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Call of Juarez: Gunslinger

A sangre y polvo.

Call of Juarez: Gunslinger supone un alegato con sabor añejo inmensamente satisfactorio. Una deliciosa fritanga descarnada y a lo bestia de lo mejor de las dos primeras entregas. Es ese tipo de FPS capaz de echarte un polvo a plena luz del día y en la calle más concurrida de tu ciudad mientras un grupo de japoneses te fríen a fotos. Un pegatiros sin complejos que cabalga lo Call of Duty al ritmo que azota a la franquicia bélica de Activision con un látigo marca Bulletstorm. Es una maravilla diseñada con el único motivo de divertir, toda ella refinada, excepcionalmente orquestada y deliberadamente exagerada. Pero mejor, empecemos por el principio.

Corre el año 1910 en Abilene, Kansas, un viejo y harapiento cazarrecompensas entra a un salón con la intención de ahogar sus penas en alcohol, y aun con la esperanza de pasar desapercibido, el legendario Silas Greaves es reconocido por un grupo de parroquianos que enseguida se arremolinan sobre el anciano esperando ser agasajados por sus hazañas. Cuando Silas, a cambio de unos buenos copazos de whisky comienza a rememorar sus gestas, es también cuando tomamos el control sobre éste y empezamos a darnos cuenta que de la caprichosa naturaleza en la narración de Greaves depende el devenir de los hechos.

Silas es un hombre mayor, castigado por el tiempo, la búsqueda de una venganza aciaga, el alcohol, y también se las sabe todas. Éste tiende a exagerar, a olvidar, a intentar engañar a los demás, lo que influye directamente en nuestra agitada travesía, abriendo vías alternativas o teniendo que repetir pequeñas secciones sutilmente alteradas. Pero al contrario de lo que pudiera parecer, y aunque Gunslinger se amorre a este recurso más de lo deseable, la obra de Techland lleva el desenfreno por bandera, y es en la forma de ligar los acontecimientos con los frenéticos tiroteos donde esta nueva entrega de Call of Juarez, sin inventar nada, consigue sentirse fresco, diferente, original y, sobre todo, divertido de cojones.

Call of Juarez: Gunslinger resulta un pegatiros sin complejos que cabalga lo Call of Duty al ritmo que azota a la franquicia bélica de Activision con un látigo marca Bulletstorm. Es al spaguetti western lo que Crank al cine de acción.

Call of Juarez: Gunslinger enciende la mecha de la prontitud con una mecánica de puntuación similar a la de Bulletstorm, con la que se nos obliga a ser hábiles y realizar tiritos virtuales con cierto estilo, alimentándose de disparos a la cabeza, bajas consecutivas o mediante la utilización del entorno, y que enlaza directamente con un sistema de nivelación que invita a especializarse en la utilización de pistolas a dos manos, rifles a distancia, o escopetas. Yo soy de los que opinan que siempre tiran más dos cañones recortados que un par de Colts. Todo nuestro progreso puede trasladarse a una nueva partida, en la que además podemos continuar buscando las llamadas 'Pepitas de la verdad' - una serie de panfletos coleccionables en los que se puede repasar el imaginario popular de la época desde el punto de vista de Techland - que hayamos dejado atrás.

Las únicas pausas reales durante este baño de sangre son los duelos, y doy fe de que pueden llegar a resultar un coñazo. En ellos, debemos centrar la vista de Silas con el stick derecho mientras con el izquierdo colocamos su mano cerca del revólver. Estos pueden solventarse honradamente, esperando el momento oportuno para desenfundar al mínimo indicio de que el rival vaya hacer lo propio, o directamente disparando en el entrecejo a poco que se escuche el latido del corazón de Greaves. Pero si todavía se queda uno con ganas de más, Call of Juarez: Gunslinger también cuenta con dos modalidades exclusivamente dedicadas a cada una de las vertientes de su trama principal, haciendo del 'Modo Arcade' un desparrame de adrenalina con carácter de recreativa.

Call of Juarez: Gunslinger quizá no sea esa mezcla imposible de todo lo que mola más que la vida que sí es Far Cry 3: Blood Dragon, pues la senda por la que transcurren es muy diferente aun partiendo de la misma idea de que una Ubisoft loca, despreocupada, capaz de soltarse el pelo y hasta el sujetador si es menester y editar producciones de este calado, siempre es mejor que una Ubisoft que nos atiborra con un Assassin's Creed por año cual Activision con sus marines de pega. Call of Juarez: Gunslinger es al spaguetti western lo que Crank (Mark Neveldine, 2006) al cine de acción de los 90'. Es Bulletstorm (People Can Fly, 2011) con sombrero raído y botas camperas, sirviéndose de una botella de whisky a modo de combustible para contar un inverosímil relato que firmaría el mismísimo Sergio Leone. Y si después de aquella infecta aportación a la industria del videojuego que fue The Cartel alguien pensaba que no necesitábamos más Call of Juarez, Techland ha demostrado que estaba totalmente equivocado.

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