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Análisis de Astro Bot - Original, valiente y lleno de amor

Jugar con juguetes.

Eurogamer.es - Imprescindible sello
Una absoluta delicia de diseño, llena de originalidad y cariño, que despunta como plataformas pero también como homenaje a los videojuegos.

Durante las primeras horas que pasamos jugando Astro Bot, las mecánicas y las ideas se suceden con tal naturalidad que casi nos da la sensación de que es sencillo. Tiene que ser fácil simplemente realizar un plataformas 3D que sea clásico pero actual, que mezcle ideas nuevas con elementos más clásicos y atemporales; un título que sientes como si supieses jugar a la perfección desde el mismo momento en el que te pones a los mandos, pero que a la vez consigue sorprenderte constantemente con pequeños guiños y mecánicas inesperadas. Lo que pasa es que luego te paras un momento a pensarlo y recuerdas todas las veces que alguien ha intentado realizar esto mismo y ha fallado estrepitosamente en el intento; y por eso, Astro Bot es un juego de los que hay muy, muy pocos.

También es verdad que, a muchos, encontraros con esta información no os supondrá una gran sorpresa, porque el trabajo previo a este título de la desarrolladora, Team Asobi, ya hablaba por sí mismo. A pesar de que el origen del personaje viene de Astro Bot Rescue Mission, el juego de VR lanzado en el año 2018, la mayoría de jugadores le conocerían en Astro’s Playroom, la demo técnica que venía preinstalada en todas nuestras consolas PlayStation 5 cuando las compramos. Astro’s Playroom es una absoluta delicia técnica y jugable, con un nivel de detalle infinito y maneras muy originales de presentarnos las funcionalidades de la consola.

De lo que tiene que ver Astro Bot con la historia de PlayStation hablaremos un poquito más tarde; por el momento, os podéis quedar con el hecho de que el juego es una extensión de este Astro’s Playroom en más de un sentido. De nuevo interpretamos a un robotito que, esta vez, tiene que reparar su nave espacial, en forma de PlayStation 5, para poder moverse de manera segura por la galaxia. Sus habitantes robot han salido volando por los aires, y sus componentes han quedado desperdigados por distintas áreas; tendremos que explorar cinco (...más o menos. Ya lo descubriréis vosotros) galaxias distintas para recuperarlas y ponerlas en funcionamiento de nuevo. Con esta excusa, nos moveremos constantemente entre el lugar en el que ha sucedido el aterrizaje forzoso de la nave, que hace las veces de hub, y los distintos niveles de los que se compone cada uno de los mundos. Cuando rescatemos a los distintos robots ocultos en cada nivel, o cuando obtengamos las piezas de puzle, los otros coleccionables que se ocultan en las fases, se enviarán automáticamente a esta zona, donde podremos utilizarlas para descubrir nuevas zonas de este área o nuevas funcionalidades cosméticas.

Los niveles en sí no son muy largos, pero sí pueden llegar a ser espectacularmente densos, especialmente si nos centramos en encontrar todos los secretos. La fórmula clásica de este tipo de juegos - utilizada en especial por Nintendo, claro - se aplica aquí a la perfección: es fácil avanzar y superar los desafíos básicos, pero requiere bastante atención y un poco de maña conseguir llegar al 100% de cada fase. En cualquier caso, no es que encontrar todos los robots, por ejemplo, requiera una habilidad a los mandos absolutamente masiva. Es más bien una cuestión de empeño: si nos esforzamos en mirar bien cada recoveco, en prestar atención a los detalles, acabaremos por encontrar lo que buscamos, y aunque nos cueste un par de minutos dar con la combinación de saltos correcta o con la plataforma necesaria, casi siempre acabaremos llegando a donde queremos.

Astro Bot tiene dos herramientas básicas para afrontar todos los desafíos que se le pongan por delante: un botón de golpear que nos servirá para derrotar a la mayoría de enemigos y que hará también las veces de botón de interactuar, y una pequeña mochila propulsora en la espalda. A través de este jetpack podremos hacer un salto básico y, con una segunda pulsación, mantenernos en el aire durante unos segundos. La estela que deja la mochila cuando hacemos esto también nos servirá para destruir ciertas superficies o interactuar con ciertos objetos pero, sobre todo, la utilizaremos para hacer daño a los enemigos. Este detalle, que parece una mera curiosidad cuando empezamos la partida, acaba siendo la piedra angular de la estrategia en muchas fases. Poder dañar a los enemigos sin tocarlos genera maneras muy interesantes de transitar algunas zonas, y es una dinámica bastante distinta a las habituales que contribuye a que el juego se sienta, la verdad, muy fresco.

