Avance de Final Fantasy VII Rebirth - Más intenso que nunca, pero con una pega
La fiesta está arriba.
Hace unas semanas tuvimos la oportunidad de probar una demo de alrededor de cuatro horas de Final Fantasy 7 Rebirth en un evento celebrado en Londres por Square Enix. A diferencia de las demos mostradas hasta ese momento, se nos permitió jugar el juego desde el principio: comenzando en el primer capítulo y pudiendo ver la historia desde su primer minuto. Avanzamos hasta bien entrado el capítulo 2, donde el título ya despliega la que es una de las novedades más notables de esta secuela: su estructura de mundo abierto.
La verdad es que el arranque de Final Fantasy VII Rebirth es todo un viaje. Narrativamente, comienza en un punto muy elevado: a través de un pequeño flashback, el juego nos muestra una escena de Sephirot y Cloud en Nibelheim, la aldea natal de éste último. Allí nos uniremos a una joven Tifa - su diseño os sonará si habéis jugado Crisis Core, tanto en su versión original como en el remake de 2022 - y profundizaremos un tanto en los acontecimientos que llevaron a Sephirot, antes todo un héroe en las filas de SOLDADO, a ser el villano que conocemos a día de hoy. Independientemente de si habéis jugado el juego original o no, hay un ritmo narrativo bastante ágil en esta sección, mezclando elementos ya conocidos del juego original con pequeñas pistas y desviaciones de la trama que nos hacen sospechar sobre cuánto se parecerá, finalmente, el desarrollo de la trama de este Rebirth al Final Fantasy VII que ya conocemos.
Es también en esta sección en la que podemos pelear junto a Sephirot. El combate no ha cambiado en exceso al respecto de Final Fantasy 7 Remake, con su renovación del sistema ATB en forma de batallas que mezclan los turnos con el combate de acción. Del hecho de manejar al propio Sephirot ya os habló más en detalle mi compañero Enrique en su propio avance hace unos meses, pero me gustaría señalar que creo que también hay un puntito extra de fineza en la manera en la que se mueve Cloud ahora. Da la sensación de que el rango de los ataques, del parry o de los saltos son más precisos, tienen unas hitboxes algo más ajustadas. Así, y aunque me costó un ratito acostumbrarme de nuevo a este tipo de batallas - tenía aún la mente puesta en la aproximación más hack’n’slash de Final Fantasy XVI -, no hubo muchos segmentos en esta primera parte que presentasen un gran desafío, pero me dio la sensación de que el sistema tenía alguna que otra sorpresa todavía escondida que podremos disfrutar más adelante.
En general, disfruté cada segundo de las casi dos horas que duró la primera parte de la demo. Hay un equilibrio excelente entre el innegable pulso narrativo que presenta el juego, secuenciando grandes acontecimientos con momentos más pequeños y emotivos entre los personajes. Quienes no hayan jugado al original pero disfrutasen de Remake, lo pasarán en grande reencontrándose con los personajes a los que ya conocen y viendo desencadenarse la historia; quienes ya nos la sabemos casi de memoria tenemos, también, muchos pequeños elementos en los que fijarnos y más de una pista que desentrañar y con la que especular sobre los desvíos de historia que este Rebirth nos tiene preparados.
El segundo capítulo del juego, que se nos permitió jugar durante otras dos horas - aunque quedó claro, también, que en el juego final serán muchas más - es un poco más disperso, para bien o para mal. Permitirnos explorar la ciudad de Kalm libremente durante un rato fue la excusa perfecta para que probásemos una de las novedades más llamativas de esta entrega: la posibilidad de tomar diferentes decisiones y explorar distintos diálogos en nuestra relación con Tifa, Barrett y los demás. Lo que se plantea aquí es una especie de sistema de vínculos sociales por la cual los compañeros aprobarán más o menos nuestros comentarios y aportaciones a las conversaciones, y cada uno dispondrá de una serie de escenas especiales que se irán desbloqueando conforme mejoremos nuestra relación con ellos. No es un sistema tan complejo ni tan omnipresente como en un RPG clásico: no esperéis ventanitas constantes que expresan que “A Aeris no le gusta esto” o que a “Tifa le gustó esto”, ni conversaciones amplias y constantemente ramificadas, sino más bien pequeñas interacciones que se dan aquí y allá durante la exploración y nos permiten conocerles mejor.
Llegados a cierto punto de la trama nos aventuramos al mundo abierto, para mí la parte más agridulce de la experiencia. No es que el mundo abierto que se presenta en Final Fantasy VII Rebirth sea malo, o pobre; parece, por ejemplo, más poblado y versátil, a priori, que el que vimos en Final Fantasy XVI. Pero mi experiencia con él tampoco fue tan sólida como para acabar de convencerme al completo sobre el conjunto. En los primeros compases de la exploración se nos insta a encontrar un chocobo; vamos, claro, a una Chocobería cercana, pero no tenemos apenas unos guiles en nuestro bolsillo, que son insuficientes para alquilar pajarillos amarillos para nuestro grupo. En el establo nos explican, eso sí, que uno de sus especímenes tiene un poco de mala leche y se ha escapado, y que si les ayudamos a recuperarlo, podremos llevárnoslo sin coste. En el camino a encontrar al Chocobo macarra hicimos varios desvíos para explorar el a priori amplísimo mapa, pero no encontramos mucho. Algunos combates, zonas con cofres del tesoro que encontrar y desbloquear, un par de tutoriales y poco más.
Parece ser que la gran fuente de contenido secundario será Chadley, otro personaje que vuelve de Final Fantasy 7 Remake y que nos ofrecerá la posibilidad de recopilar datos sobre enemigos y enfrentarnos a ellos en batallas virtuales, como en el título original. Pero en este caso, además, nos asignará la tarea de encontrar una especie de atalayas que cubren Midgar y que nos ayudarán a desvelar la zona, y nos dará, también, unas pequeñas misiones secundarias de descubrir pistas en ciertos campamentos. Al principio, cuando se plantea, suena bastante bien, si bien es un poco formulaico, pero me costó bastante encontrar los puntos de interés en el mapa incluso merodeando por ahí un buen rato.
Después de la sesión, comentando lo visto con otros compañeros, algunos de ellos sí señalaron haber encontrado más elementos, como una batalla extra con un jefe o alguna misión secundaria. Pero la verdad es que no fue mi caso. Como mínimo, tengo que concederle a Final Fantasy VII Rebirth el beneficio de la duda: es posible que mi experiencia menos sólida de mundo abierto haya tenido que ver con mala suerte, con la propia disposición de la demo que se nos presentó o con las características específicas de este área inicial. Pero, a un mes del lanzamiento, y con la amplia historia que tiene la saga - Final Fantasy XV y XVI, sin ir más lejos - de hacer universos amplios que flaquean un tanto en su densidad, lo cierto es que todavía tengo bastantes preguntas de cara a la versión final. No me cabe duda de, eso sí, que la parte narrativa cumplirá con creces e incluso superará nuestras expectativas. Si su universo será capaz de ofrecernos una estructura similarmente emocionante o si acabaremos echando de menos la mayor linealidad de Final Fantasy 7 Remake sólo lo dirá el tiempo.