Assassin's Creed: La Hermandad
Impresiones del single player.
Hemos tenido la oportunidad de que uno de los productores del próximo Assassin’s Creed: La Hermandad nos guíe durante una larga e interesantísima partida. Las sensaciones son fantásticas; sobre el multijugador hablaremos en un próximo artículo, que se publicará en breve.
Assassin’s Creed: La Hermandad no es la tercera parte de esta famosa franquicia. No hay, tampoco, un salto entre protagonistas, como pasó entre Altaïr y Ezio. Pero sí un claro salto en calidad. Quizás estemos ante un Assassin’s Creed 2.5, pero tenemos toda la sensación de que ahora Ubisoft ha podido arreglar y añadir todo lo que no pudo meter antes. Y debo decir que he salido bastante impresionado de la demo.
Controlaremos, pues, a Ezio, aunque varios años después del final de la trama de AC2. En el 1503 ya no es un imberbe imprudente y prepotente; ahora es todo un respetado noble y un maestro de asesinos. Eso, además de notarse en el modelado del personaje, tiene una gran importancia.
La ciudad en la que transcurre la acción es, ya lo sabéis, Roma. Sólo habrá una ciudad —más nuestra villa Auditore—, pero nos aseguran que esa capital italiana virtual tiene tres veces el tamaño de Florencia y que no echaremos de menos variedad, porque la habrá. No hemos tenido la oportunidad de investigar a fondo los distintos barrios o sea que no podemos dictar veredicto, todavía.
La demo empieza con Ezio en la cama, acompañado de Caterina, una bonita mujer que no se ha podido resistir a nuestros encantos. Ese momento de placer y descanso es interrumpido por un ataque a nuestra villa por parte de una familia rival. Y no un ataque cualquiera: viene todo un ejército, con catapultas y torres gigantes de madera para poder escalar las murallas.
A grandes males grandes remedios: de momento dejamos la espada a un lado y nos ponemos a los mandos de varios cañones de guerra. Un jorobado nos va aprovisionando de munición —con una animación sublime: pone la bola, se tapa los oídos, etc— y nosotros tenemos que intentar causar el mayor daño posible. Las enormes estructuras enemigas se destruyen de forma dinámica con los impactos, y las miríadas de soldaditos caen con cada explosión. Los gráficos son fantásticos, y la situación es apabullantemente compleja. Estamos en guerra.
Hemos reducido considerablemente el tamaño del ejército enemigo, pero parece que no paran de llegar refuerzos. Tenemos que intentar otras tácticas, porque el asedio es inminente.
Nos desplazamos por las murallas con unos nuevos ascensores muy chulos, y también a caballo, otra de las novedades. Se puede atacar mientras corremos con ellos. Le preguntamos cómo enfocan este apartado, y nos aseguran que podremos luchar tanto contra gente que vaya a pie como contra otros jinetes.