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Avance de Hearts of Iron IV

Ponerse en la piel de Hitler.

Ser Hitler es algo realmente extraño.

Me siento un poco incómodo, de hecho. Nunca he sido Hitler antes y nunca he tenido un particular deseo por serlo. Un vistazo rápido a mis datos me dice que soy un tipo malhumorado, que no sabe perder, amargado por la primera guerra mundial y que todo eso tiene un efecto negativo en mi comportamiento.

Mi actitud la calma un poco mi gabinete, un círculo de consejero cuyas habilidades rellenan las grietas de mi fracturada personalidad. Con ellos soy un líder mejor, el jefe de una economía más productiva y de un ejército más animado y listo. Y ese ejército está creciendo.

Esta versión temprana de Hearts of Iron IV que Paradox Development Studio presenta en su convención anual tiene a los periodistas jugando a mediados de la década de los treinta del siglo pasado con una ambiciosa Alemania. Tiene sentido para una preview, porque pone a los jugadores en una posición que es, digamos, históricamente interesante, aunque al decir eso parece que esté carraspeando como si fuese el más incómodo de los eufemismos.

Me llamo Hitler y me gustan los largos paseos por la playa. Pisando gaviotas.

Puedo distraerme pensando en que Paradox también se encuentra en una posición históricamente interesante. Esta saga de nicho de juegos de estrategia en tiempo real ha sido popular durante mucho tiempo con su dedicada y diligente base de fans. Pero al igual que sus hermanas, las sagas Victoria, Europa Universalis y Crusader Kings, Hearts of Iron siempre ha sido amplia y detallada tanto en mecánicas como en otros elementos. Hay muchas cosas a tener en cuenta en un juego modelado según las naciones del mundo, sus políticos, ejércitos y economías. Dependiendo de tus gustos personales, los juegos de estrategia de Paradox oscilan entre lo atractivo, lo intimidatorio y lo directamente impracticable. Gracias a Dios que existe el botón de pausa.

Sea como fuere, su popularidad ha crecido. El medieval y maquiavélico Crusader Kings tuvo un éxito bastante mayor del esperado por el estudio, y Europa Universalis 4 recibió el año pasado la bendición por buena parte de la crítica. Paradox atribuye gran parte de su éxito a una mejor presentación e interfaces más cuidadas; aún con su complejidad, insisten, estos juegos realmente no son tan difíciles de entender, simplemente eran opacos.

En un principio concuerdo con ello. He intentado jugar a los anteriores Hearts of Iron y me he alejado de ellos como una bala rebotando en un Panzer. Un amable desarrollador me explica como funciona la interfaz de la industria, creo otro convoy y empiezo a investigar sobre la radio, navegando torpemente por los montones de opciones a mi disposición. Esta vez parece un poco más fácil, aunque todavía hay una tremenda cantidad de información a digerir.

No soy particularmente beligerante, con lo cual estoy en desventaja. Hearts of Iron va sobre guiar la nación de tu elección durante un periodo de la segunda guerra mundial. Los eventos probablemente (aunque no seguro) seguirán un curso parecido al de la historia real. Decido que una de las mejores cosas que puedo hacer es formar un pacto de no agresión con Suecia. Mientras un sorprendentemente bonito ocaso recorre la Europa occidental, mis soldados miran hacia Francia, soñando con lo que podría ser.

Juro que pensaba que tan solo estaba escogiendo nuevas rutas para hacer el InterRail.

Menú tras menú, pantalla tras pantalla, se me pide que considere cuantas fábricas quiero dedicar a construir cierto tipo de tanque, o qué ejércitos se asignan a los planes de batalla en los diferentes frentes. Cada región de Alemania tiene modelada su infraestructura. Pierdo la cuenta de cuantas sub-clases de barco puedo construir.

Siento como si estuviese sentado en una mesa mirando las abstracciones de mi país, algo que imagino es parecido al papel de un líder real. Hay mucho a considerar, pero no todo requiere mi inmediata atención y no todo es fácil de entender, al menos no tanto como me gustaría. Con tiempo y paciencia seré mejor en esto, pero primero tengo que ver soy incluso capaz de desarrollar el gusto por el liderazgo, el gusto por ser el Führer.

Porque ser Hitler es realmente extraño, pero estoy intentando sacar lo mejor de ello.

Traducción por Josep Maria Sempere.

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