Avance E3 2015: Mad Max se aleja del dramatismo de Fury Road
Primeras impresiones del juego de Avalanche.
Hay muchas cosas del juego de Mad Max que recuerdan poderosamente a la saga Just Cause: desde el protagonista errante y temerario que no teme a nada y que viste en cuero ceñido hasta las explosiones sin sentido y la acción frenética en cada esquina. Y tiene sentido, ya que de su desarrollo se encarga Avalanche Studios, compañía que ya nos demostró su saber hacer en esto de la destrucción virtual con los juegos de Rico Rodriguez. Pero Mad Max pone especial énfasis, como no podía ser de otro modo, en los combates a bordo de vehículos tuneados que podemos modificar convenientemente recogiendo todo tipo de morralla.
En efecto, Magnus Opus, el vehículo, es nuestro fiel corcel que está custodiado por Chumbucket, un mecánico que prácticamente vive en el coche y que se encarga de mantenerlo siempre a punto y salvarnos el día cuando las hostilidades del entorno lo dejan prácticamente inservible. Es una ayuda especialmente efectiva, la Navy de Max, podríamos decir, que resulta esencial para uno de los objetivos principales del juego, que es recoger todo tipo de piezas para crear el vehículo que queremos pilotar, la máquina de destrucción definitiva - o también para mejorar el equipo del propio Max. Como ya podréis deducir, Mad Max es un juego con un fuerte componente de looteo.
El coche no es solo la principal forma de desplazarse, sino también nuestra principal arma. Mientras nos desplazamos por el páramo las hostilidades son constantes, así que contamos con ciertos extras para mantenernos con vida: en cualquier momento podemos ralentizar la acción con el simple pulsar de un botón, seleccionar una parte de un coche enemigo y lanzar un gancho para desgarrar partes de los vehículos (ruedas, parachoques...) o enviar a tomar vientos al propio conductor para seguir con nuestra ruta tranquilamente. Hay también un lanzallamas que debemos usar con especial cuidado porque se nutre de la gasolina disponible en nuestro depósito, un recurso que hay que saber administrar para no quedarnos nunca vendidos en mitad del desierto. Pero no hay que confiarse: en una ocasión, estando seguro de que había terminado con la amenaza tras destruir un convoy enemigo, me detengo un momento con el coche para contemplar el espectáculo sin darme cuenta de que el piloto todavía sigue vivo y viene corriendo directamente a por mí, a aferrarse a mi coche para continuar con su ansia de destrucción particular. Parece que no le importa mucho que pise a fondo el acelerador. Después, si la salud de Max se ha resentido un poco, podemos recuperarla bebiendo agua de la cantimplora que, como la gasolina, hay que rellenar en determinados puntos.
Algunos enemigos afincados en uno de los muchos campamentos repartidos por el mundo del juego se percatan de mi presencia, así que es momento de dejar el volante y liarse a repartir mamporros. Es evidente entonces la influencia que han ejercido los juegos de Warner Bros, editora del juego, en el combate cuerpo a cuerpo: Max puede realizar un ataque rápido, uno cargado y esquivar las embestidas enemigas de un modo muy similar a lo visto en los juegos de la saga Batman: Arkham o en el más reciente Shadow of Mordor. Es un sistema de combate familiar, también basado en los reflejos. En este caso, además, Max puede hacer uso de una escopeta recortada con la suficiente capacidad de detención como para conseguir algo de espacio cuando las cosas se ponen especialmente feas. Después, cuando ya no hay moros en la costa, hay que registrar el terreno y recoger todos los recursos que podemos. Es nuestra moneda de cambio para mejorar el coche, y es algo que hay que tener muy en cuenta. Si destruimos un vehículo que lidera un convoy, además, podremos decorar el Magnus Opus con distintos motivos para dejar claro a los demás quién manda aquí.
El mundo de Mad Max es grande, aunque no sorprenderá a nadie que haya recorrido los ambiciosos mundos de los juegos de Rockstar, por ejemplo. Está dividido en distintas zonas que podemos ir liberando a medida que acabamos con los enemigos, pero da la sensación de que esa extensión tiene un precio, y es que se siente especialmente vacío. El uso del gancho y las carreras frenéticas están llevadas a cabo con el respeto que merecen las películas, pero a falta de ver más del juego y de su dramatismo post-apocalíptico (en la demostración que he podido jugar en el E3 solo había una pequeña zona disponible, aunque podía ver el mapa entero) es posible que las tareas secundarias necesarias para seguir adelante se vuelvan repetitivas demasiado pronto, y que el principal protagonista, como en Just Cause 2, termine siendo el gancho. Quizá eso sea suficiente para muchos.