Skip to main content

Borderlands

Menos por menos es más.

La principal pista que os llevará hacia esa conclusión es el poco interés que parece tener el juego por atraer la atención del jugador hacia su mundo. El argumento, uno de los pilares en los que se cimenta cualquier RPG, es ridículamente sencillo (encontrar un lugar llamado "La Cámara" que contiene valiosa tecnología alienígena) y poco interesante, además de desarrollarse de una forma que no aprovecha para nada las capacidades narrativas del videojuego como medio. El planeta Pandora (amplio, eso sí, y con clarísimas reminiscencias de la película de George Miller Mad Max), además, casi no tiene NPCs con los que podamos conversar para averiguar más sobre su historia. El mejor de todos ellos es el robotito ClapTrap (el mismo que ya protagonizó un hilarante tráiler promocional), simpático y carismático como él solo.

La escasa variedad de personajes que comentábamos antes también se hace extensible a los enemigos. Sólo hay seis tipos diferentes, y eso incluye varios tipos de animales mutantes. Pero lo más grave es que la inteligencia artificial que los gobierna está muy poco depurada y frecuentemente da muestras de verdadera estupidez. Los humanos, por ejemplo, pueden atacar en grupo o parapetarse tras objetos del escenario en busca de cobertura, pero muchas veces veremos como se hacen un lío y se quedan bloqueados de pie sin saber demasiado bien qué rumbo tomar. Tampoco tienen demasiada puntería, y a menudo la dificultad se encuentra en la cantidad de enemigos juntos que nos ataca que no en la resistencia o el ingenio que pongan de forma individual.

La muerte es un tema peculiar en Borderlands, mezclando buenas ideas con otras horribles. La buena es que tiene un sistema de checkpoints muy similar a las vitacámaras de Bioshock, que nos permiten resucitar en caso de que perdamos todos los puntos de vida. La mala es que puede ocurrir el caso de que mueras quedándote casi sin munición, y al hacer el respawn verás que todos los enemigos que habías eliminado vuelven a estar ahí y tu no tienes los medios para acabar con ellos. Sobre la muerte en si, no es directa: cuando se acaban todos los puntos de vida caemos al suelo y, sin poder movernos, tenemos unos segundos en los cuales sin conseguimos matar a un enemigo se nos devuelve a la vida.

Es inevitable hablar del apartado gráfico de Borderlands, basado en la técnica cel shading, y que se ha convertido en la gran polémica que ha rodeado al juego. Cuando se presentó por primera vez, el título de Gearbox tenía un aspecto de corte realista, muy en la línea de cualquier otro shooter convencional. Sin embargo, y por razones que nunca llegaron a ser del todo aclaradas, de la noche a la mañana Borderlands pasó a tener un aspecto más propio de un cómic, usando la misma técnica que hemos visto en juegos como Jet Set Radio o Zelda Windwaker. Sea cual sea la verdadera razón del cambio (no puedo evitar pensar que el temor a la comparación con el soberbio Fallout 3 es el gran causante de ello), la verdad es que fue para mejor. Este aspecto desenfadado se ajusta como un guante a la actitud gamberra del conjunto creado por Gearbox, y pese a no ser totalmente novedoso (Ubisoft ya lo aplicó hace seis años en XIII) sí que ayuda a Borderlands a diferenciarse de cientos y cientos shooters con un apartado visual demasiado común.

Tampoco penséis que ese aspecto a lo "dibujo animado" implica una menor calidad. Borderlands es muy agradable a los ojos si lo juzgamos a nivel gráfico, pero no lo hace a expensas de cierta complejidad en algunos de los efectos visuales o ciertos modelados. De hecho, Gearbox quizás fuerza en exceso el motor del juego (o quizás no se haya preocupado mucho en optimizarlo), porque el frame-rate es poco estable y bastante propenso a sufrir ralentizaciones y popping con las texturas. En lo que respecta al sonido, no hay pegas: los efectos están bien, la banda sonora es bastante buena y el doblaje no tiene demasiado que envidiar a la versión original.

Borderlands, al final, está en medio de tierra de nadie. No es que sea precisamente un buen RPG; las inevitables comparaciones con Fallout 3 le dejan en ridículo. Y como first person shooter, hay un montón de alternativas muchísimo mejores. Pero la gracia está exactamente ahí: Borderlands no es un ni un RPG ni un FPS, es una curiosa (a la par que entretenida) mezcla entre ambos géneros. Y ahí si que, si bien no brilla, si emite ciertos destellos de calidad. Su propuesta para jugar en solitario es discutible, pero como juego cooperativo (especialmente con cuatro personas) es fresco y bastante recomendable.

7 / 10

También te puede interesar