Entrevista: El vínculo de Edmund McMillen
El creador de Super Meat Boy y Binding of Isaac habla de sangre, genitales, caca y de por qué la Biblia ha influenciado su trabajo.
Mientras conduzco por Santa Cruz, California, hacia el hogar de la mente responsable de Super Meat Boy y Binding of Isaac, Edmund McMillen, me veo a mí mismo navegando por sinuosas carreteras y escuchando agresiva música ska y punk a todo trapo. La música que suena alza el puño contra los miedos de la sociedad y exclama por una rebelión sin miedo - y aunque no dudo de que la inspiración detrás de la letra sea sincera, hace que me pregunte algo: ¿cómo lo ha hecho la gente que ha logrado el éxito yendo contra lo impuesto y sin ocultar su indignación por la sociedad en general para seguir adelante? ¿Cambian en cuanto el sistema empieza a trabajar a su favor? ¿Qué es lo que les ocupa en el día a día? ¿Cómo son sus casas? ¿Tienen pelo sus gatos, como los nuestros?
Para ser sincero, es un pensamiento que se ha tomado su tiempo, porque sigue rodando por mi cabeza cuando McMillen - un hombre que se ha adentrado descaradamente en temas que otros desarrolladores jamás tocarían con juegos como el shooter The C World, extremadamente explícito con la anatomía femenina - me abre la puerta. Tras conocer a su mujer, Danielle, y acariciar a su gato sin pelo (sí, justo como en la peli), entramos en su espacio de trabajo. Allí, rodeado por una mezcla muy geek de parafernalia videojueguil, cómics y modelos de la anatomía humana a tamaño real con órganos y todo, empezamos a hablar. De la caca.
"Suelen gustarme las cosas muy raras," afirma, mientras me ofrece una silla de oficina. "Es decir, la mayoría de mi trabajo ahonda en etapas iniciales del desarrollo del ser humano, en el pipí y la caca... Suena retrasado, pero me fascina la idea de la caca; se considera grosero y raro, pero todo el mundo caga. Todos estamos muy familiarizados con la caca. Cada día nos limpiamos el culo y manchamos de caca un trozo de papel que tenemos en la mano. Y aun así se considera tan asqueroso, tan grosero y raro. Aunque estamos todos j***damente familiarizados con ello."
"En todo lo que hago hay temas recurrentes, y normalmente son cosas que me parece muy raro que la gente encuentre desagradables. Intento centrarme en las etapas fetales del nacimiento, la vida y la muerte - pero generalmente el nacimiento - el proceso de desarrollo y la muerte y la decadencia. Esas son las cosas misteriosas. Tripas. Lo que hay dentro. Esa clase de cosas. Religión y sexualidad y... genitales.
Esa mentalidad ha guiado a McMillen desde que era pequeño, aunque insiste en que ya no vuelve loca a la gente o se presta a ser el centro de atención. Aun así, debido a que fue un niño que creció en una familia de alcohólicos y drogadictos que se aficionaron a la Biblia y a los cristianos resucitados, McMillen vivió como para crear esa reacción. Dibujó, dibujó y dibujó. Dibujó caca. Dibujó bebés muertos. Y si la gente odiaba lo que estaba haciendo, bueno, eso sólo hacía que se sintiera mejor.
"Creo que el Catolicismo es bastante interesante. Se parece mucho a Dragones y Mazmorras. Parece como una progresión natural."
"Toda la parte paterna de mi familia son Cristianos que han nacido de nuevo," afirma McMillen. "Y eso conllevó muy pocas conversaciones bíblicas y muchos estereotipos cristianos - los aspectos realmente negativos. Todo el mundo va a ir al Infierno. Voy a ir al infierno porque juego a Dragones y Mazmorras, juego a Magic [The Gathering], y se te castiga por la más mínima cosa. Algo que es bastante irónico teniendo en cuenta que viene de los Cristianos renacidos que vivieron una vida llena de pecados antes de convertirse en Cristianos y salvarse. Todos ellos fueron alcohólicos, drogadictos y todo lo demás."
De modo que McMillen supo encajarlo. Si iba a ir al Infierno, al menos haría lo que fuera necesario para llevarse a todo el mundo con él. "Cuando daba una respuesta que molestaba a alguien cercano a mí, especialmente, era una motivación enorme para hacerlo. Así aprendí a luchar. Nunca me meto en peleas físicas, pero puedo pelear con mi trabajo fácilmente porque puedo sacarlo ahí fuera y decir "ahí os lo dejo."