No obstante, en algunas fases podremos hacer uso de distintos objetos que concederán poderes especiales a Astro Bot. En ocasiones son poderes relacionados con el movimiento, en otras con el combate, y a veces son pequeños trucos que cambian la dinámica general del nivel. Tenemos unas gafas VR que nos dejan ralentizar el tiempo, un perrete cohete que usamos para impulsarnos, un elefantito aspiradora que nos permite absorber líquidos y hacerlos reaparecer en otro lugar o un imán que nos permite atraer metales y lanzarlos en forma de gran bola de hierro. Mi favorito es el dispositivo que nos permite convertirnos en ratón, haciéndonos más pequeñitos y experimentando el nivel en miniatura. La magia del diseño de Astro Bot es que cada nivel está pensado como un pequeño videojuego en sí mismo. Siempre hay un detalle, un nuevo uso de una funcionalidad que ya conocemos o una manera original y diferente de hacernos transitarlo. Incluso cuando, más o menos a partir del tercer mundo, el número de nuevas habilidades que descubrimos va descendiendo, el juego sabe reutilizar las que ya conocemos de maneras totalmente distintas, que jamás se nos habrían ocurrido a priori.

En Astro Bot, como en los mejores juegos de Nintendo, las ideas impactan mucho y duran poco, dejándonos convivir con ellas el tiempo justo como para dejarnos deseando más; no suficiente como para que queramos negarnos a explorar el resto de posibilidades. Como si extrajese los conceptos de un pozo infinito de creatividad, cada nivel funciona individualmente y como parte del conjunto. En ocasiones los niveles se expanden en secciones extra o subfases secretas que funcionan bajo reglas totalmente diferentes a la fase principal, expandiendo el ritmo que ya se había implantado de maneras distintas. Hay un progreso sutil pero firme en la dificultad y en la complejidad de las fases. Aunque, como ya decía, Astro Bot no es un juego muy difícil, sí hay algunos tramos, casi siempre opcionales, que son verdaderamente desafiantes. Cuando naveguemos con nuestra nave la pantalla principal de cada mundo, en la que elegimos las fases, podremos descubrir distintos niveles especiales. En cada uno de ellos habrá cuatro concretos - que se corresponden con los símbolos de los botones del mando de PlayStation: cuadrado, triángulo, círculo y equis - que serán fases especialmente complejas en cuestión de dificultad, sin checkpoints, pensadas para pasárnoslas de una sola sentada y que pondrán a prueba nuestros nervios.

A pesar de que, entiendo, las comparaciones a distintas franquicias de Nintendo, especialmente Mario, dominarán la conversación sobre este título, Astro Bot también se esfuerza en introducir su propia personalidad, tanto jugablemente como en cuestión de estética y estructura. Al final, como ya sucedía con Astro’s Playroom, el juego está pensado como un homenaje a la historia de PlayStation: sus etapas, sus juegos icónicos y, sobre todo, sus personajes. La manera en absoluto sutil en la que el juego introduce los logos, los colores, las imágenes características, el hardware y demás elementos asociados con la empresa nos podría hacer pensar que el juego es una maniobra de marketing y ya está. Probablemente es el aspecto que más echa para atrás a la hora de recomendarlo: un puntito un poco excesivo de veneración a la marca hará que muchos usuarios piensen que no hay más fondo aquí. Es una pena, porque lo hay, y mucho; y aún con esto, tengo que decir que mientras lo jugaba, la perspectiva que el juego tiene sobre lo que representa a PlayStation me ha sorprendido. En general, el mayor aliciente para conseguir los coleccionables del juego, y también la mayor punzada a la nostalgia, es que muchos de los robotitos opcionales de cada fase van disfrazados de personajes icónicos de la historia de las consolas de Sony.

