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Assassin´s Creed

La banalización del videojuego.

3.- Chapuzas varias:

Por un lado existen mecánicas que son completamente inútiles a la hora de jugar, como la acción de apartar a la gente con el brazo, que únicamente se justifica de cara a crear hype mostrándola en vídeos promocionales, y, por otro, existen conceptos que están mal implementados y que, por tanto, repercuten negativamente en la jugabilidad:

  • El sigilo es un elemento básico en el juego pero, a pesar de ello, está muy poco trabajado. Dispones de un indicador que te informa acerca del grado de alerta de los guardias, pero funciona de manera un tanto arbitraria: en ocasiones basta con correr, saltar o empujar a alguien para que un batallón entero comience a perseguirte, mientras que otras veces, aunque cometas un asesinato delante de sus narices, los muy señoritos ni siquiera se acercarán a investigar.

  • La cámara en el combate está más al servicio del espectáculo que del jugador. Así, cuando asestas una estocada mortal a un enemigo la cámara automáticamente descenderá y se acercará buscando el plano más aparatoso. El problema radica en que al hacerlo con frecuencia tropieza con algún objeto en forma de arbusto, viga, etc., lo que te impedirá visualizar la escena.

  • Altair responde a tus dictados con cierta lentitud, lo cual no deja de ser paradójico al tratarse de una especie de ninja medieval. Este hecho no es ni mucho menos grave, ya que el juego, por su propia mecánica, no requiere celeridad alguna, pero acaba resultando un tanto pesado. Además, como el sistema de control está concebido para solucionarle la papeleta al jugador, en ocasiones Altair realizará acciones no deseadas, como esconderse en un montón de paja si pasas cerca de alguno, o agarrarse como un poseso a los salientes de un muro cuando lo que deseas es caer al suelo.

  • Los asesinatos finales son espantosos: las misiones preparatorias no aportan absolutamente nada, con lo que todos ellos resultan idénticos y consisten básicamente en despachar de forma burda al objetivo y a toda su guardia. Puedes intentar hacerlo con sigilo y de forma limpia, pero en la mayoría de los casos en cuanto te acerques a la víctima tus intenciones quedarán al descubierto como por arte de magia. En definitiva, Assassin´s Creed ejemplifica a la perfección una de las tendencias más preocupantes que se observan en la industria desde hace un tiempo: el desarrollo de productos cuya escasa profundidad genera dudas acerca de su propia condición de videojuego y en los que un acto lúdico como es el de coger un mando y ponerse a jugar, se convierte en una tarea de corte funcionarial, alimentada únicamente por el afán completista del jugador o por su deseo irracional de obtener logros ridículos, en los que se premia la paciencia en lugar del talento (arrojar x cuchillos, empujar a x mendigos, etc.).

Esto es un negocio y, por tanto, el propósito de abrir mercados con juegos de mascotas o de aprender a montar a caballo resulta legítimo y satisface una demanda que está ahí y que hasta ahora había permanecido ajena en mayor o menor medida a esto del entretenimiento electrónico. El problema radica en la falta de honestidad y el título de Ubisoft Montreal no es honesto. Se ofrece como un juego con mayúsculas y lo único mayúsculo que hay en él es el apartado gráfico, ya que su jugabilidad posee la profundidad de un Cooking Mama, la variedad de un Horsez y la dificultad de un Nintendogs. Títulos, todos estos, que pueden ser discutibles en muchos sentidos, pero que, al menos, poseen una virtud de la que Assassin´s Creed carece: no engañan a nadie.

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