"No recuerdo cómo se llamaba entonces, pero era una web conocida. Era como Facebook, pero sólo se podía registrar tu familia. Podías mostrar al otro lo que estabas haciendo. Tengo un hijo, esta persona cumple tres años, ese tipo de cosas. Así que decidí que como se me había invitado a la página de Facebook de los McMillen, o lo que fuera eso, también iba a mostrar mi trabajo. Empecé a publicar cómics y cosas como esas, y todos se ofendieron mucho, lo borraban y me decían que nunca posteara nada más. Y por supuesto eso sólo causaba que hiciera más, hasta que me banearon de la web de mi propia familia."
Y aun así las quejas de McMillen no van dirigidas al Cristianismo, ni tampoco lo han hecho nunca. En lugar de eso, ha tenido una relación increíblemente complicada con la Biblia, construida por largo tiempo sobre los demonios que ha intentado exorcizar a través de su trabajo y sobre la única persona que ha aguantado esa costumbre desde el primer día. Hablo de la abuela de McMillen, ahora ya tristemente fallecida, que aparece en más de una ocasión en esa película y que sin querer abre las puertas a una inundación figurativa de proporciones bíblicas.
"Mi abuela era católica," dice. "Muy, muy religiosa. Pero sorprendentemente, no de forma negativa. Nunca hubiera presionado a nadie. Era algo muy personal para ella. Era una mujer muy inteligente. Nunca hablaba de eso conmigo, pero alguna vez la oí hablar sobre la Revelación y esas cosas con su familia, la que era de lejos la parte más interesante de la Biblia. Estaba obsesionado con eso cuando era pequeño."
Y entonces, en un abrir y cerrar de ojos, pasa de ser un adulto reflexivo a un chaval ojiplático. Su posición cambia de una casual pero reservada a una más animada y expresiva mientras rememora su historia de amor con el fin de los días. "Creo que nunca me lo creía del todo, pero la mitología es tan épica... ¿Bestias gigantescas que se alzan del océano? Era del plan, oh Dios mío... Casi deseaba que fuera real para que pudiera verlo, porque me encantaría ver a ángeles gigantes descendiendo de los cielos y llevándose a los creyentes mientras una p*ta bestia se alza en mitad del océano y abre el Infierno. Valdría la pena morir por ello, porque sería la cosa más épica que verías jamás."
"La gente me pregunta que por qué hay tanta violencia en mi trabajo. Crecí con la imagen de un hombre ensangrentado y moribundo que sufre por todos, un mártir, y que repesenta la idea de auto sacrificio. Tu Dios exaltado, tu Dios, se hace trizas el cuerpo por el bien del mundo. La violencia se convierte en sagrada. Y de muchas maneras, en la Biblia y el Catolicismo, la violencia y el gore se consideran sagrados. Bebes la sangre de Cristo, te comes su carne. ¿Cómo no me va a entrar eso?
"Es difícil decirlo, porque odio decir que estaba jugando sobre seguro, pero estaba jugando sobre seguro con Super Meat Boy."
"Curso siete años de catequesis, crezco y me enseñan, ya sabes, hechizos... Aprendo a formular encantamientos antes de recibir la sangre y el cuerpo de Cristo, ¿sabes? Para protegerme del diablo. Es totalmente mágico, y me encanta por eso. Me encanta el misterio que lo rodea, todo lo relacionado con los rituales. Creo que el Catolicismo es bastante interesante. Se parece mucho a Dragones y Mazmorras. Es como una progresión natural."
Y entonces McMillen se hunde poco a poco en su acolchada silla de cuero. Mira hacia abajo, como si de repente hubiera sido superado por un gran peso. Son estos momentos recordando su juventud los que le recuerdan lo lejos que ha llegado. Para McMillen todo se traduce en el misterio, la curiosidad y la capacidad por sorprenderse de esos años de formación. Pero cuando se van, se van para siempre.
"Ya no me asustan los monstruos, y hay una parte de mí que realmente lo odia," explica, al borde de la desolación. "Siento que no tengo la habilidad para creer ciertas cosas, y en general es un asco. Es una de las cosas que apestan de madurar, que pierdes el misterio, y si pierdes el misterio pierdes la magia. No quiero hacer eso."
