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Animal Crossing: New Leaf - Crónicas de un pueblo 3ª Parte

La isla, la visita al museo y la casa loca de Víctor.

Ya quedan pocos días para el lanzamiento de Animal Crossing: New Leaf y por lo tanto para la publicación de su correspondiente análisis, pero eso no impide que os traiga una nueva entrega de esta serie de crónicas sobre Malgrat, mi pueblecito en el juego y el lugar donde he pasado gran parte de mi tiempo durante el último mes. En cierto sentido, esta suerte de diario sobre el juego que he venido haciendo durante estas semanas me va a venir de perlas; me permite sacarme de encima trabajo de cara a la reseña final, y es que la cantidad de cosas de las que hablar es abrumadora. Si bien no diría que es el juego con más contenido que haya visto -de hecho, tampoco hay tanto- sí que es un juego que destaca por su enorme capacidad para sorprender al jugador a corto, medio y largo plazo.

Ojo con el casco de Samus que me he agenciado. El juego en sí es un gran museo de gloria nintendera.

Como ya he dicho en anteriores ocasiones, me da la sensación de que esta nueva entrega de la saga para 3DS va un poco más allá en lo que se refiere a dosificar las sorpresas. El propio ritmo del juego en conjunción con el reloj interno están concebidos para que el jugador no pueda descubrir todo de forma compulsiva. Cualquier cambio que queramos hacer en el pueblo requiere que paguemos cantidades bastante elevadas de bayas (la moneda del juego) y una vez las reunimos hemos de esperar al día siguiente para verlo terminado. Sin ir más lejos, uno de mis primeros "Proyectos Municipales" ha sido la construcción de un pozo, y todavía hoy, una semana después de que lo encargara, no se ha acabado la recolecta de bayas necesarias para la obra.

Esta dosificación del contenido encaja perfectamente con el espíritu coleccionista/completista que siempre ha caracterizado a la franquicia, y que se pone de manifiesto en cosas como el Museo. Es el único edificio que nunca cierra sus puertas y es donde se reúnen todos los fósiles, animales acuáticos, insectos y cuadros que vamos consiguiendo a base de cavar, pescar, cazar y comprar. Sócrates, el búho que se encarga de catalogar cada uno de los especímenes que le llevamos, recibe siempre cada nueva pieza agitando las alas por la emoción, y no duda en acompañar cada una de una completa explicación que pone de manifiesto cierta voluntad didáctica en el juego. Podéis ver en estas capturas cómo me está yendo con la zona de esqueletos de dinosaurio, con el acuario o con el jardín de mariposas.

La casa de Víctor, en León, tiene un futbolín, un Scalextric, montones de muñecos de Nintendo e incluso un Vermeer colgado de la pared.

Las contribuciones en el Museo casi siempre serán nuestras, pero si un amigo visita nuestro pueblo con una pieza extraña que no tengamos también podrá donarla, y así quedará reflejado en el cartelito informativo. En la visita que realizo a León, el pueblo de mi compañero Víctor de AnaitGames, no tengo casi nada que no tenga porque ha jugado mucho más que yo, pero es una buena oportunidad de ver una partida más avanzada. Además de poder ver el parque que se está construyendo, también tengo la oportunidad de ver cómo es una casa más grande -con varios pisos incluso.

Ir de compras también es algo típico cuando visitamos el pueblo de una amigo, sobre todo si tiene una partida más avanzada y por lo tanto tiendas más grandes y con más objetos que los que podemos encontrar en nuestro pueblo. Dicho y hecho, en la visita que realizamos al centro comercial -yo solamente tengo una tienda pequeña- del pueblo de Víctor me compro el megáfono, una de las novedades de esta versión para 3DS que utiliza el micrófono de la consola y que nos permite localizar a nuestros vecinos llamándolos por su nombre. Es una herramienta ideal para localizar a los vecinos y no tener que estar buscándolos por todo el pueblo, y aunque muchas veces no nos entiende del todo bien, es estupenda para cuando hemos de darle un objeto a uno de los vecinos.

Viajar a la isla es solamente una excusa para escuchar una nueva canción del marinero

De todas maneras, la gran novedad de la última semana ha sido poder visitar la isla. Como pasa con muchas de las cosas que esconde el juego, no podemos acceder a ella hasta pasados unos cuantos días. Una visita del antiguo alcalde, ahora retirado en la isla, sirve para avisarnos de que ya podemos ir al embarcadero para ir hacia allí. Era algo que ha estado desde siempre en la saga, pero para un novato como yo, es una gran sorpresa. En consonancia con el tono del juego, cada vez que visitamos la isla el marinero nos canta una canción distinta, y de nuevo se pone de manifiesto que la traducción al castellano es sensacional -siempre lo es con los juegos de Nintendo, pero en Animal Crossing: New Leaf la simpatía, el humor y el acierto se desbordan por todos los lados de la embarcación.

"Animal Crossing no se basa en la habilidad como la mayoría de juegos, apela a algo no demasiado habitual: el sentido de la responsabilidad."

En la isla tenemos la oportunidad de recolectar frutas exóticas que no dudaremos en vender una vez lleguemos a casa, bichos y peces distintos que seguro nos faltan en el Museo, pero lo mejor de todo son los varios minijuegos que podemos jugar hasta cuatro jugadores a la vez. Otra cosa que descubrimos en la isla es el traje de buceo que nos permite nadar y sumergirnos en el mar.

Dicho de esta manera, para un jugador que no conozca la saga todo esto que explico pueden parecer pequeñeces, cosas sin importancia, pero como hemos comentado al principio, en Animal Crossing cada pequeña novedad es una gran sorpresa que se añade al conjunto de cosas que podemos hacer. Y así, con la tranquilidad con la que desarrolla todo en el juego van pasando los días en los juego.

Las isla nos permite recolectar todo tipo de frutas y animales exóticos, pero también participar en minijuegos con los que conseguir nuevos objetos.

Poco a poco doy cuenta de lo que ha querido conseguir Nintendo con este juego. ¿De qué van la mayoría de juegos hoy en día? De pegar tiros, matar zombis, chutar una pelota... En definitiva, de competir como niños en el patio del colegio. Animal Crossing, en cambio, es mucho más que eso, aunque no lo parezca es uno de los juegos más adultos que existe. No se basa en la habilidad como la mayoría, apela a algo no demasiado habitual: el sentido de la responsabilidad.

Es creativo, universal, se adapta a todo tipo de jugadores, es perfecto para una portátil, te sorprende cada día, y sí ,es muy adictivo. Animal Crossing es un nuevo concepto de pasatiempo. Es escapismo puro. Y aquí estoy, en la treintena y cuidando de mis vecinitos, regando la flores, recogiendo fruta, pescando, cazando mariposas...

Estad atentos porque la semana que viene publicaremos por fin emitiremos nuestro veredicto final sobre el juego en nuestro análisis. Mientras tanto ya sabéis donde encontrarme.

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