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Avance de Rocksmith

Play your rock'n'roll to me!

Cuando uno empieza a tocar la guitarra, lo primero que se le viene a la cabeza es esa escena de Matrix en la que Neo aprende kung fu en un instante. De momento no existe nada parecido, y Rocksmith no es ninguna cosa mágica para aprender a tocar la guitarra al momento, por desgracia; sí es, no obstante, una buena forma de no sentirse tan solo en esa época del aprendizaje en la que tenemos que conformarnos con destrozar canciones en la intimidad de nuestra casa, esforzándonos por mejorar a base de tocar y tocar.

Esfuerzo no es una palabra que tengamos que dejar demasiado de lado cuando nos enfrentamos a Rocksmith. En el tiempo que pude pasar con el juego, todavía no el suficiente como para poder dar un veredicto final, comprobé cómo intentaba aportar una parte de juego al hecho de tocar la guitarra, pero la parte didáctica de Rocksmith hace que tengamos que poner de nuestra parte para disfrutarlo del todo. Aprender a tocar no es divertido: tocar sí lo es, pero aprender es un proceso lento y a menudo tedioso, lleno de ejercicios repetitivos y que para colmo tenemos que hacer solos.

Rocksmith coge todo eso y lo transforma en una mecánica de juego parecida a la de Guitar Hero y Rock Band, con la diferencia de que aquí usamos una guitarra de verdad. Fuera los instrumentos de plástico: no tengo nada en contra de ellos, pero en Rocksmith no los vamos a necesitar. Gracias a un cable que viene con el juego, podemos enchufar la guitarra a la consola; lo que tocamos se traslada a la pantalla, y ahí el juego evalúa cómo estamos haciéndolo. Los cinco colores de Guitar Hero son aquí seis cuerdas y un par de decenas de trastes, con lo que podéis echar cuentas y ver que la cantidad de combinaciones es bastante superior.

El truco está en que el juego se adapta a nosotros y va modificando el nivel de dificultad en función de cómo toquemos. Si acertamos muchas notas en varias secciones, las siguientes aumentarán la dificultad; si este aumento nos queda grandes, la cosa vuelve al nivel inferior, hasta que poco a poco vayamos dominando las canciones y toquemos, por último, la guitarra tal y como suena en la grabación original. Esto tiene doble filo: no existe la opción de comenzar más que desde la dificultad más baja, con lo que si sabemos tocar un poco nos espera un buen rato de ir avanzando, pasito a pasito, por todas las canciones. No tengo ningún problema en escuchar Satisfaction diez mil veces, no me malinterpretéis, pero las primeras veces la cantidad de notas que aparecen es muy, muy baja; si nos conocemos el riff de memoria podemos ir haciéndolo para que el juego entienda que queremos que suba de dificultad rápido, pero aun así la cosa puede ser aburridilla para según qué tipo de jugadores.

No soy un guitarrista demasiado bueno, seguramente todo lo contrario, y quizá por eso me resultó muy divertido ir sacando (no en el sentido que suele darse al término entre guitarristas, esto es: no me refiero a ir sacando de oído las canciones) Go with the flow o Icky Thump a base de repetirlas y que fueran sumándose notas, acordes y demás. Falta por ver cómo se las apaña el juego con bendings, hammer ons y demás, pero parece que, dedicándole tiempo, uno puede aprenderse bien un buen puñado de canciones, practicando por el camino algunas técnicas y, poniendo (de nuevo) un poco de su parte, aprendiendo cómo se forman según qué riffs o fraseos.

Quizá el mayor inconveniente que le vi a Rocksmith sea que sus dos partes, la de profesor de guitarra y la de videojuego musical, no acaban de florecer totalmente nunca, hasta donde pude ver. Los puntos, por ejemplo, más que una high score en el sentido que tienen en Guitar Hero son un indicador de cómo de dominada tenemos la canción, y pierden algo de sentido competitivo para dejarle protagonismo a algo parecido a una nota académica. En lo didáctico, quizá en modos que no vi sí ocurra, pero hasta donde pude llegar no se nos explican algunos términos y conceptos que pueden ayudar ya no a tocar mejor ciertas canciones, sino a formarnos las bases necesarias para, una vez hayamos exprimido el (mucho) jugo que tiene Rocksmith, ir más allá y tocar por nuestra cuenta.

Y digo que tiene mucho jugo porque no va falto de nada: el tracklist es enorme, hay un buen puñado de mini-juegos con los que practicar cosillas concretas (¡adiós al 1-2-3-4, quizá el ejercicio de digitación más aburrido del mundo!) y un simulador de amplificadores cuya utilidad está más allá del juego: si jugamos con un buen equipo de sonido, esta puede ser una alternativa muy a tener en cuenta a tener pedales y amplis que a veces ocupan demasiado, hacen mucho ruido y cuestan dinero. No es el sustituto perfecto, pero ya llegará ese momento en que salgamos de gira: tiempo al tiempo.

A finales de mes, el día 27, podremos comprobar qué tal se las apaña Rocksmith a largo plazo. A nosotros nos llega un año más tarde que a los norteamericanos, pero para compensar llega con compatibilidad para bajo y algunas canciones nuevas. Añadiendo el seguramente muy jugoso DLC, parece una opción muy a tener en cuenta para aquellos curiosos que siempre hayan querido tocar la guitarra pero no hayan sabido por dónde empezar; quizá no sea la herramienta de aprendizaje definitiva, pero nos dio la sensación de que tenía potencial de ser una muy valiosa. Veremos.

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