Battlefield: Bad Company 2
Post-modern warfare.
Obviando esto, los pasajes jugables son de quitarse el sombrero —o el casco, si queréis—. Lo más destacable, y algo que debería convertirse en un estándar del género, es la destructibilidad del escenario.
El motor “Destruction 2.0” ha evolucionado hasta tal punto que ahora ya podemos cargarnos edificios enteros en vez de sólo petar paredes. Está muy bien que si disparamos balas convencionales todo siga en pie y que, en cambio, si nos hacemos con artillería pesada, misiles o granadas generemos el caos más absoluto. Las aplicaciones tácticas de esto son brutales y brutalmente divertidas y dan paso a situaciones esperpénticas y de final incierto… pero siempre gratificante.
Los gráficos acompañan este desparrame visual y sorprende su variedad —desde selvas hasta nieve o desiertos— y lo cuidado de cada escenario. Salvo un pequeño clipping, sobre todo en el multijugador, son excelentes y va fluidísimo.
Siguiendo con la pirotecnia, la variedad de armas es considerable y además conseguirlas todas es un estimulo para investigar el escenario. En cada nivel hay unos cuantos modelos nuevos y si los encontramos se añaden a nuestro inventario. Cada vez que pasemos por uno de las “cajas de Flynn”, desparramadas aquí y allí, podremos equipárnoslas.
Y no nos olvidemos de los vehículos (hay 15 tipos distintos), que protagonizan algunas de las fases más memorables de este título. Hay desde aviones hasta tanques o humvees, y cuando nos montamos en ellos la dinámica del juego cambia y nos tendremos que dedicar, casi en exclusiva, a reventar cosas. Aire fresco en medio de tanto combate de trinchera.
Y ya que hablamos de la dinámica, es destacable que esta segunda parte sea menos pasillera. Sigue siendo un juego muy dirigido y la mayoría de las veces habrá un camino y punto, pero hay niveles que rompen con este esquema. En uno en particular, en el desierto, deberemos triangular una información activando varios ordenadores. Podremos elegir el orden en el que lo hacemos y tendremos que movernos hacia los objetivos en coche y por la ruta que más nos guste. Es una interesante mezcla de géneros y lo han hecho con habilidad, así que aplaudimos este cambio.
Esta habilidad parece haberse contagiado al ejercito enemigo, que ahora es más listo y está más preparado. Son capaces de flanquearte, de cubrirse cuando deben hacerlo y de esconderse en edificios cuando las cosas pintan mal —aunque más mal pintarán a los pocos segundos cuando lances una granada y se les venga todo encima, pero bueno—. Se criticó que en la primera entrega hubiese fallos de IA, y ahora la mayoría de ellos se han resuelto. Y lo mismo con tus amigotes soldados, que están bien calibrados y te ayudan pero sin hacer ellos todo el trabajo.