Análisis de Crusader Kings III - Afinando una fórmula de estrategia casi perfecta
¡Tu heredero no es de tu linaje!
Crusader Kings II era, hasta la fecha, mi juego de estrategia y gestión favorito. Ni siquiera voy a añadir el "histórico" al género, porque no se me ocurre ningún otro juego de estrategia que me haya gustado tanto. Me resulta prácticamente imposible parar de jugar: siempre tengo algo que hacer, una batalla por ganar, un matrimonio que concertar o un asesinato que planear. "Lo dejo en un minuto", dije hace una hora.
Por eso esperaba Crusader Kings III con una mezcla de emoción y temor, con la sombra de una duda: ¿nos ofrecerían algo que justificara de verdad un nuevo Crusader Kings, sobre todo teniendo en cuenta que el contenido disponible de Crusader Kings II (el juego base está disponible gratuitamente, pero no la mayoría de DLCs) asciende a más de trescientos euros?
Para mi alivio y sorpresa, Crusader Kings III ofrece un juego base mucho más completo que su predecesor y que a la postre me ha gustado bastante más. Empezamos la partida eligiendo entre dos fechas, 867 y 1066. El juego nos destaca a varios personajes entre los que elegir, pero podemos escoger el país y gobernante que prefiramos. Y no sólo nos movemos en Europa; tenemos también una parte de África y Asia, que nos ofrecen una alternativa muy interesante. Como detalle, me hubiera gustado que la música cambiara dependiendo del continente, pero no es así.
Antes de empezar a jugar, mi recomendación es que echemos antes un vistazo a las reglas del juego, las cuales nos permiten modificar en profundidad cómo queremos jugar más allá de la dificultad. Podemos cambiar las leyes y la frecuencia de ciertos eventos, por ejemplo, y, como en el anterior, podemos jugar con las normas clásicas de Crusader Kings, donde se mezclan leyes históricas con parámetros que ajustan el juego. Si, como yo, queréis cambiar las leyes de herencia o la frecuencia de ciertos eventos, podéis ajustar estas opciones a vuestro gusto.
Empezamos a jugar. Tenemos a nuestro gobernante, al que lo primero que hemos hecho es cambiar un poco la estética. ¿Y ahora qué? No existen objetivos como tal en Crusader Kings; el juego te da opciones, como por ejemplo independizarte, fundar un reino si tienes los territorios, tener tu propia orden religiosa o consagrar a tu familia. Esta falta de objetivos puede ser molesta para quien prefiera jugar sabiendo que tiene algo que hacer, pero para mí es justamente lo contrario en este caso. El juego no te impone una forma de juego: tú decides. ¿Que quieres hacer la guerra y conquistar cuanto puedas? Adelante. ¿Quieres que tu ducado sea rico? Adelante. ¿Quieres dejarte llevar por la aleatoriedad? Pues adelante también.
Es en esta capacidad que tiene el juego de sorprenderte donde para mí más radica su gracia, ya que no hay ni un momento de respiro.
Hablemos ahora de los personajes. Todos tienen cinco atributos: diplomacia, marcial, administración, intriga y erudición, y ser mejor en uno u otro creará todo tipo de situaciones. Por ejemplo, tuve un rey que quiso encandilar a su esposa, convencerla de que eran almas gemelas. Hay una opción para ello, pero claro... solo tenía una buena estadística en marcial, y el resto las llevaba regular. Evidentemente es su esposa ya y se llevaban bien, y eso da puntos. Bueno, pues tuve que ver cómo este rey no acertaba ni una opción que no fuera una segura pero oye, a la señora le hizo gracia al final y se hicieron almas gemelas.
Los personajes también tienen personalidades y estados que se van adquiriendo tanto al crecer como en eventos a lo largo de su vida adulta. Algunas de las características que se pueden adquirir, como por ejemplo ser guapo, son congénitas y ayudan o perjudican a los atributos y estadísticas. Pero la cosa no acaba aquí, porque también tenemos los focos de nuestro modo de vida. Estos focos nos permiten elegir qué atributo mejorar, y Crusader Kings III cambia ligeramente la mecánica de los focos con respecto a la anterior entrega.
Ahora podemos elegir, dentro de cada foco, una especialización que nos dará ventajas. Conforme ganemos experiencia, subiremos de nivel y obtendremos puntos que podremos gastar en tres árboles de ventajas por foco. ¿Que nos interesa la administración? Pues podemos elegir entre Avaricioso, Arquitecto y Meritocracia. Estos tres árboles de ventajas se aplican a nuestro gobernante.
