Crónica de la Premiere de Kinect
"Kinect ha matado a Natal".
La primera gran presentación del E3 prometía ser una de las más importantes de los últimos años. Microsoft tenía que presentar Natal en sociedad; su gran tecnología estaba destinada a encumbrarlos en la cima de la innovación. Natal podía ser, por fin, su primer paso adelante, su primera gran revolución.
Por la mañana hemos ido a recoger la acreditación y estábamos cerca del recinto de la presentación una hora antes. La cola era larguísima, y por encima de la verja veíamos gente disfrazada con motivos florales, pintados y haciendo gestos como muy orgánicos.
La escenografía de esta gran puesta en escena corría a cargo del Cirque du Soleil. No nos podemos ni imaginar la de pasta que habrán tenido que pagar para que, tal y como decían los folletos, "imaginen" el espectáculo.
El Galen Center estaba lleno, pues, de actores con disfraces que recordaban ligeramente a Avatar y a selvas perdidas y llenas de vida y de civilizaciones extrañas. Esa iconografía ha sido la que ha acompañado todo el espectáculo, que ha durado más o menos 45 minutos (sin contar la hora y media de espera).
Justo en la entrada nos han dado un poncho de color blanco con unas hombreras bastante ridículas. Periodistas y personalidades de la industria parecíamos espermatozoides de películas de Woody Allen. La excusa era que "podíamos mojarnos", pero al final ni rastro de agua y todo ha sido para intentar implicarnos en un show bastante desastroso.
El mensaje era, desde buen principio, que el hombre supera a las máquinas y que, por fin, podemos interactuar con ellas de forma orgánica y natural. En pleno espectáculo un chaval escalaba unas rocas postizas y vimos como pasaban imágenes de Banjo & Kazooie: Baches y Cachivaches, The Maw y Kameo: Power of elements. La idea era —y sin llegar a descubrir el porqué de lo aleatorio de la elección de esos tres juegos— que pasaremos a un nuevo nivel de interacción. Que Natal, ahora Kinect, nos permite jugar sin ninguna barrera.
El ritmo del show ha sido lento y pesado. El Circo del Sol se entretenía en cucamonas innecesarias y que sólo parecían querer esconder la poca chicha que veríamos en unos instantes.
Los juegos que hemos visto —no se ha mencionado ni su título, ni quién los desarrolla... nada— han sido una cuesta abajo sin frenos. Uno era una especie de Wii Sports pero peor; los avatares se movían a trompicones y, a falta de probarlo, hemos tenido la sensación de que sin duda la cosa se va a controlar y se va a ver peor que en Wii. Todavía peor han sido los juegos de coches y de rafting. Los gestos y saltos de los pésimos, artificiales y plasticosos actores —la familia perfecta: el hijo, la hija, la madre y un padre que sobreactuaba y daba rabia— no tenían ni emoción ni sentimiento y, una vez más, sembraban serias dudas sobre este nuevo dispositivo.
Y es que hay cosas que ni podemos entender. En uno de los minijuegos se veía un título de fútbol. Cuando los personajes recibían el balón se quedaban parados y sólo podías hacer pases. ¿En serio que en un año no han tenido tiempo de solucionar ese problema? ¿Tan limitado es Kinect que no permite ni avanzar con una pelota en los pies? Este ejemplo sirve para explicar, en pocas imágenes, la desagradable decepción que nos hemos llevado. Vinimos esperando genialidades y hemos salido con la sensación de que han ido con prisas y de que esto ni vale la pena ni tiene un futuro asegurado. Quizás juegos como los de acariciar tigres o los de Star Wars puedan llegar a salvarse; tienen un target definido y no se veían tan tan mal como los demás; en todo caso si eso es lo mejor que tenían que enseñar en su Premiere mundial es sintomático y extremadamente preocupante.
Incluso hemos llegado a pensar que hubiese sido mejor centrarse en las aplicaciones para videoconferencias. A pesar que lo han vendido muy mal —con un par de niñas ñoñas que no sabían ni qué decir— y de que el grafismo no estaba a la altura, sí que se intuyen posibilidades interesantes. Conversaciones a distancia mientras navegamos por fotos de por medio, integración con redes sociales, moverse por los menús con las manos... quizás ahí sí que tenga algo de sentido.
Total, que he salido abatido, decepcionado y casi enfadado por haber tenido que disfrazarme de marciano en esta conferencia. El aparato en cuestión está casi peor de lo que vimos en el E3 del año pasado. Los juegos se intuyen muy malos y si eso es lo mejor que Microsoft puede enseñarnos es que algo está funcionando extremadamente mal ahí dentro. No quiero ni pensar qué estará pasando con las third parties. Y otro dato preocupante: ni rastro de juegos hardcore. Como no los enseñen durante su conferencia tendré que poner un par de cruces más.
Todavía hay lugar para la esperanza; quedan unos meses para que salga a la venta y la tecnología es muy nueva, y es posible que todo el mundo se vuelque con eso, que hagan una campaña de marqueting brutal y que consigan vender suficiente como para crear una plataforma digna para desarrollar juegos. Pero como ha dicho un compañero en la salida, mientras comentábamos la jugada, "Kinect ha matado a Natal". Una frase que habla por sí sola y que resume perfectamente la jornada de hoy.