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Bastion

Un gran comienzo para el Summer of Arcade.

Como experiencia artística y narrativa, Bastion es más que sobresaliente y encanta ver que un juego tan pequeño es capaz de tanto y tan bueno. A un nivel puramente jugable, sin embargo, la naturaleza personal e intransferible de Bastion se diluye algo. El combate es demasiado simple y, quizás, demasiado inexacto: las armas cuerpo a cuerpo no siempre focalizan bien los impactos y las armas a distancia tienen un sistema de apuntado decente, pero no excelente. Esto no quiere decir que se haga incómodo de jugar, pero sí acaba convirtiendo los combates -habitualmente muy concurridos: la cantidad de enemigos puede llegar a ser muy grande- en una carrera frenética de pulsar botones al buen tuntún. La estrategia queda reducida a aprender a contraatacar y defenderse a tiempo con el escudo y esquivar con cuidado (es fácil caerse por el borde de las mazmorras), pero poco más.

Sin embargo, esta cierta inanidad del combate intenta y logra verse compensada por el trabajo de reconstrucción de Caelondia que tendremos que llevar a cabo en Bastion: allí podremos construir edificios como la destilería, que nos permitirá desarrollar, combinar y elegir el montón de licores y habilidades pasivas que podemos equipar; también podremos construir una forja para personalizar nuestras armas (hay muchas y de muchas clases), un arsenal, un punto de homenaje a los caídos de Caelondia (donde se nos presentarán retos puntuales) o un templo que alarga notablemente la vida del juego: cada dios que activemos en él tendrá efecto sobre las condiciones de las mazmorras, haciéndolas más difíciles pero también más llenas de recompensas y puntos de experiencia.

Bastion es una pequeña joya en su género y en su clase: su poética nebulosa, su historia llena de nostalgia y pérdida (pero también de esperanza) y las posibilidades que ofrece a todos los jugadores de adaptarse a su estilo son una auténtica delicia que hace pasar desapercibidas las leves faltas jugables de que peca. Quizás no sea la obra maestra que algunos anunciaban, ni suponga la revolución que todos deseábamos, pero sus méritos son más que suficientes y nadie en su sano juicio debería dejar pasar la oportunidad de jugarlo y descubrir por sí mismo el encanto y la magia que destila en cada uno de sus minutos.

8 / 10

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