Avance de Battleborn
How I Met Your MOBA.
No me esperaba que fuese el propio presidente de Gearbox Software, Randy Pitchford, el encargado de hacer las presentaciones a puerta cerrada de Battleborn en la Gamescom, pero ahí estaba; primera hora de la mañana, ante un grupo de periodistas adormilados, y el hombre se mostraba efusivo, sonriente y accesible. Puedes pensar lo que quieras de él -especialmente tras el fiasco de Aliens: Colonial Marines- pero no puedes negarle su entusiasmo e ilusión a la hora de hablar de un proyecto que no solo es su nuevo juego, sino también la nueva IP del estudio texano.
Las referencias al que hasta ahora es su mayor éxito, sin embargo, eran frecuentes. Es lógico que Pitchford mencionase Borderlands varias veces a lo largo de la presentación, porque Battleborn tiene un twist especial -el toque MOBA- pero al mismo tiempo muchísimo del popular juego que también publicó 2K. La base es similar: un shooter en primera persona con toques de RPG, elementos que se generan de forma procedural, looteo a mansalva, una desenfadada estética tipo cómic y una historia con un gran sentido del humor. Si lo hubieran ambientado en Pandora y se hubiesen buscado una historia con Jack el Guapo o un personaje ya conocido podría pasar perfectamente por un spin-off.
Pero no es el caso. El argumento nos traslada al fin de los tiempos, cuando en todo el universo solo queda una estrella con vida, Solus. Y obviamente ocurre lo previsible: cinco facciones con objetivos muy diferentes se enzarzan en una lucha sin cuartel por su control, ya que mientras unas la adoran con tintes casi religiosos, otras quieren experimentar con ella con la esperanza de encontrar la forma de crear nuevos soles que permitan evitar la extinción final.
Pero volvamos a la jugabilidad. Si tenemos tiros, subida de niveles, objetos para parar un tren, ¿dónde está la diferencia con Borderlands? Básicamente en dos aspectos. El primero es que el multijugador es un 5vs5 que se desarrolla en escenarios que podrían considerarse como arenas y en tres modos distintos (Incursion, defendiendo tu base mientras atacas a la del equipo rival; Devastation, capturando y manteniendo puntos del mapa, y Meltdown, en el que debes escoltar a un minion hasta una meta mientras evitas que el contrario haga lo propio con el suyo). El segundo, en que mientras en Borderlands debías jugar docenas de horas para llegar a maximizar un personaje, aquí tienes la posibilidad de completar su árbol de habilidades tipo cadena de ADN, llamado Helix, en cada partida, puesto que el ritmo es muchísimo más rápido y se sube de niveles cada dos minutos hasta un máximo de diez. En el siguiente combate vuelves a empezar a nivel uno, y así ad infinitum. Estas dos características son las que claramente acercan Battleborn a la exitosa fórmula MOBA que está arrasando en el mundo de los juegos online.
Con veinticinco personajes (que seguro aumentarán a base de DLC, aunque no hayan dicho nada todavía al respecto) y habilidades y armas bien diferenciadas que se potencian con el Helix, uno de los grandes retos que tiene por delante Gearbox es equilibrar los combates. Esa es, ahora mismo, mi mayor duda y preocupación con el juego. Lo que sí está claro ya en este momento es que su representación es fantástica; la estética cartoon le sienta de lujo y se nota que han contado con un artista que ha trabajado en películas de Pixar y en esa joya que es El Gigante de Hierro, porque los efectos y los pequeños detalles son realmente deliciosos.
Con el añadido de un modo historia cooperativo que en consola se podrá jugar además a pantalla partida, Battleborn tiene bastantes números para ser una de las sorpresas agradables del año. Es un videojuego que no quiere revolucionar, simplemente divertir. Que tiene un atractivo muy obvio para todos los que venimos de Borderlands, pero también los cambios necesarios para apelar a un nuevo público. Si 2K aprende de los errores cometidos hace no mucho con Evolve, quizás esta vez sí tengan entre manos el siguiente next big thing de los juegos de acción online.