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Análisis de Assassin's Creed Chronicles: India

Assassins of Persia.

Chronicles India pule ciertos aspectos de la anterior entrega, pero la historia, el sigilo y el combate nunca van más allá de lo correcto.

Resulta curioso que uno de los aspectos más criticados de Assassin's Creed, su empeño derivativo y clónico de una fórmula que ya ha demostrado repetidas veces su cansancio, sea precisamente una de las características más destacables, para bien y para mal, de Assassin's Creed Chronicles: India. Tras el primer contacto de la saga con el juguetón 2,5D, que nos ponía en la piel de Shao Jun en la China del siglo XVI, esta nueva entrega de Climax Studios vuelve a depender de las mismas mecánicas y a reciclar todo lo que pudo llegar a sorprender hace casi un año, por lo que, de alguna forma, a pesar de suponer un cambio radical que se distancia bastante de la serie troncal termina incurriendo en aquello tan criticado que, quiero creer, llevó a iniciar su desarrollo: es más de lo mismo. No tiene por qué ser malo, claro: Chronicles China era un plataformas competente, no mucho más, que apostaba por el sigilo más que por la acción directa, y que tomaba prestadas ideas de juegos como Mark of the Ninja o Shadow Complex. Eso siempre es bueno. Lo malo es la falta de personalidad.

Como en la serie principal, India repite exactamente lo mismo y aprovecha para pulir algunas de las cosas que más flojeaban en la anterior entrega (los puzles son más atractivos, por ejemplo) pero nunca cruza la línea de lo correcto. Es el año 1841, y el asesino Arbaaz Mir está viviendo una tierna historia de amor con la princesa Pyara Kaur al mismo tiempo que sigue las enseñanzas de su maestro Hamir. En mitad de un enfrentamiento entre el Imperio Sikh y la East India Company, Arbaaz tiene la misión de recuperar lo que parece ser un fragmento del Edén. Como todo buen asesino que se precie, nuestro protagonista puede escalar edificios, acabar con los soldados enemigos, utilizar herramientas para crear distracciones y usar sus habilidades especiales para salir airoso de situaciones peliagudas. Eso es lo realmente atractivo: avanzar con cautela, aprovecharse de los escondrijos, esperar el momento adecuado para actuar.

El 2,5D ofrece algunas situaciones interesantes tanto en el apartado de plataformas como en el sigilo, pero no es nada que no hayamos visto en Chronicles China.

En su viaje Arbaaz puede recurrir al combate directo, claro, pero el sigilo sigue siendo la opción más recomendable, y también la que más se ajusta tanto al diseño de los escenarios como a lo que quiere transmitir el juego; aunque el trasfondo, su vertiente de parkour, la historia de la princesa y el estilo artístico recuerda mucho a Prince of Persia, el combate no está tan pulido en Chronicles: India, ni se recompensa de la misma forma que en la serie de Jordan Mechner. Como en Chronicles: China no se penaliza matar a los enemigos, pero se recompensa mucho más avanzar sin ser detectado.

Para eso Arbaaz puede recurrir a las bombas de humo, a sus silbidos, a dardos sonoros y a su propia arma personalizada, el chakram, un arma arrojadiza que puede rebotar en distintas superficies y que permite afrontar los combates y la resolución de puzles de forma ligeramente más estratégica. En ese sentido parece un poco más coherente y sólido que su antecesor: no siempre se nos indica con claridad qué hacer o cómo proceder para solucionar determinada situación, por lo que la sensación de que estamos ante un desafío que va un paso por delante de nosotros es mayor. No mucho, por desgracia, ni tampoco siempre (el avance sigue siendo sencillo, en parte debido a que las superficies por las que podemos escalar están pintadas y adornadas con el característico color rojo y a la notable linealidad), pero es más satisfactorio superar algunas de las situaciones.

El problema es que los controles no siempre funcionan del todo bien, y da la sensación de que en ocasiones el personaje se mueve muy lentamente o que la escalada no responde como esperamos, lo que contrasta con la velocidad de las ejecuciones y de otros movimientos que sí son mucho más fluidos. Resulta frustrante en situaciones en las que, por ejemplo, queremos asesinar a alguien desde una cornisa, y Arbaaz salta en lugar de colgarse de ella. La inteligencia artificial también es un tema que sigue quedando pendiente, aunque en este caso se juego con la estupidez crónica de los enemigos para facilitar un poco las cosas, de modo que se nota que los desarrolladores eran conscientes de esa carencia cuando diseñaron los escenarios. Regresa también la barra Helix que nos permite acceder a dos habilidades especiales, una para los combates y otra para avanzar de forma furtiva entre cobertura y cobertura.

Existe un modo Desafío en el que debemos superar distintos tipos de retos, lo que alarga un poco las horas de juego. Más allá de eso, Chronicles India no es especialmente rejugable.

Las habilidades del personaje mejoran dependiendo de la cantidad de puntos que consigamos en cada uno de los niveles, por lo que teniendo en cuenta que lo que más se premia es el avance sigiloso y cauteloso, de alguna forma sí se condiciona el estilo de juego; como decía no se penaliza explícitamente andar asesinando a todo el mundo, pero no se recompensa del mismo modo. Todo eso no sería un problema si las habilidades que se desbloquean por altas puntuaciones no fueran cruciales, pero son necesarias para avanzar en el juego, por lo que lo mejor es procurar ir siempre a por ellas. En general resulta común repetir secciones con asiduidad para conseguir el resultado deseado; de nuevo, Chronicles: India se basa demasiado en el ensayo y error.

Es, al fin y al cabo, cambiar para seguir siendo lo mismo. Chronicles India es un plataformas competente con un estilo artístico único, una historia decepcionante y una jugabilidad que, a pesar de que mejora ligeramente lo visto en China, sigue a pies juntillas el camino marcado por este, tanto en lo bueno como en lo malo, por lo que gustará a aquellos que disfrutaron especialmente con la anterior entrega y a los más acérrimos seguidores de Assassin's Creed (sí, también hay carros de heno y saltos de fe). Por lo demás es un juego que nunca va más allá de lo correcto y que, como decía en el análisis de Chronicles China, a pesar de ser distinto a las entregas principales se mantiene fiel a su zona de confort. Es competente y no hace nada especialmente mal, pero hay ofertas mucho más interesantes ahí fuera.

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