Gamescom 2010: Assassin's Creed: La Hermandad
Jugamos un nivel totalmente nuevo.
Assassin's Creed: La Hermandad nos gusta porque le aporta madurez a la franquicia. Esta saga siempre había arrastrado cierta sensación de que había algunas cosas hechas a medias, y con errores y bugs despistados por ahí.
Esta vez, sin embargo, y tal y como reconocen los propios desarrolladores, se ha podido añadir todo lo que no se pudo poner en AC2, y todo apunta a que la experiencia de juego será sólida como una roca.
Ayer, pues, tuvimos la oportunidad de viajar –de nuevo– a la Roma de Ezio y descubrimos algunos detallitos más de este título. En esta Gamescom hemos visto una fase completamente distinta a lo que vimos en el E3, y que ya os contamos en este artículo.
La primera novedad que se hizo notar fueron los caballos. Empezamos en una torre altísima, suspendidos en un tablón de madera con esa pose tan característica, y debajo vimos a un soldado cabalgando tranquilamente. De un salto caímos en su espalda, lo apuñalamos y lo tiramos de la montura. Evidentemente nos la quedamos. Los desplazamientos son más rápidos, evidentemente, y aunque en la demostración no podíamos jugar nosotros mismos –lo hacía un productor de Ubisoft– el control parecía fluído y natural.
Desde el corcel podemos luchar contra otros jinetes, contra soldados a pie e incluso robar otros caballos si creemos que son mejores que el nuestro. Por lo que vimos, algunos tienen hasta armadura y son más veloces. Nos vino de perlas para nuestra misión.
Consistía, básicamente, en asesinar al comandante Borgia de ese distrito. Para poneros en situación, decir que la ciudad está dividida en barrios, y en cada uno de ellos hay un mandamás bastante tirano y que, además, vive en una torre alta desde la que puede observar los frutos de su malicia. Si conseguimos derrotarlos ese distrito mejorará, abrirán más tiendas y, en general, todo el mundo será más feliz.