Assassin's Creed 3
Las ilusiones perdidas.
La nueva entrega de Assassin's Creed está cosechando, en general, buenas críticas. A esto le podemos sumar que el mes pasado se convirtió en el juego más vendido de UK, lo que invita a pensar que en el resto de Europa el resultado es más o menos similar. Sin embargo, la saga que empezó con una propuesta donde el espectáculo visual y argumental estaba por encima de todo y que continuo con hacer de la diversión lo más importante, se ha cerrado con un juego que es, posiblemente, el más flojo de todos. Lo que inició una relación de amor a primera vista parece que terminará de manera inesperada.
Un flojo y pesado inicio, una especie de tutorial que, como no vayas a saco y olvidándote de lo secundario puede durar horas. El final de este primer tutorial se cierra argumentalmente de manera inesperada y bastante resultona, eso sí, pero inmediatamente después, cuando al fin podemos manejar al protagonista, volvemos a pasar por otro tutorial. El resultado es que las primeras horas de juego son muy lentas, muy lentas.
Pero su aspecto es realmente bello, eso es innegable. Gráficamente el juego ha subido un peldaño. Los entornos naturales son impresionantes; esos árboles, la vegetación, las texturas de las rocas, la nieve, los efectos de lluvia, etcétera. Sin embargo, volvemos al gris, pues de vez en cuando esta belleza se ve alterada cuando te das cuenta de que lleva extensiones en el pelo, las pestañas son postizas y la capa de maquillaje daría para cubrir la reproducción en yeso del culo Beyoncé pues, para soportar este cambio gráfico, se ha tenido que recortar mucho, al menos en las versiones de consola.
Para empezar, la distancia del horizonte se ha reducido y se ha añadido niebla a mansalva, pero lo peor es lo que sufre el rendimiento: caídas de frames en algunos momentos, nuestro asesino no arranca a correr o reduce velocidad porque tiene que esperar a que se cargue el resto del escenario (sí, Ubisoft, nos hemos dado cuenta del truco). A esto, añade la cantidad de popping y de clipping que tiene y ya alucinas con los sustos que te puede provocar ver como un carromato aparece de repente. Pero, ¿para qué queremos esta mejora gráfica si luego nos muestran un par de ciudades genéricas? Te dicen que son Boston y Nueva York, pero te podrían haber dicho que eran Filadelfia y Albacete y hubiera colado igual. Creo que lo que se ofrece aquí dista años luz de lo que me ofrecían la Plaza de San Marcos de Venecia o las alturas del Duomo de Santa María del Fiore de Florencia.
Ahora, hablemos de las mecánicas; de cómo es esta relación de caricias y miradas. De cómo se juega, vaya. Como siempre en la saga. Añade batallas navales y añade la gestión de una hacienda, donde deberemos reclutar colonos para que fabriquen cosas que vender a comerciantes de diferentes lugares. Esta gestión en concreto tiene un menú bastante poco usable, que hace que tengas que navegar demasiado para hacer un simple envío que, al principio, te deja un escaso beneficio; cosa que no compensa sobre todo si lo comparamos con la caza, que resulta una tarea mucho más productiva y más divertida, rápida. La idea de la gestión de la Hacienda es buena, pero la ejecución es nefasta y sólo se salva gracias a las misiones secundarias que nos darán los colonos.
De la historia poco hay que se pueda contar sin hacer spoilers, pero puedo contar que mi relación con la saga no ha acabado bien. El final no es nada que no me esperara, muy lejos de aquel final de La Hermandad que te dejaba tonto perdido. Además, ¿dónde está el carisma de Ezio? Connor, a pesar de las prometedoras premisas, ni se acerca a la sombra del italiano que consiguió enamorarme desde esa primera pelea que introducía al personaje hasta su reacción ante los asesinatos de su padre y hermano; donde comenzaba la forja de la leyenda. A Connor le falta esa “epicidad” en su forja como héroe. Ese "viaje onírico" que experimenta y que le empuja a convertirse en asesino es un recurso poco emocionante y dista mucho de lo que ya se vio en entregas anteriores.
En resumen, y no me entiendas mal, no estoy diciendo que Assassin's Creed 3 sea un mal juego. Simplemente estoy diciendo que, para mí, ha perdido la magia, esa chispa que se encontraba en cada rincón de los juegos anteriores y que hacía que cada vez que jugaba ardiera de pasión. Esta vez el juego es un mero trámite, un “total, es el último y habrá que jugarlo, ¿no?” que convierte a esta entrega en nada más que un juego del montón.