Si bien en un principio, me daba la sensación de que estos cameos iban a limitarse a las IP propias de PlayStation o a los juegos first-party, la verdad es que la cantidad de juegos y sagas referenciados es bastante amplia. Hay, obviamente, un buen puñado de muñecos de God of War, Horizon, Ghost of Tsushima, o franquicias más clásicas como Ape Escape, pero también se presta mucha atención a series que se han publicado en las consolas PlayStation, pero son multiplataforma, o directamente tienen lazos muy estrechos con otras marcas. Hay bastantes referencias a Castlevania, por ejemplo, una serie con una larguísima historia - mucho más larga que en PlayStation, de hecho - con Nintendo; Crash Bandicoot ahora forma parte de las IP de Microsoft, pero sigue estando presente. Hay apariciones de decenas de sagas actualmente multiplataforma como, por ejemplo, Resident Evil, Yakuza o Persona. Team Asobi ha preferido hacer una recopilación centrada en la historia, en la relevancia para el medio y la plataforma de ciertos personajes, ciertos títulos a ceder al hermetismo y al tribalismo, y eso hace que, al menos en las distancias cortas, Astro Bot se sienta más como un homenaje a los videojuegos, en general, que sólo a la propia Sony.

Descubrir a todos los robotitos y coleccionarlos se va convirtiendo, poco a poco, en uno de los mayores alicientes del juego. Especialmente porque cuando volvemos a la fase central del juego, la que comentábamos que sirve como centro de operaciones, podemos verlos a todos e interactuar con ellos; poco a poco, van poblando la zona y llenándola de vida. Este nivel tiene unas pequeñas mecánicas tipo Pikmin que nos permitirán utilizar números concretos de robots rescatados - empezando por 10, pero llegando a ser 200 o 250, del total de 300 personajes que hay en el juego - para alcanzar coleccionables o descubrir nuevas áreas. En esta misma zona, y además de las opciones de personalización, desbloquearemos una especie de máquina gacha en la que podremos cambiar 100 monedas - in game, de las que conseguimos en los niveles - por complementos cosméticos aleatorios para los robots. Hay un poco de juego aquí, también: como Astro Bot hila muy fino en sus referencias, en ocasiones nos encontraremos con personajes que no reconocemos a un primer vistazo. Sin embargo, conseguir sus complementos puede hacer que se nos encienda la bombilla: una espada, un traje o un enemigo puede recordarnos aquel título que jugamos hace veinte años y ya casi, casi teníamos olvidado. Es esto lo que precisamente ha hecho que, en realidad, volver al hub al final de cada mundo haya acabado siendo uno de mis momentos favoritos del juego.

Con todo esto, creo que no os sorprenderá mucho que os diga que la enorme variedad, el mimo con el que cada una de las mecánicas del juego encaja en su sitio, es el mejor valor de Astro Bot. Sin embargo, me gustaría desviar la atención a un último tema: el uso del DualSense. De nuevo, marca de la casa del team Asobi. La vibración háptica añade muchísimos enteros al juego a través de la simulación de texturas y del uso del altavoz integrado para dar más profundidad a los sonidos. La vibración aporta mucho a la ambientación general del juego, pero también tiene usos mecánicos: por ejemplo, habrá pequeños segmentos en los que tendremos que utilizarla para palpar una pared y descubrir cual es el bloque que tendremos que empujar para desbloquear una nueva zona. Lo que brilla también, sobre todo, es el control de movimiento. Podremos inclinar el DualSense para pilotar la nave o para interactuar con los robots; para apuntar en minijuegos de lanzar shurikens, para inclinar plataformas o girar objetos. Cada vez que recuperamos una pieza de la nave,se desplegará un pequeño minijuego en el que tendremos que repararla, utilizando las funcionalidades específicas del mando para introducir tornillos o piezas, pulsar botones y girar palancas. Es un tipo de diseño atrevido, la verdad, pero que también le da un factor muy táctil al juego: girando, moviendo, apretando e incluso soplando, Astro Bot funciona como un juguete.

Es posible que haya jugadores que busquen de los videojuegos algo distinto, algo más “elevado”; Astro Bot no tiene una trama profunda ni giros de guión de infarto, pero su motivo último es uno que, en mi opinión, es igual de noble: hacernos reconectar con esa fascinación, con la manera sencilla pero pura en la que disfrutamos, en ocasiones, de los videojuegos. Aunque suene cliché, con la forma en la que los disfrutábamos cuando éramos niños. Una dominada por la sorpresa, por el afán de descubrimiento, por las ganas de probar y toquetear cada esquina del mapa, sólo para ver qué pasa. Su diseño, cuidado al milímetro, nos envuelve y nos abraza, exigiéndonos atención y cuidado y devolviéndonos momentos entrañables y dulces. A veces no hace falta más para ponerle el broche de oro, con pulso firme, a un juego redondo.

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