Binary Domain
Robots Made in Japan.
Tengo que decir, antes de nada, que me considero alguien propenso a aceptar los juegos de diseño japonés más fácilmente que los que son de un corte puramente occidental. Sé que esto, en el fondo, no garantiza nada en el producto final, pero a mi, que soy amante de Japón, de su cultura y de su sociedad, me hace más tilín jugar a un videojuego ambientado en Shibuya en hora punta de un jueves que uno en el que pilote un caza interestelar bombardeando la Luna. Así soy yo, aceptadme como soy.
Aclarado esto, vamos a hablar de un juego muy japonés intentando imitar a uno occidental: Binary Domain. Menciono la imitación porque es imposible jugar a Binary Domain sin pensar en Gears of War, máximo exponente actual de los shooters en tercera persona. No es el primer juego japonés de esta guisa, ahí está Platinum Games con Vanquish dando su frenético toque al género; algo que no hace el Team CS1 con este juego.
Empezando por el argumento, Binary Domain nos sitúa en el año 2080, una época "post deshielo de los polos" en la que la tecnología ha avanzado a un nivel que permite a la humanidad tener robots a su servicio, ya sea haciendo tareas caseras o trabajando sin descanso en cualquier empresa. La humanidad es feliz así hasta que tras un incidente se descubre la existencia de robots que imitan perfectamente a los seres humanos, tanto, que ni ellos mismos saben que son robots. Ya estáis sospechando un giro de guión, ¿verdad?
Dan Marshall, junto con su compañero de armas Bo, es enviado a Japón con el fin de capturar al jefe de la empresa robótica Amada, que es quien parece estar detrás de las abominables creaciones cibernéticas. Una vez allí, y tras reunirse con el resto de su equipo táctico de asalto, verán que Japón es un país en el que sociedad ha abrazado abiertamente a los robots, aunque un grupo resiste para defender a los humanos ante el avance robótico.
Los creadores de la saga Yakuza creo que pueden poner su nombre al lado de la definición de "videojuego japonés". Tanto la ambientación y la narrativa de Binary Domain son puramente nipones, no así su jugabilidad que, como he mencionado, recuerda horrores a lo hecho hasta el momento en occidente. El problema es que aquí han fallado a la hora de querer jugar a las imitaciones. El sistema de coberturas de Binary Domain, falla, y falla bastante. Más de una vez nos encontraremos parapetados tras una esquina y al apuntar y disparar veremos como todas las balas impactarán en la misma pared con la que nos estamos protegiendo del enemigo. ¿Es esto culpa de la falta de habilidad del jugador? Para nada. Si los programadores no han sabido calcular cuando se considera que estamos disparando tras una cobertura y cuando estamos quedando como gilipollas agujereando una pared, el problema está claro de quien es.
A este fallo, que sacará de quicio en los momentos de mayor tensión, hay que añadir el segundo gran defecto de Binary Domain: la IA. Con respecto a los enemigos no hay mucha queja, actúan bajo unos patrones aceptables y más de una vez nos pillarán desprevenidos. Pero cuando hablamos de los compañeros, ay, que dolor. A la dificultad de acribillar a los robots enemigos que nos encontremos hay que añadir el hecho de que nuestros compañeros sean absolutamente idiotas y se crucen constantemente en nuestra línea de fuego, lo cual afecta en cierta manera al transcurso del juego.
Dan, el prota, deberá controlar las relaciones con el resto de los miembros de su unidad. A través de conversaciones en las que deberemos elegir la mejor respuesta posible y mediante el propio combate, mejoraremos nuestra relación con nuestros compañeros. Por ejemplo, si somos unos machaca robots de primera línea, causaremos una gran impresión, por lo que nos convertiremos en alguien en quien confiar en cualquier escaramuza, mientras que si disparamos a nuestros compañeros les empezaremos a caer mal, fíjate que cosas.
A efectos prácticos, este sistema de confianza sirve de poco, simplemente para asegurarnos que nuestros compañeros acaten nuestras órdenes durante el combate, ya sea con comandos de voz (los cuales no serán reconocidos muchas veces) o con botones, y para conseguir logros/trofeos. Más allá, esta novedad sólo prevalece como un curioso añadido que, era evidente, sólo se le podía ocurrir a la gente de Team CS1. Sólo les faltaba meter citas con robots.
Es lógico que, dado este sistema de empatía entre los personajes, la historia es algo importante, que debe ser cuidado con mimo, y afortunadamente es así. No diré que la trama sea el súmmum de la originalidad, pero hay que reconocer que despierta el interés del público acostumbrado a la narrativa japonesa y que no busque historias que avancen rápido. No estoy diciendo que la historia sea aburrida, pero ciertos tramos del argumento están alargados demasiado artificialmente en pos de aumentar la duración del juego, que por cierto, está dentro de la media.
¿Y que pasa con la acción, con el tiempo efectivo de juego? Pues nada nuevo bajo el sol naciente. Aparte de los fallos comentados anteriormente, la jugabilidad de Binary Domain es simplemente correcta. Las escaramuzas con el enemigo no serán muy constantes, lo cual puede derivar en cierto aburrimiento a los que estén impacientes por pulsar el gatillo, pero personalmente me ha parecido una dosificación correcta.
Cierto es que estaremos mucho rato caminando por escenarios bonitos, aunque vacíos, pero los momentos de acción son lo suficientemente divertidos como para que nos mantengan en tensión y entretenidos. A todo esto hay que añadir las clásicas búsquedas de objetos y la posibilidad de mejorar armas y personajes a través de tiendas que encontraremos durante nuestro camino; unos toquecillos rpgeros que añaden algo diferente a un título que intenta destacar sobre el resto de shooters en tercera persona y que se queda en un quiero y no puedo.
Evaluando el conjunto, Binary Domain no es un mal juego, es deficiente en algunos aspectos pero cumple en otros con bastante salero, lo cual es lo mínimo que se le exige a un juego con el que busquemos matar unas horas de forma decente, siempre que uno sea fan del género. Si no, busca en otro sitio.