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Bayonetta: El embrujo de la nueva musa interactiva

Analizamos su diseño y trucos de seducción.

El contradictorio encanto de Bayonetta

Se habla de Bayonetta, se la defiende o critica, muchos la tienen en un pedestal y otros la odian a muerte (mi novia no puede ni verme a los mandos de este videojuego, ¿está celosa?). Sin ningún tipo de dudas, esta situación demuestra lo especial que es Bayonetta; en ella reside el porqué de que vaya a ser recordada como una de las musas del sector.

Bayonetta seduce con su sensualidad, le encanta destrozar a sus enemigos para después guiñar el ojo al jugador o hacerle sucumbir mediante una atrevida postura. Alimenta nuestro lado voyeurista en cada corte cinematográfico, mientras filtrea con nosotros aunque no podamos responder a su llamada. Se genera una situación no exenta de intensidad sexual, pese a que no exhibe de forma explícita ninguno de sus atributos.

Otros de los puntos clave para definir el ideal de belleza, se ha situado siempre en un término esencial: la simetría. El origen de esta palabra llega desde el término griego Symmetros (de proporción adecuada), y es el eje sobre el que giran muchos de los cánones de belleza clásicos.

Bayonetta toma buena cuenta de ello (como demuestra la adecuación de los elementos de su vestimenta), pero rompe con la regla desde el momento en el que toma una postura de reposo visualmente desequilibrada, adelantando una pierna sobre la otra a pesar de encontrarse estas cruzadas de forma simétrica desde la vista frontal. Asimismo, el juego nos brinda la oportunidad de atribuirle a cada una de sus articulaciones armas diferentes: en la mano derecha puede llevar un látigo, en la izquierda una escopeta y sus pies pueden tener ancladas un par de mortíferas pistolas, con el festival de combos y destrucción que eso conlleva.

Una bruja con estilo propio

Pero ahí no acaba la cosa. Bayonetta es una tipa muy dura, que disfruta utilizando un tono sarcástico al dirigirse a sus enemigos (y amigos), y derrocha una agresiva personalidad no exenta de dulzura. Contrastes bien medidos y elementos perfectamente coreografiados pese a contradecirse en esencia y planteamiento: si orquestar (con éxito) todos los aspectos que definen a Bayonetta no es todo un hallazgo, que baje Dios y lo vea. Aunque no duraría ni un suspiro ante las mortíferas armas de destrucción (y seducción) de la bruja más memorable del sector interactivo.

Es posible que Bayonetta no posea una personalidad tan profunda y compleja como, por ejemplo, la que pueda representar la memorable Heather de Silent Hill 3, cuyo encanto reside principalmente en su temperamento y en cómo evoluciona a lo largo del juego, pasando de no poder ver ni una gota de sangre a ser capaz de plantarle cara hasta al mismísimo demonio. No obstante, derrocha estilo propio, su carácter genera odio o amor según el punto de vista desde el que la contemplemos, y la adecuación de todas sus particularidades desprenden un embrujo del que no es sencillo escapar.

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