Homefront

En Kaos Studios parece que tienen un miedo terrible a que el mundo se vaya al garete a partir del 2020 –algo, por otra parte, nada descabellado, y es con ese temor con el que juegan-. En su primer título, el notable e infravalorado Frontlines: Fuels of War, una crisis energética provocaba una guerra a gran escala que lo destruía prácticamente todo. Ahora, con Homefront, una apuesta que parece mucho más sólida, nos trasladan a esa misma época pero en un escenario, si cabe, más terrible.

La cuestión es que Corea del Norte consigue anexionarse con Corea del Sur. Su nuevo líder, Kim Jong-un, que hasta recibe el Nobel de la Paz, no se detiene ahí, y empieza a expandirse por otros países asiáticos como Japón. En EEUU, mientras tanto, una crisis galopante hace tambalear todo el país, y se llega al extremo de que Texas se independiza y Canadá y México cierran sus fronteras. Con una estructura tan debilitada, los coreanos tienen vía libre para invadir el país.

La América que nos presenta Homefront está absolutamente rota. Los invasores campan a sus anchas y maltratan a una población que no tiene cómo defenderse. En las primeras escenas de la beta que hemos jugado, que incluye unas cuantas horas de lo que será el juego final, unos agresivos soldados nos meten en un autobús desde el que vemos impotentes –y eso recuerda a la fantástica introducción de Modern Warfare- escenas duras y desagradables, como el fusilamiento de una pareja delante de su hijo pequeño.

Esa atención al detalle es una de las principales diferencias con Frontlines. Miremos donde miremos siempre descubriremos detalles que dan verosimilitud a la trama y que ayudan a que entres dentro de la historia, a que llegues a plantearte qué harías si este "what if" fuese cierto. Con el guión ha ayudado, por cierto, John Milius, que ha estado detrás de películas como Apocalypse Now o la serie Roma, y que publicará una novela junto a Raymond Benson, antes de que salga el juego, que nos pondrá en antecedentes.