Avance de Far Cry Primal
Lo hemos jugado en Londres.
Ubisoft experimenta poco, pero con Far Cry se lo pasan pipa. Parece que la franquicia es su vía de escape, su campo de pruebas para comprobar si lo que apuntan en las libretas de los creativos funciona. Ya vimos una extravagancia con Blood Dragon y ahora con Primal vuelven a probar algo distinto.
Lo hemos podido jugar en Londres, rodeados de pieles de animales y lanzas; Far Cry Primal nos lleva a esa época en la que los dinosaurios ya no poblaban la Tierra y en la que los humanos empezaban a esbozar los inicios de la civilización. Se organizaban en tribus nómadas, empezaban a domesticar animales y luchaban contra todo tipo de inclemencias. Far Cry es ideal para eso: puedes empezar una misión en la que hay que expulsar a una tribu enemiga de un asentamiento pero de repente te cruzas con un mamut que te manda de una cornada a las garras de un lobo, al que domesticas, y con el que cazas jabalíes, que luego te ayudan a hacer nuevas armas y... un caos que, sin saber muy bien cómo, se organiza perfectamente en los Far Cry y que funciona.
Primal es bastante más clásico que Blood Dragon y se asemeja mucho más a las entregas numeradas. Tenemos una misión principal, de la que no sabemos demasiado, y luego un montón de elementos reconocible. Están los campamentos enemigos que hay que liberar para tener puntos de viaje rápido, por ejemplo, con sus alarmas (que en esta ocasión son señores con cuernos que usan para llamar refuerzos) y patrullas. Podemos atacarlos a lo loco o con sigilo, siempre más gratificante, ejecutando por la espalda a los enemigos o enlazando golpes si hemos potenciado esa característica en el árbol de habilidades del personaje. Las armas son primitivas; garrotes a dos manos, lanzas, arcos... y también trampas o bombas -en esta ocasión cambiamos los explosivos por las abejas o el veneno. El crafteo es importante, ya que para potenciar cada arma tenemos que ir a buscar recursos en todo el mapa y luego combinarlos.
Una parte importante de esta recolección es la caza. En el mapa se nos marca qué animal hay en cada zona, y hay que priorizar qué queremos mejorar e ir a cazar para obtener esos recursos. Hay un cambio, aquí, con los depredadores; los podemos domesticar y añadirlos a nuestra colección de mascotas, que van desde lobos a osos, jaguares o panteras. Estos compañeros, a los que podemos ordenar que ataquen o que nos sigan, tienen rasgos muy diferenciados, que se dividen en ataque, sigilo y resistencia. Además cada uno de ellos tiene pequeñas bonificaciones extra como la capacidad de despellejar automáticamente a lo que cacen, no ser vistos por enemigos...
Los depredadores son, en todo caso, un peligro más cuando nos los encontramos por el mapa y en mi partida era común que nos atacasen cada dos por tres. Podemos defendernos o bien a palos, la solución menos diplomática, o encendiendo nuestra arma y usando el fuego para ahuyentarlos. También podemos escapar corriendo o a los lomos de un mamut joven, si lo encontramos, o zambullirnos en un lago y rezar para que no sepan nadar.
No sabemos exactamente cuán grande será el mapa ni cuánto durará la aventura -que solo será para un jugador, no hay cooperativo-, pero sí podemos decir que, por lo menos, será variado. Hemos jugado en zonas áridas y con vegetación que se quemaba por lo seca que estaba -de hecho completamos una misión en la que había que incendiar un campamento enemigo- pero también hemos paseado por pasajes helados, donde se dispara una barra de "frío" que hay que ir reseteando encendiendo antorchas o fogatas.
Solo jugamos una hora pero sirvió para confirmar que Primal tiene todo lo que hay que pedirle a Far Cry. Ese caos organizado que siempre nos acaba desviando de nuestro objetivo, una misión principal que todavía tenemos que ver si será interesante -esperemos que sí, ya que en los Far Cry la historia y el cómo se va hilando es una parte fundamental del juego-, novedades en forma de mascotas con pezuñas y armas primitivas que nos permiten hacer ejecuciones brutales. Quizás los gráficos y algunas animaciones son lo que más frío nos ha dejado, pero desde luego nos fuimos con ganas de perdernos por el mapa unas cuantas horas más y ver de qué primitivas maneras podíamos desatar el caos. De momento Primal pinta bien para todos los que disfrutamos con Far Cry; no se siente ni como un DLC ni como un juego menor, pero sí que nos queda por descubrir si tendrá tanta personalidad como las entregas principales y si sabrán explotar adecuadamente lo que ofrece la nueva ambientación.