Art of Murder: Hunt for the Puppeteer
Sueños y miserias de un titiritero.
Las aventuras gráficas son como los antiguos seriales radiofónicos, un género donde se demuestra aquel dicho de que la pluma es más afilada que la espada. Hubo un tiempo en que la gente no tenía televisores en sus casas, en lugar de éstos el centro del hogar estaba presidido por imponentes aparatos de radio capaces de reunir a toda la familia a su alrededor. Uno de los programas más populares eran las citadas radionovelas, espacios donde guionistas, actores y artistas del sonido se reunían para dar rienda suelta a todo tipo de historias sin más limitación que la impuesta por los propios limites de la imaginación. Si querías recrear un ejército de miles de hombres solamente tenías que coger una caja de cerillas, llenarla de piedrecitas y mecerla suavemente de un lado a otro. Si querías simular un gran incendio solamente tenías que coger una hoja de papel y arrugarla junto al micrófono. Si querías grandes tempestades no tenías más que acercarte al micro y pedir silencio como hacen los profesores en medio de un examen. Con los medios más básicos cualquiera era capaz de crear historias y esto mismo le ocurre hoy en día a los videojuegos de aventura gráfica, que se han convertido en un género absolutamente democratizado en lo creativo.
Por ésto mismo, me parece muy poco acertado que algunos medios intenten justificar la poca calidad de un juego como Art of Murder: Hunt for the Puppeteer basándose en algo como es su bajo presupuesto. En efecto, este título desarrollado por el estudio polaco City Interactive no tiene un gran presupuesto detrás y podría escudarse bajo este pretexto, pero no en un género que ha demostrado que sin inversiones millonarias se pueden crear auténticas joyas; sólo hay que ver la cantidad de webs sobre aventuras gráficas amateur para comprobarlo.
Empezando por el argumento, este título sigue la estela de la primera parte, llamada Art of Murder: FBI Confidential, una historia de asesinos en serie donde nuevamente tomaremos el control de la detective Nicole Bonnet. En esta ocasión cruzaremos el Atlántico y tendremos la oportunidad de viajar por diferentes ciudades del viejo continente –empezando por París– con el objetivo de investigar el misterioso caso de unos macabros asesinatos perpetrados con el mismo modus operandi: suspender a las víctimas desangradas de unos hilos como si fueran marionetas y dejar a su lado un muñeca vestida con ropas del siglo XVIII. Empezará así la búsqueda del asesino conocido como “El Titiritero” y también será el comienzo de uno de los desfiles de tópicos argumentales más evidentes que recuerda un servidor.
Tras este guión de carácter realista y desprovisto de cualquier pincelada de humor se esconde un mecánica detectivesca de recolección de pruebas que recuerda a la de las típicas series de televisión protagonizadas por la policía científica. Aquellos que en su momento jugaron a la aventura Still Live (Microïds, 2005) sabrán exactamente de que estamos hablando. El jugador ha de resolver los diferentes rompecabezas que encuentra en su camino mediante métodos parecidos a los usados en estos programas: fijarse en todos los detalles de la escena del crimen, tomar fotos, robar pistas importantes para llevarse el gato al agua, y demás prácticas poco honorables. Una de las gracias, sin embargo, es que parece que nuestra protagonista no va tan bien equipada como irían los chicos de CSI, y por este motivo, para algo tan sencillo como por ejemplo tomar una muestra de huellas dactilares deberá ingeniárselas usando objetos cotidianos que encontraremos esparcidos por el escenario. La mayoría del tiempo nos lo pasaremos intentando localizar estos objetos así que con el objetivo de ayudar a los jugadores menos pacientes la barra de menú incluye un botón que nos permite ver todos los objetos con los que podemos interactuar.
Hasta aquí podríamos decir que todo es correcto, no deja de ser la típica aventura de ir clicando con el ratón por la pantalla combinando objetos, pero no será hasta que empecemos a jugar cuando entenderemos delante de que tipo de producto nos encontramos. El juego está plagado de errores de diseño y estructura. Las diferentes escenas se desarrollan de una forma tan lineal que no se puede pasar de un escenario a otro sin haber completado todos los puzzles a exigencia de su encorsetado y aburrido guión. De esta forma, el juego puede o acabar siendo abrumadoramente fácil o convertirse en un callejón sin salida de tedio. La misma dinámica de los diálogos con otros personajes es tan absurda que nos hace plantear si los creadores de este juego han tenido experiencia previa con otros juegos de este tipo. Cuando queremos hablar con un personaje se nos dan diferentes temas de conversa para escoger, pero incomprensiblemente no podremos finalizar el diálogo hasta haber preguntado todas las opciones posibles. Además de todo esto, la forma de avanzar a base de conseguir pruebas se lleva a cabo de forma muy poco natural, ya que en ningún momento de la aventura se acaba de ver claro si tenemos que rompernos la cabeza para conseguirlo nuestro objetivo de forma realista o de forma disparatadamente ridícula.
Al respecto de la parte técnica hay que diferenciar claramente lo visual de lo sonoro. Así, podríamos decir que gráficamente Hunt for the Puppeteer cumple. Los escenarios son correctos, tienen un toque realista y cuenta con bastantes elementos móviles para contrarestar el estaticismo. Los personajes, por su parte, no son para tirar cohetes pero podemos darles un pase pese a que casi no tienen animaciones y parece que en lugar de caminar practiquen el patinaje sobre hielo. Sin embargo, no podemos decir lo mismo del sonido. Cuando llevéis horas y horas escuchando la misma canción clónica de misterio de peli dominguera decidiréis prescindir de ella. ¡Y qué decir de su doblaje de “gran calidad” (esto lo he llegado a leer en una revista)! Pues que sí, ya sabemos todos que los doblajes son un mal endémico de este tipo de juegos, pero aquí se han superado. Yo no he encontrado el doblaje de “gran calidad” por ningún lado, al contrario, lo que oigo es altamente ridículo, con personajes manteniendo conversaciones con distintos tonos (especialmente divertido en las escenas con algo de seducción). Reír para no llorar. Quizás es que mi versión del juego es especial, en ese caso estoy dispuesta a venderla como una rareza. ¿Algún interesado?
En definitiva, Hunt for the Puppeteer es un juego que seguramente sólo gustará a los insaciables de las aventuras gráficas. No hay que pasar por alto que algunos de sus rompecabezas son dignos y a primera vista aparenta ser un título correcto, pero a la que rasquemos un poco encontramos un producto que no cumple los mínimos exigidos hoy en día. Solamente que hubiesen dedicado algo más de su ingenio en no repetir fórmulas trilladas y en ofrecer una historia original y atrayente nos tendrían a sus pies. Es lo que tienen las aventuras gráficas, que con pocos medios puedes llegar a lo más alto o caer al vacío.