Análisis de Conga Master Party
¡Como en las fiestas de mi pueblo!
Voy a comenzar este análisis con una confesión, con la esperanza de que algún lector quizás se sienta identificado: no sé bailar. A pesar de que en algún momento de mi vida llegué a términos con el hecho de que bailar, aunque lo hagas regular, es más divertido que no hacerlo cuando la ocasión se presenta, tengo recuerdos muy vívidos de un montón de fiestas en las que me he quedado de pie en una esquina, un poco incómoda, mientras la gente a mi alrededor se lo pasaba genial meneando el esqueleto. Para aquellos que, como yo, nunca hemos sido muy amigos del ritmo, el momento de la noche en el que una conga irrumpía en la mitad de la pista - aunque en mi pueblo, reconoceré, siempre se le llamó "el tren chu-chú" - era una especie de balsa salvavidas: la oportunidad de, con poca o nula habilidad, poder participar en aquella actividad social sin sentirnos muy estúpidos. Por casualidades de la vida, ha terminado llegando a mis manos un juego que consiste en precisamente eso: crear una conga lo más larga posible, reuniendo a personajes con diferentes personalidades en esta actividad lúdica apta para los más y los menos bailongos.
El modo historia consiste en siete niveles en los que comenzaremos en la entrada de la discoteca o lugar de fiestas de preferencia, y nuestra misión será bailar alrededor de los distintos asistentes, con tantísimo tino que no puedan resistirse a unirse a nosotros en nuestro incesable garbeo por la pista. Los personajes a los que tenemos que convencer están divididos en cuatro tipos distintos: el juego no les pone nombre a las categorías, así que mentalmente los he apodado "los elegantes", "los listillos", "los tíos guays" y "los románticos". Cada uno tiene un medidor sobre la cabeza, que se va llenando en color verde cuando pasamos por su lado, impregnándoles del ritmo de la noche. Cuando consigamos un número predeterminado de congueros de cada tipo, podremos ir hacia la puerta, lo que finalizará el nivel y nos llevará a la fase de bonus. Todo esto, eso sí, sin perder nuestro "momentum": un indicador de inercia que irá bajando a cada segundo y que tendremos que ir rellenando añadiendo más bailarines a nuestra fila. Si pasamos demasiado tiempo sin convencer a nadie de que baile con nosotros, se termina el juego.
El resultado es un juego que, antes de que te quieras dar cuenta, te tiene atrapado en sus garras. Tras instalarlo eché una partidilla rápida, para probar, y esa partidilla rápida se convirtieron en tres horas. Parte de su brillantez reside en el hecho de que se anda con muy pocos rodeos: tras un rapidísimo tutorial de texto a modo de introducción, nos lanza directos a la pista de baile. Es un título que, conforme avanzamos en los niveles, requiere cierto nivel de estrategia y habilidad: tenemos que estar pendientes de no pasar demasiado tiempo sin añadir personajes a la conga y de no empujar a ningún bailongo, porque si lo hacemos se enfadarán con nosotros, y su medidor de ritmo se reducirá a cero. Para añadir un poco más de intríngulis al asunto, también habrá ciertos obstáculos que tendremos que esquivar: desde cáscaras de plátano en el suelo hasta limpiadores o machacas de discoteca que nos harán perder el control sobre nuestros danzantes, generalmente con desastrosas consecuencias. Tampoco será del agrado de los bailarines que se unan a la fila - por algún motivo que soy incapaz de comprender - unos monísimos cerditos con gorra que encontraremos en algunas zonas de la pista de baile. No deja de resultar llamativo que, con todo esto en mente, durante todas las partidas utilizaremos tan sólo dos botones: el botón L para girar a la izquierda, el R para girar a la derecha, y ambos a la vez para ir más rápido.
Conga Master Party no es el juego con más contenido del mundo, pero sí un buen candidato a ser nuestro multijugador de cabecera para unas partidas con nuestros colegas, en casa o fuera de ella.
Conga Master Party es una versión más completa de Conga Master, juego de los desarrolladores barceloneses Undercoders, y su carácter de juego patrio se puede adivinar, un poco, por alguna que otra referencia local escondida en los escenarios. De hecho, en cuestión de guiños a la cultura pop y a la ficción de las últimas décadas el juego va sobrado: entre los personajes desbloqueables nos encontramos a algunos extremadamente reconocibles, desde Taylor Swift o Freddie Mercury hasta Mulder y Scully, de Expediente X. No obstante, hay que señalar que la ausencia de un sistema de trofeos o logros en Switch penaliza un tanto al juego en lo que al contenido opcional respecta: los avatares que podemos ir consiguiendo tienen diferentes características, pero no son tan distintos entre sí como para que haya un incentivo real para tratar de hacernos con todos. En este sentido, quizás una motivación externa para buscar con más ahínco hubiese alargado un tanto el tiempo de juego.
Además del modo historia, el juego añade un "modo infinito" en el que podemos escoger el escenario que más nos guste y luchar por conseguir la conga más larga posible. En los modos de multijugador local, sin embargo, es donde sucede la verdadera magia: son una excusa más que llamativa para darle un poco de uso a esos dos Joy-Cons con los que viene la Switch, y convencer a un amigo para veros las caras en la pista de baile. A los seis minijuegos para cuatro jugadores que tenía la versión original se le han añadido dos más, que ofrecen desde la competición más estricta, luchando por conseguir más bailarines que nuestros oponentes, hasta modos mucho más locos, como ese en el que nos jugaremos a un duelo de piedra, papel o tijera cuando choquemos en la pista con los personajes de nuestros amigos. Mención especial al modo Just Conga, que se aprovecha de los controles de movimiento de la consola para hacernos girar los mandos en posiciones demenciales en el momento más inesperado para poder conservar nuestra puntuación.
Conga Master Party, en definitiva, no es el juego con más contenido del mundo, pero sí es un buen candidato a ser nuestro multijugador de cabecera para unas partidas con nuestros colegas, en casa o fuera de ella. Y durante todo el tiempo que he estado escribiendo este análisis, he estado tarareando, sin darme cuenta, la canción principal de uno de los niveles. Cuando hablamos de un título de ritmo y de bailar, eso debería decirlo prácticamente todo.