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Avance E3 2012: Nos pasamos un par de niveles de Pikmin 3

Estrategia zen y adorable... pero sin el nuevo mando.

Casi ni me acordaba de cómo se jugaba a Pikmin, si queréis que os sea sinceros. Aunque fue uno de los juegos de Gamecube que más me gustaron había olvidado para que servían esos bichejos rojos y qué demonios hacías en ese bosque gigante lleno de insectos y frutas.

Me ha alegrado mucho que a los pocos segundos todo se me volviese, inmediatamente, tremendamente familiar. Aunque no controlamos a Olimar, esta vez, el astronauta se maneja igual y los controles son muy parecidos a los de la revisión de New Play Control! Pikmin de Wii. Con el mando enfocamos la zona con la que queremos interactuar y con los botones lanzamos a los Pikmin o llamamos a los que se quedan desperdigados por ahí para que vuelvan a formar parte de nuestro séquito. Con el nunchuck nos movemos… y el nuevo mando de Wii U ya lo podemos dejar encima de la mesa, que solo sirve para consultar el minimapa de vez en cuando. Nos han asegurado, eso sí, que implementarán nuevas funcionalidades y que ahí sí que vamos a aprovecharlo. Ya sería un poco el colmo que el juego first party más importante de Nintendo para su nueva consola no le saque jugo al dispositivo estrella de la nueva máquina.

Hemos probado un par de pantallas. En la primera teníamos que recoger tantas frutas como fuese posible para conseguir la máxima puntuación (bronce, plata, oro). Cuando tenemos a unos cuantos Pikmin rojos los vamos asignando a distintas frutas; según su peso necesitaremos más o menos curritos que hagan el trabajo sucio por nosotros, y que consiste en llevar el preciado alimento hasta la nave. Luego tendremos que volver para recogerlos -con el mando de la Wii es fácil, solo apuntamos hacia donde están y gritamos, que ya vienen aunque estemos lejos- o ir sumando otros durante el camino. También podremos hacerlos más fuertes si les damos de beber un néctar dorado que sueltan algunos enemigos y que les hará brotar una florecilla en el cogote.

El juego es muy agradable, la verdad, y el control no agobia ni necesita absolutamente nada más de lo que ofrece. Es una exploración relajada y amable, curiosa, en la que necesitamos aplicar una ligera estrategia para evitar quedarnos sin tiempo o descubrir la mejor forma de llegar hasta ciertas zonas bloqueadas. Llega un punto en el que nos dan Pikmins de roca, que no se agarran a los enemigos pero que sí que pueden transportar objetos y utilizarse como proyectiles para romper superficies duras. Han cobrado mucha importancia en el segundo nivel, que era una lucha contra un jefe final, una especie de babosa con una coraza de cristal y que no paraba de moverse de arriba para abajo. Teníamos que seguir su movimiento y, cuando lo veíamos claro, lanzarle Pikmins duros para romper su protección: una vez que quedaba al descubierto lo forrábamos con los rojos y esos hacían el trabajo por nosotros.

No es ni difícil ni complejo, por lo que hemos visto, pero al igual que los otros Pikmin son una oda a la imaginación y al buen rollo: te animan a que pruebes y descubras, a que experimentes con el escenario y disfrutes con los miles de detalles y bromitas que hay por ahí. Es casi estrategia zen, podríamos decir; quizás no tenga la cilindrada de otras franquicias de Nintendo pero nunca, nunca le diremos que no a otro Pikmin.

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