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Avance de Mario Party 9

Festival multijugador para la hora del café.

Domingo, cuatro y media de la tarde. Has terminado de comer con un grupo de amigos que has invitado para hacer una barbacoa en casa, estás tomando el café y en la tele dan poco más que el típico melodrama de sobremesa de Antena 3. Una siesta es francamente tentadora, pero como buen anfitrión te ves obligado a dar un poco de entretenimiento a tus huéspedes. En otra época sería el momento perfecto para sacar una baraja de cartas y echar una partida al mentiroso o al mus. Muy anacrónico, quizás: en pleno siglo XXI seguro que hay soluciones mucho más atractivas. Por ejemplo, enchufar la Wii y jugar una partida al siempre simpático y entretenido Mario Party. Una receta segura para el éxito que además es perfectamente compatible con unos chupitos de buen whisky. Winning, que diría Charlie Sheen.

Tras un Mario Party 8 ligeramente decepcionante, la nueva entrega promete (y consigue) recuperar la diversión del original de Nintendo 64 al tiempo que se somete la fórmula a una renovación más que necesaria tras la sobresaturación sufrida en GameCube. Con varios tableros (cada uno con sus propias normas) ambientados en juegos recientes como Mario Galaxy o New Super Mario Bros., doce personajes (varios de los cuales están inicialmente bloqueados) y ochenta minijuegos diferentes, hay horas y horas de diversión garantizada para un juego diseñado claramente para ser disfrutado en grupo, a pesar de omitir de forma incomprensible un más que necesario modo online.

El cambio más importante, y que afecta de forma vital al desarrollo de las partidas, es que el nuevo tablero tiene un principio y un final, como en la oca, en vez de ser libre como el del parchís. Y más importante aún: ahora los jugadores viajan todos a la vez en un coche, con lo cual se van moviendo juntos (con un rol de 'comandante' que se va rotando) y suelen participar en todas las pruebas. El objetivo es el mismo de siempre, acumular el mayor número posible de estrellas, pero de esta forma se consigue una mayor participación de todos los jugadores y se eliminan los tiempos muertos.

Al unir el movimiento de todos los jugadores también se produce una curiosa dualidad: sientes la imperiosa necesidad de putearles al tiempo que te ves obligado a cooperar con ellos. Empiezas a tomar decisiones en función de cómo molestar al rival que tienes más cerca, intentando que se coma el mayor número posible de estrellas púrpuras (que básicamente tienen puntuación negativa). Las risas se multiplican, el juego saca a la luz tu comportamiento más maquiavélico y las partidas se vuelven cada vez más divertidas. Y sin embargo, sabes que al mismo tiempo te vas a encontrar situaciones en las que debes unir fuerzas con los otros tres jugadores para superar obstáculos comunes.

Precisamente ese elemento de cooperación está muy presente en los jefes finales, una de las grandes novedades de Mario Party 9. En cada tablero hay dos casillas (una a mitad de camino y otra al final) que obligan al equipo a eliminar a un gran enemigo típico de la saga Mario (la planta piraña, el calamar, Lakitu o Bowser, entre otros). Son minijuegos un poco más elaborados y complejos, donde cada impacto realizado con éxito te da una estrella y en el que se premia el golpe de gracia con tres estrellas extra.

Lo que realmente hace que las partidas sean tan entretenidas es su impredecibilidad y el hecho de que la clasificación pueda variar radicalmente cuando menos lo esperas. Aunque el uso de los dados especiales (con menos avances o más lentos al girar, por ejemplo) o la elección de rutas aporta un toque estratégico, la aparición de Bowser (hilarante el castigo con el que te penaliza a darle 10.000 estrellas) y sus esbirros puede dar un vuelco a la partida difícilmente calculable, y los tableros tienen suficientes secretos como para garantizar un dinamismo continuo. Es, a decir verdad, un elemento fantástico: puede que vayas el último y con muchas estrellas de diferencia respecto al primero, pero una jugada maestra en los últimos turnos mezclada con un poco de suerte puede darte una victoria imposible.

"En Mario Party 9 se aprecia el esfuerzo realizado por Nintendo y el equipo de desarrollo Nd Cube para renovar una franquicia que parecía haberse estancado con sus últimas entregas."

Cuando se acaba la partida en el tablero el juego reparte unas cuantas estrellas extra al jugador que ha ganado más pruebas, al que ha acumulado un mayor número de puntos con las tiradas del dado o incluso al más vago o al que ha tenido peor suerte. Es una opción que se puede desactivar, pero que añade un poquito más de emoción antes de que se nos muestre el podio final de ganadores. Después de ello todavía queda tiempo para una curiosidad más: unas completas estadísticas y gráficos que nos informan de todos los detalles ocurridos durante la partida.

También hay otros minijuegos ajenos al tablero y el modo Fiesta, ideales para partidas cortas de pocos minutos. Bolos Goomba es el más tradicional de ellos: el objetivo es derribar la mayor cantidad de enemigos lanzando un caparazón, mientras los goombas se mueven en diferentes patrones por un largo pasillo. Otro minijuego consiste en un puzzle con una mecánica jugable similar a la del popular Hexic de Xbox Live Arcade e incluso hay un modo en el que participas en varios minijuegos con puntos de vista 'extraños': perspectiva cenital, en primera persona, etc.

El más divertido, sin embargo, era Fútbol Goomba. Imagina una especie de Mario Strikers, con equipos de dos contra dos y sin porterías, en el que en cada lado del campo hay una hilera de goombas estáticos. El objetivo es simplemente eliminar la fila del equipo contrario con un caparazón que podemos chutar o pasar a nuestro compañero, evitando al mismo tiempo que los dos rivales derriben nuestros goombas. Es un planteamiento sencillo, pero increíblemente entretenido y adictivo: el ritmo es frenéticamente rápido al no haber faltas y las partidas derivan en piques antológicos que me recuerdan, salvando las distancias, a los que podías tener con los amigos en recreativas de los noventa como WindJammers.

Es una sorpresa agradable, porque en Mario Party 9 se aprecia a menudo el esfuerzo de Nintendo para renovar una franquicia que parecía haberse estancado con sus últimas entregas. Tras cinco años de sequía, el resultado es mucho más que satisfactorio: puede que Wii esté plagada de colecciones de minijuegos, pero ninguna parece tan cohesiva y divertida como la que tiene entre manos el equipo de desarrollo de Nd Cube.

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