Avance de Bleeding Edge
Zero Cool.
Que de todos los géneros, Ninja Theory haya apostado por introducirse en el hero shooter es sorprendente, como poco; especialmente si pensamos en que, tras el éxito de Overwatch, casi cualquier juego que haya tratado de aproximarse a esta fórmula ha acabado quedando sepultado por la supremacía del título. Quizás también llame la atención que el estudio que nos trajo Hellblade: Senua's Sacrifice vuelva atrás un puñado de años, a ese DmC: Devil May Cry más desenfadado y macarra que causa opiniones, como poco, divididas. Bleeding Edge no oculta en ningún momento sus inspiraciones: tenemos habilidades, mecánicas y elementos que se han extraído directamente y sin ninguna duda del juego de Blizzard. Lo que también hace es creer muchísimo en las nuevas ideas que pone sobre la mesa, lo que resulta en un título notablemente divertido, bastante fresco y, aunque quizás un poco caótico, con mucha personalidad.
En Bleeding Edge los equipos están formados por cuatro jugadores, y podemos elegir de entre una selección de diez héroes - de ataque, tanque o apoyo - para conformar nuestro equipo. Si os digo que encontrar las sinergias entre las habilidades de cada uno es clave para una composición de equipo equilibrada y que funcione, no os cuento nada nuevo; seguramente tampoco si digo que cada uno de los personajes tiene tres habilidades especiales con tiempo de recarga que pueden utilizarse cada alrededor de diez segundos, y que atacar a los enemigos cargará una habilidad definitiva que puede, en muchas ocasiones, cambiar el transcurso de la batalla. En un primer vistazo vemos algún pequeño detalle, como la posibilidad de correr - fuera de combate, podremos subirnos a una tabla para movernos más rápido entre lugar y lugar - que marca la diferencia, pero poco más.
Pero alejándose un poco de la tendencia del género, el juego apuesta por el combate cuerpo a cuerpo. Esto no quiere decir que no haya disparos - varios personajes pueden hacer uso de ellos - pero la inmensa mayoría de las contiendas tendrán lugar frente a frente, en un espacio reducido y a pocos centímetros de nuestros enemigos. Esto hace particularmente crucial una de las novedades mecánicas que vemos aquí, el esquive: podemos pulsar un botón y, en cualquier momento, movernos a cualquier dirección para evitar un ataque del enemigo. Los personajes no son particularmente frágiles, ni los golpes particularmente potentes, así que se exprime al máximo esa sensación de tensión constante del enfrentamiento cara a cara, cuando dos jugadores se han detectado mutuamente y todo lo que queda es un duelo a muerte para ver cual de los dos sobrevive. Esto puede hacer, en ocasiones, que el juego se vuelva un poco complicado de seguir: cuando hay varios combates entre varios jugadores sucediendo en la pantalla, todo se mueve muy rápido y es fácil despistarnos y no entender lo que está sucediendo. En la gestión de la información visual es donde Bleeding Edge tiene uno de sus mayores retos: de cara al lanzamiento, quizás una de las mejoras más necesarias es la de delimitar mejor los ataques y habilidades definitivas para permitirnos leer mejor la situación.
Lo que el título pierde en concreción, eso sí, lo gana en camaradería: el juego nos insta a mantenernos juntos, comunicarnos constantemente con nuestros compañeros, y gestionar las estrategias sobre la marcha. En el modo que hemos podido probar se nos presenta un mapa no demasiado grande, donde tenemos varios puntos que tenemos que conquistar. Los puntos se van activando uno a uno conforme avanza la partida - primero solo habrá uno, luego hemos visto hasta cuatro al mismo tiempo - y tanto nosotros como el equipo de los oponentes tendremos que dirigirnos a ellos para tomarlos lo antes posible y así ganar puntos. No sólo podremos ganar puntos de esta manera, sino también derrotando enemigos y curando y ayudando a nuestros aliados; a esto contribuye, claro, que casi todos los personajes que hemos probado tienen al menos una habilidad destinada no sólo a protegernos a nosotros sino también a ayudar al compañero. Al final, la victoria estará determinada por quién tenga más puntos, y no necesariamente quién haya capturado más objetivos, así que incluso cuando la situación parece perdida podemos hacer por sumar algunas decenas a nuestro marcador.
Antes de empezar la partida, los desarrolladores presentes nos advirtieron que en Bleeding Edge es crucial mantenernos juntos y poner en común las decisiones - qué punto vamos a tomar, a qué enemigo vamos a eliminar primero - antes de ejecutarlas; la que os escribe se sintió un poco como un niño pequeño al que le dicen, muy insistentemente, que no pulse un enorme botón rojo, así que me apresuré a proceder en solitario en un par de ocasiones. Efectivamente, mi personaje se debilitó en cuestión de segundos: los combates cara a cara son tan intensos que, sin un compañero que nos cubra las espaldas, es complicado no encontrarnos vendidos en un sólo instante.
Pero estamos hablando de un hero shooter, así que los personajes jugables son de gran importancia. No hemos podido jugar extensamente con todos, así que todavía quedan algunos misterios, pero el elenco es lo suficientemente variado como para que jugadores con diferentes gustos y sensibilidades encuentren su favorito entre ellos. Habrá quien prefiera jugar con Nidhoggr, un asesino con una guitarra eléctrica en forma de hacha y la posibilidad de escupir fuego, y a quién le guste más El Bastardo, un tanque que puede convertirse en, literalmente, un tornado de espadas. Por aquí preferimos a Zero Cool, un personaje de apoyo a distancia subido en una especie de artefacto volador y que puede mandar drones de ayuda a sus compañeros. El nombre, por cierto, (¡hemos preguntado!) es una referencia a Hackers (1999), para satisfacción de uno de nuestros redactores.
Entre las habilidades encontramos elementos conocidos, como una que permite marcar a un enemigo del mapa para que los miembros de nuestro equipo le hagan más daño, otra que hace que "hackeemos" las habilidades del enemigo para que no las pueda usar durante un tiempo o una habilidad definitiva que lanza una rueda explosiva que acabará con quien encuentre a su paso.
Al final, y con todos sus lugares comunes, lo que hemos visto de Bleeding Edge es, como mínimo, esperanzador: hay hueco para experimentar e innovar y crear una experiencia notable y, sobre todo, divertida. Al final, dependerá todo del equilibrio entre los héroes y de cómo de bien sepa el juego gestionar el cooperativo. De momento, nos quedamos con ganas de jugar más, que quizás sea lo mejor que pueda decirse de un juego de este tipo.