"En el momento en el que empecé a tener dinero, lo primero que hice fue empezar a reconstruir mi infancia. Estoy explorando de nuevo los misterios de ciertas cosas que eran mágicas para mí cuando crecí, que me influenciaron. Hay mucho cuando eres un niño y creces con esa creatividad desenfrenada. Crees en los mitos, ¿sabes? Tengo el impulso de rodearme con recuerdos que tengo, porque es inspirador. Es inspirador visitar un tiempo en el que solía asustarme de ser abducido por aliens en mitad de la noche, o porque sabía que podían estar esuchando lo que pensaba, y si entonces pensaba en ellos lo oirían y vendrían a cogerme. Llegarían en el peor momento, porque sabían cuál sería ese momento."
De repente toda esa parafernalia apilada en el suelo y en las paredes adquiere un nuevo significado. Como también lo hace la figura de acción de Jesucristo, que en un principio creía que estaba ahí por ser algo irónico. Pero no todo son personajes de videojuegos retro, héroes de cómics, y pequeñas recreaciones de figuras religiosas muy pasivas vestidas con ropa de kung-fu. Hay cosas del Meat Boy, y las hay... en todas partes. Pósters, figuritas, camisetas. Pero entonces, todo cobra realmente un sentido. Después de todo, Super Meat Boy dio a conocer a McMillen, más que el idílico Aether, Gish o The C World. Pero de alguna forma, no está del todo contento con eso.
"Es difícil decirlo, porque odio decir que estaba jugando sobre seguro - pero estaba jugando sobre seguro con Super Meat Boy," admite con un aire de derrota. "Estaba arriesgando mucho, así que por supuesto jugué sobre seguro. Lo hicimos sabiendo que podíamos publicarlo en Xbox Live. ¿Qué juego vamos a hacer? Bueno, rehagamos un juego. No vamos a hacer un juego nuevo, porque eso es peligroso. No quiero arriesgar toda mi p*ta carrera en algo incierto. No estoy cómodo con ello. No estoy cómodo arriesgando el futuro de Tommy, un programador y buen amigo, y a mi mujer y todo eso. Voy a hacer algo que sé que a la gente ya le gusta. Y la versión más popular que hice recientemente fue la versión para navegador de Meat Boy."
"Super Meat Boy es lo más cercano que he hecho a venderme, pero no lo es. Aun así, es seguro. Es muy, muy seguro, y sabía que era seguro ir a por ello, y estaba yendo sobre seguro porque estaba arriesgando muchísimo. Había esa parte de mí después de hacer Super Meat Boy que sentía que necesitaba... necesitaba no jugar sobre seguro. Necesitaba hacer algo peligroso."
Y la respuesta de McMillen fue The Binding of Isaac, su exitoso shooter que es como si Zelda y Robotron tuvieran un hijo. Pero en el momento en que se lanzó, Isaac era una de esos juegos que McMillen describe como un "suicida-carreras". Después de todo es una compleja masa de sangre, genitales, caca, simbolismo religioso, abusos paternales y encima es difícil. ¿Quién en su sano juicio esperaría encontrar público para eso?
"Simplemente quería ir a por todas," afirma. "En muchas ocasiones me encontraba diciendo, 'no puedo poner eso ahí.' Y luego: '¿Qué estoy haciendo? ¿Lo estoy haciendo de nuevo? ¿Estoy suicidando mi carrera? Esto es estúpido. ¿Por qué hago esto?' Y siempre que pensaba eso, era como 'Sí, sé que esto es bueno. Esto es emocionante. Estoy jugando con cosas peligrosas. Me gusta.'"
"Muchas de esas cosas, muchas de las cosas más oscuras, vinieron de mi familia paterna. Abusaron horriblemente de ellos. Muchas cosas muy, muy chungas: su madre le asustaba mucho, y muchos de los problemas con el género y otras cosas sobre abusos las sé por historias que oí de mi madre sobre lo que le pasó a mi padre. Sus padres eran muy religiosos. Es extraño."
"Me encontré pensando en cosas como 'voy a tener que regalarlo. Será un juego gratuito esponsorizado, porque de ninguna manera la gente va a pagar por eso. Es demasiado raro.' Era todo tan oscuro. Esa es la razón por la que tuve que hacerlo realmente mono, porque no podía... no podía destrozar a la gente con este juego. Va a ser demasiado fuerte y raro y oscuro como para que la gente lo disfrute. Pero era lo más interesante, así que seguí con ello, y seguí y seguí. Nunca censuré nada de lo que hice. Nunca quité nada de lo que hice."