Por ejemplo, puedes pensar que el foco de Marcial es esencial para las batallas, pero es en el de Administración donde una de las ventajas será ganar un tanto por ciento más dinero durante la guerra. Esto viene muy bien para contratar mercenarios, a los que tienes empleados tres años con posibilidad de ampliar el contrato.
Como hay tanto que hacer en Crusader Kings III, estas ventajas son una manera de asegurarnos ciertos beneficios. No son hereditarios, pero sí sus consecuencias; por ejemplo, mi segundo gobernante le dejó a su heredero un país en bastante mal estado. Este tercer gobernante tuvo que bajar la autoridad de la Corona a nivel 1 por ello, y nos metimos en más guerras de las que deberíamos. Pero le puse el foco en administración, y cuando su nieta heredó, a pesar de las dificultades al inicio al menos tenía dinero para solucionar muchos problemas.
Y es que en Crusader Kings III no hay dos historias iguales. Más allá de la gestión o las batallas, los líos en los que me meten mis personajes me tienen entretenida horas y horas. Algunos dan muchos disgustos, como los dos hijos de mi primera gobernante que se liaron entre sí y claro, menuda debacle fue aquello. O el rey estresado que tuve, que no paraba de charlar con sus confidentes para ver si así le bajaba el estrés. También me gustaron varios de los eventos, como el del plebeyo que me pidió que le dejara construir carreteras y le dije que adelante. Porque construir es importante.
La parte de gestión del juego sigue siendo lo suficientemente compleja y lo suficientemente simple como para pasarme horas yendo a cada territorio de mi reino a mejorar las construcciones. Cada provincia tiene huecos ocupados o libres. Tendremos fortalezas, ciudades y templos, y en cada una podremos construir las edificaciones que más nos convengan, desde campos de labranza hasta cuarteles. Cada uno de ellos nos mejora alguna de las características de nuestro territorio.
Es en las mecánicas de batalla donde más problemas veo a esta nueva entrega. En esta ocasión no podemos organizar nuestros ejércitos como en el anterior, y aunque parece que la calidad y el tipo de tropas juega un papel importante, al final tengo la sensación de que es la cantidad de tropas que llevamos lo que de verdad determina el desenlace. La guerra, en Crusader Kings III, me resulta a veces tediosa, aunque debo admitir que sí me gusta el cambio en la interfaz de usuario. Ahora, declarar la guerra es mucho más fácil, así como terminarla, y podremos contratar a los mercenarios durante tres años, y más tarde decidir si les ampliamos el contrato.
Hay mucho que hacer en Crusader Kings III. De hecho, podemos en cualquier momento cambiar de gobernante a lo largo de la partida: cuando te canses de tu gobernante, escoges a otro. Pero eso no es lo único: no he hablado todavía de la fe, de cómo podemos jugar siendo unos fanáticos o todo lo contrario. También podemos ignorarlo por completo o aprovechar un momento de debilidad para atacar y reclamar sus territorios. Todos los detalles del juego están cuidados, y todo está explicado. Puede que los desarrolladores vinieran con mucho trabajo hecho, pero han ajustado mucho mejor ciertos parámetros. En los eventos, de hecho, algunas opciones nos darán estrés si van en contra de nuestra personalidad. En general, han hecho el juego menos confuso, además de tener ahora una interfaz de usuario más limpia y clara.
Cuando empecé a jugar, me preocupaba encontrarme con un juego que fuese demasiado más de lo mismo. No paraba de comparar mentalmente Crusader Kings III con Total War: Troy; ambos mantienen las mecánicas y las afinan, pero el segundo cambia la localización, lo cual justifica, en parte, el nuevo juego. Pero, ¿qué nos ofrece nuevo Crusader Kings III?
Cuando me planteaba si ponerle o no el sello de Recomendado, me preguntaba si el nuevo juego era necesario. ¿Acaso no es lo mismo que su predecesor? Sí y no; para empezar, está mucho mejor optimizado, y en mi ordenador va bastante mejor Crusader Kings III que Crusader Kings II. También se incluyen cambios e incorporan características que no existían en el juego base anterior, aunque sí en los DLC.
Para mí, Crusader Kings III afina mucho más la fórmula y como juego lo encuentro más completo que su predecesor. Por ejemplo, ahora podemos escoger una tecnología en la que enfocarnos en vez de ir poco a poco mejorándola. Han sabido adaptar mejor ciertas mecánicas de gestión que se hacían pesadas. No es un juego perfecto, desde luego, pero me lo estoy pasando estupendamente con él. Quiero volver en cuanto termine este análisis y seguir echándole horas. Porque el heredero de mi título principal es un personaje fuera de mi linaje y tengo que prepararme.