han echado de menos. A todo esto, han crecido malas hierbas que he tenido que arrancar, me he perdido el torneo de pesca que se celebró en Malgrat, y muchas otras cosas que seguro no he visto.

En el pueblo de Borja hay manzanas y en el mío peras, así que con un intercambio de frutas ampliaremos nuestras variedades autóctonas.

"Visitar el pueblo de otro jugador es descubrir cosas nuevas, pero lo más importantes es que es una oportunidad única para rapiñar de todo."

Lo dicho, poco a poco voy adaptándome al juego y quiero imaginar que el juego se está adaptando a mí. Cada día que pasa tengo más cosas para decorar la casa -mirad que papel de pared más loco que me he agenciado- y para regalar a mis vecinos, pero en todos estos días que llevo jugando todavía no he dado ese paso tan importante en Animal Crossing: visitar el pueblo de otro amigo o que vengan visitantes al mío.

Dado que el juego todavía no está a la venta en Occidente solamente hay unos pocos periodistas conectados, pero intercambiando los códigos de amigo rápidamente podemos organizar una quedada múltiple, y es que hasta tres personas pueden ponerse de acuerdo para formar una comitiva y visitar otro pueblo. De momento, mi primer viaje fuera de Malgrat lo hago a Nassau, que es el pueblo de mi compañero Borja Pavón.

Nada más llegar a la estación de Nassau una señal inequívoca me indica que no me he equivocado de destino. Una bandera de Eurogamer ondea junto al andén. ¡Que tío el Borja! Píxel a píxel ha tejido la bandera del pueblo. De hecho en el ayuntamiento también ha colgado la bandera de Eurogamer e incluso tiene una camiseta de la web -que espero, ejem, que algún día me regale, ejem. Desde el ayuntamiento también se puede cambiar la melodía del pueblo, y ahora que recuerdo... yo tengo el clásico tema de la princesa Zelda. Mi-Sol-Re-Do-Re-Mi-Sol-Re...

Para hacer pocos días que juega la habitación de Borja está bastante apañada. Y tiene una camiseta de Eurogamer.

Visitar el pueblo de otro jugador es descubrir cosas nuevas, pero lo más importante es que es una oportunidad única para rapiñar de todo. Para empezar, veo que tiene otros vecinos distintos de los míos, pero también que tiene frutas distintas de las que crecen en el mío, así que es una buena oportunidad para hacer acopio de cosas y revenderlas luego (y a muy buen precio) en mi propio pueblo.

La comunicación entre los jugadores se lleva a cabo mediante un sistema de chat muy básico (y algo tosco), pero hay otras formas de comunicarse, como enviar cartas (en las que puedes adjuntar objetos), o bien colgando un mensaje en el cartel de anuncios. La imaginación y sobre todo las coñas son el pan de cada día entre los que ya no somos precisamente unos chavalines y aún así perdemos las horas con este juego. Finalmente le digo a Borja que me enseñe su casa. Una vez allí nos intercambiamos unos regalos y después de pasar un ratillo me vuelvo a Malgrat. Como no para de repetirme Borja, Animal Crossing es "HAMOR".

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