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Avance de Daymare: 1994 Sandcastle

Horror & chill.

De un tiempo a esta parte, pienso bastante en esta página. Ya no es que me guste mucho Batman - hecho que, para los que me conozcan, está fuera de debate - o la obra de Tom King - uno de los mejores guionistas de la actualidad -, sino el mensaje que extraigo de sus viñetas: hay que volverse a poner en pie, sin importar cuántas veces te hagan caer al suelo. Y es que, aunque a todos nos gustaría que fuese así, no siempre se puede acertar a la primera. Si un texto te deja un regusto amargo, haz lo posible para quedarte más satisfecho con el resultado del próximo; si te equivocas en una tarea, identifica tus errores para no repetirlos... y así, poco a poco, ir mejorando para seguir siempre en la lucha. Pero si no me creéis a mí, podéis tomar como ejemplo a Invader Studios, que cuando estaban enfrascados en hacer un remake de Resident Evil 2, recibieron una - suponemos - amistosa llamada de Capcom invitándoles a dejar de jugar con sus muñecos. De ahí surgió Daymare 1998, un survival horror que aunque supo homenajear al género e incorporar mecánicas ingeniosas no terminó de salir del todo bien. Ahora bien, la persistencia vence a la resistencia e Invader Studios pronto se puso a trabajar en la secuela.

Eso es saber ponerse en pie ante la adversidad.

Y esa secuela es, claro, Daymare: 1994 Sandcastle, un survival horror de nuevo cuño del cual hemos podido probar una suculenta demo de, aproximadamente, unas dos horas de duración y que nos ha dejado margen para juntar estas líneas.

Lo primero que llama la atención de esta secuela es un acabado gráfico que supone un salto adelante respecto de la entrega anterior. Sin realizar virguerías propias de los títulos que se mueven en los márgenes del triple A, Daymare 1994 sí emplea unos buenos modelados, escenarios amplios y, sobre todo un manejo de la iluminación sobresaliente, creando unos ambientes que encajan con comodidad en el ámbito del género de terror. Cadáveres, sangre, oscuridad y luces que no presagian nada bueno abundan en una localización que nuestra heroína - la operativa del escuadrón H.A.D.E.S. Dalila Reyes - califica como de película cutre. Y no le falta razón, porque nuestro titubeante periplo está encuadrado por las instalaciones de un Área 51 - sí, esa, la de los OVNIs - que acumula experimentos de dudosa moralidad como para detener un tren de mercancías.

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Pero las sonrisas cómplices se agotan cuando los enemigos salen a la palestra. Daymare 1994 hereda la ubicación de la cámara - una tercera persona reminiscente de una de sus grandes inspiraciones, Resident Evil 4 - y, por tanto, gran parte de sus mecánicas de combate. Sin embargo, y teniendo en cuenta que portábamos desde el inicio dos descaradas imitadoras de clásicos del armamento bélico - las incombustibles MP5 y SPAS-12 -, toda esa falsa sensación de control se fue desvaneciendo por momentos gracias a un goteo de situaciones en las que, primero, nuestra capacidad de reacción era nula y, segundo, nos sobrevenía la sensación de que venían curvas monstruosas. Y cuando esa sensación se transforma en realidad el combate es duro como el acero; lo que quiera que sean los monstruos de Daymare 1994 poseen una velocidad vertiginosa, no tienen piedad con nuestra salud, son feos como un demonio recién levantado de la siesta y, para colmo, se meriendan nuestra munición como si tal cosa. Precioso.

Semejante cúmulo de desgracias sería suficiente para echar atrás al jugador más encallecido si no fuera por una ingeniosa incorporación a las mecánicas de combate: el Frost Grip. Esta suerte de guantelete criogénico nos permitirá esparcir congelación a nuestros alrededores en diversos y alegres formatos, desde balas que frenarán al instante a nuestros enemigos hasta un golpe contra el suelo que nos librará de los agarres enemigos y, por el camino, convertirá en un témpano a todo aquél que se encuentre en su radio de acción. El Frost Grip también será útil para resolver puzles ambientales siempre y cuando tengamos un ojo puesto en su barra de acción y las recargas que estarán dispersas por el escenario.

Tras probar esta demo, Daymare 1994: Sandcastle transmite la sensación de ser un título que apunta a ser muy superior a su antecesor. Mejor acabado gráfico, un apartado artístico más cuidado y un conjunto de mecánicas mucho más consistente son motivo de celebración. Ahora sólo queda probar la versión final y comprobar si Invader Studios ha sabido ponerse en pie.

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