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Análisis de Call of the Sea - Una refrescante aventura donde los puzles abren paso al misterio

Más allá de los eones.

Eurogamer.es - Recomendado sello
Call of the Sea nos invita a recorrer una isla en la que el misterio y los puzles se entrelazan hábilmente con el romance y la fantasía.

Tras una docena de años escribiendo sobre juegos es inevitable terminar viendo tantos elementos comunes que una de las cosas más agradables y sinceras que puedes decir de un título es que ha roto tus expectativas. Los primeros segundos del debut de Out of the Blue, con referencias más que evidentes a los relatos de Lovecraft, me hicieron pensar en otra docena de juegos inspirados en la obra del autor de Providence y los patrones que se repiten entre ellos: detectives alcohólicos, monstruos marinos, cultos infames... pensaba que ya sabía a qué atenerme pero, por suerte, aún hay juegos con ganas de sorprender.

Call of the Sea se ambienta en una isla del Pacífico Sur en el año 1934 en la que Norah busca a su marido desaparecido. Henry acudió a este lugar, habitual de las leyendas de los locales, para encontrar una cura a la misteriosa enfermedad que lleva años apagando las fuerzas de la protagonista y plagando su piel de manchas. Tras meses sin rastro de la expedición, Norah se decide a emprender el viaje al recibir una extraña misiva.

Desde el instante en que pisamos la isla es fácil quedar embelesados por el entorno: los colores vibrantes, acompañados de un genial uso de la iluminación, nos invitan a adentrarnos en un lugar exótico y espectacular. No hace falta que nos metan demasiada presión para adentrarnos en este paraíso tropical y explorar sus recovecos; cada paso que damos es un regalo para la vista.

Pronto comprobaremos que la isla oculta secretos bajo su formidable apariencia. A veces peca de un tono solemne que le queda un poco impostado, pero en general realiza un gran trabajo dando un giro a unas referencias de weird horror, que parecían destinadas a aparecer únicamente en juegos de terror. Out of the Blue logra coger solo lo que le interesa de esa fuente de imaginería, aprovechando sus ideas para contar una apasionante historia que se mueve entre la fantasía, el romance y el misterio, elevada por las notables actuaciones de Cissy Jones (Norah) y Yuri Lowenthal (Henry).

El personaje al que interpreta este último dejó toda clase de anotaciones personales, fotografías y dibujos por la isla que nos permiten vivir su recorrido casi como si hubiésemos estado allí. Call of the Sea emplea hábilmente la historia de la expedición y los misterios que la rodean como cebo mientras, en paralelo, va desarrollando la historia de crecimiento personal de la propia Norah, que deja como testimonio de su evolución una serie de apuntes en el diario que recogemos al inicio del juego.

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El diario sirve también para el otro pilar del juego: los puzles. Aunque en un primer momento Call of the Sea parece tomar recursos principalmente de los walking simulator, se defiende sin problemas en este otro campo presentando acertijos enrevesados que nos pueden tener un buen rato dando vueltas a cada problema. Por suerte Norah apunta todas las pistas en ese diario al que además podemos acceder en cualquier momento, incluso en mitad de la resolución de un puzle. La mayoría de estas pruebas no se sienten desconectadas de lo que se nos está contando: aunque la mayoría se basan en averiguar algún tipo de secuencia, en el proceso nos exigirán investigar los entornos y comprender bien lo que estamos haciendo, además de añadir trasfondo a lo que está sucediendo en la isla.

Aunque alguna de estas pruebas se nos puede atragantar, lo normal es que el juego no se alargue demasiado. Sus cuatro-cinco horas son ideales para dedicarle una tarde ininterrumpida, viviendo la historia completa de Norah sin perder el hilo ni el pulso narrativo. No me importaría que la historia se alargase un poco más, pero también es cierto que la aventura termina en el tramo en que los puzles empiezan a resultar un poco predecibles de más.

Call of the Sea es una grata sorpresa: una historia que por sus referentes podría haber sido un relato trillado de terror se transforma casi de inmediato en una imaginativa historia de amor en la que fantasía y misterio se abren paso para inundarlo todo, desde la intrigante narrativa hasta unos puzles que ayudan a darle una personalidad única al mágico lugar donde transcurre la historia. No termina de afinar algunos aspectos, como la variedad de las pruebas, pero es fácil perdonarlo porque sabe poner al frente sus virtudes para dejar un buen recuerdo.

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