Avance de Catherine
Con el amor se juega.
No me lo esperaba, de verdad que no. No me esperaba por nada del mundo que Catherine fuese tan bueno. Me imaginé, por lo que había leído y por unos cuantos vídeos, que sería la típica friki-aventura japonesa pasada de rosca. Pero oh.
Catherine habla con una voz muy particular, eso sí, de temas universales: de los miedos a los que nos enfrentamos cuando damos el salto a la vida adulta. ¿Nos queremos comprometer con alguien? ¿Queremos renunciar al sexo sin compromiso para construir un proyecto con una sola persona? ¿Tener hijos? ¿Sinceridad? Lo que hace bueno a Catherine es que no solo habla de ello, sino que te mete de lleno en medio de todas esas preguntas y te incomoda, te hace dar algunas respuestas para las que quizás, incluso, no estés preparado. Si quieres responder con sinceridad tendrás que hacerte esas mismas preguntas.
Vincent, el protagonista, empieza a hablar de compromiso con Katherine, su novia de toda la vida, una tipa responsable y guapa, con ganas de madurar y de dejarse de jueguecitos. No estás nada convencido, no porque no quieras sino porque no sabes, no sabes qué quieres, no sabes si quieres hacer lo que todo el mundo hace y si quieres dejar de ir al bar por la noche y de dormir entre latas de cerveza. En uno de estos episodios alcohólicos, sin embargo, se te va la mano y da la puñetera casualidad, además, de que conoces a una chica. Una chica que se llama Catherine, maldita la suerte, y que te encuentra guapo, que le encanta tu estilo de vida desenfadado, sin preguntas, y que quiere irse a la cama contigo. Y no puedes resistirte.
Los puzles de Catherine no son otra cosa que una deconstrucción de esas mismas preguntas de las que hablábamos al principio. Son difíciles, sufrirás, no hay un solo camino. Tienen que ser difíciles, demonios, porque si no quién se iba a creer este juego. Cada noche entras en una pesadilla, que se dice que persigue a la gente infiel, y te enfrentarás a tus mayores miedos, que poco tienen que ver con demonios, pues, y mucho con mujeres. Durante ocho noches tienes que escalar una altísima torre moviendo bloques de un lado para otro y procurando no caer.
Cuando estás despierto, sin embargo, pasas tu tiempo viendo escenas cinemáticas que cuentan qué está pasando en tu vida o en encuentros con otros personajes. El bar es quizás el lugar de reunión más importante, y donde compartirás tus dudas con los amigos de toda la vida, donde te emborracharás y conocerás a otros personajes bastante memorables. Y te mandarán mensajes, tanto Catherine como Katherine, y podrás elegir qué les dices: con la A metes una línea de texto, y con la B la borras. Cuando estés contento con lo que ves puedes pasar a otra línea, y así hasta que el tono general sea el que quieras. Según lo que digas serás más santurrón o más diablillo, eso depende de ti.
Catherine es de los pocos juegos que hablan del amor, de la sinceridad, de la fidelidad o de la madurez de una forma totalmente adulta y sin complejos. Disfrutas jugándolo porque, primero, es divertido y, segundo, porque es sutil -muy sutil, a veces, y con referencias épicas y tan buenas que casi ni te lo crees-, porque su humor es delicioso y porque ya era hora de que alguien hiciese algo así. ¿Que no es pera todos? Posiblemente no, quizás tenga que tocarte la fibra o engancharte desde el principio, o que alguien te lo venda tan bien como me lo vendieron a mí. En todo caso, aquí sale en febrero y yo ya lo tengo reservado.