Pero, contra todo pronóstico, The Binding of Isaac llegó a rivalizar con la popularidad de Super Meat Boy, y quizá incluso la sobrepasó si nos referimos a la rabiosa dedicación de su base de fans. Mientras tanto, más o menos al mismo tiempo, la estrella de McMillen se alzaba en otro medio: el cine. Así que, naturalmente, esa película finalmente aparece en la charla. No obstante, McMillen hace una astuta distinción: la película no le ha cambiado. Ha cambiado la forma en que la gente lo percibe, y en su opinión, a peor.
"Suena realmente raro, y odio hablar sobre ello, pero no me siento como una celebridad," empieza, con un claro tono de abatimiento. "No siento que haya tenido un gran éxito, no siento como si lo 'crease.' Me siento como la misma persona que he sido siempre, y que lo pone todo para aprender, para ser mejor y mantenerme cuerdo haciendo esto. Pero siento como si hubiera sido forzado a entrar en esta otra caricatura de quién soy para las masas, porque se me ve como la exitosa voz independiente que aparece en una película sobre juegos independientes, la gente sabe quién soy, y saben mi nombre."
"Es raro ir a la GDC y esos sitios. Es como si la gente sólo quisiera pasar el rato. ¿De qué se supone que trata? No lo sé. Soy el tipo de persona que siempre ha tenido un mejor amigo y ninguno más. Y tengo a mi mejor amigo, ¿sabes? Y estoy bien. Me costaba mucho relacionarme con un gran número de personas. Nunca hice fiestas, era algo que intentaba evitar. La gente me asustaba de muchas maneras. Veo lo peor de las personas, y es espantoso."
"Pero hay otra parte en todo esto, que era que necesitaba ser accesible para los fans. No quiero ser un capullo, realmente no quiero porque he sido defraudado por personas que me han inspirado. Tengo sus mails, he hablado con ellos un poco. Pensé que tenía que entender un poco mi celebridad, ¿sabes? Necesitaba entender de qué hablaba la gente, qué les gustaba de mí y qué no. Necesitaba leer esas cosas, necesitaba saber quién era a ojos del público. Y me centré en eso durante dos años con Meat Boy y luego la película y esas cosas. Y todo eso me atrapó, y fue muy malo. Entonces no me di cuenta."
"En el momento en el que empecé a tener dinero, lo primero que hice fue empezar a reconstruir mi infancia. Estoy explorando de nuevo los misterios de ciertas cosas que eran mágicas para mí cuando crecí, que me influenciaron. Hay mucho cuando eres un niño y creces con esa creatividad desenfrenada."
Recientemente, McMillen encontró por fin una forma de salir de ese círculo vicioso destructor. ¿En corto? Se quitó Internet. O mejor, un intento de hackeo le obligó a hacerlo durante una semana, pero era como tomar un profundo respiro por primera vez tras estar a punto de hundirse. Finalmente pudo avanzar.
"Cuando me hackearon y me vi obligado a estar sin Twitter y todo eso durante una semana pensé, 'Oh Dios mío, soy mucho más productivo y me siento mucho mejor y me empiezo a dar cuenta que todas esas cosas no tienen nada que ver con lo que me gusta hacer, con quien soy, o con cualquier cosa.' Es algo muy negativo. No necesito que ensalcen mi ego. Algunas veces la gente dice cosas muy buenas que motivan mucho. Pero en su mayor parte ya no las necesito. Y trabajo mejor sin ello porque sino me empiezo a obsesionar. Pero sea como sea creo que es bueno para mí, porque todo lo de la película, la GDC y esas cosas era realmente raro."
Y así, terminamos nuestra charla con un final relativamente positivo. McMillen hace hincapié en que pensar, ya sea obsesiva, mordaz o destructivamente, es simplemente lo que mejor sabe hacer. Pero por ahora va a volver a centrar esos pensamientos en las cosas que importan a la gente. Todavía hay, no obstante, un amplio final. Mis ojos se han pasado la última hora repasando los intrincados tatuajes de McMillen, así que lo tenía que saber: ¿qué es lo que son? ¿Qué es lo que resulta tan importante como para que alguien como McMillen, con una habilidad tremenda para reflexionar y reinventar, decidiera imprimírselo en el cuerpo?
"Este de aquí," explica, señalando las líneas de su brazo izquierdo, "me lo hice cuando mi abuela murió. Se suponía que debía recordarme que era algo más que mi mano izquierda. Soy zurdo, y era un recuerdo de que soy algo más que ese tipo que hace juegos o lo que sea, que ese tipo creativo. Soy mucho más que eso. Si algo sucediera, si me cortaran el brazo y no pudiera hacerlo más, seguiría habiendo otras cosas y seguiría siendo un ser humano completo."