Cryostasis
No nos ha dejado tan fríos.
Pero volvamos a lo nuestro. Por más que quisiésemos que la sola presencia de zombies helados redimiese por sí misma la falta de diversidad en estas situaciones, lo elaborado de la historia y lo moderadamente simple de la acción permiten pensar que Cryostasis ha sido en un principio concebido más como una aventura que como un juego de acción. La ambientación, es ciertamente espléndida: un juego que quiera ser tomado en serio que basa su jugabilidad en el frío y en cómo lo soporta nuestro personaje, ya puede, desde luego. La sensación de vulnerabilidad ante las bajas temperaturas se transmite mediante un termómetro, que marca la temperatura corporal de Alexander y la exterior, prescindiéndose de este modo del medidor de vida clásico. Si baja demasiado, nuestros movimientos se volverán más lentos e imprecisos, llegando lógicamente incluso a morir si llega a cero –nada de baños helados, ¿está claro?–. Recuperaremos nuestra salud, por extraño que pueda parecer, haciendo uso de fuentes de calor externas, como estufas, generadores, o incluso lámparas.
Lamentablemente, para disfrutar de las golosinas gráficas que hacen que el juego luzca todo lo bien que debiera si se quiere gozar de la gélida y lograda ambientación, hace falta un equipo bastante potente, quizás en exceso. ¿Hemos dicho bastante potente? A lo mejor queríamos decir monstruoso. El motor es pesado, y nos permitimos decir que no lo suficientemente bien optimizado: no tiene sentido que la diferencia entre jugarlo a 1024x768 con todo al minimo y hacerlo a 1680x1050 con todo al máximo sea tan ligera. Ahora bien, con todo, en caso de poder, el resultado es fantástico.
Cryostasis quiere ser un survival horror, y aunque no carece de los elementos principales, puede que en aspectos puntuales le falte la chispa que un juego que pretende tenerte en tensión y mantenerte pegado a la historia o deseando volver a casa para terminarlo necesita. Es lineal, sí, y no hay nada de malo en ello, máxime cuando se quiere contar una historia –junto con la ambientación, lo mejor del juego– como la que nos ocupa, pero esta linealidad, señores de Action Forms, no tiene por qué ser sinónimo de repetición. Se entiende que al desarrollarse el juego en un ambiente cerrado, sea de rigor desplazarse por escaleras, tuberías y pasarelas muy parecidas entre sí, pero la cadencia con la que se suceden las regresiones en el tiempo, interrupciones, peleas y puzzles de puertas hacen que la sensación de continuar jugando sabiendo qué es lo que te puedes encontrar se acentúe y le reste, irónicamente, frescura al juego.
El sistema de combate sencillamente cumple. Desde los primeros enfrentamientos cuerpo a cuerpo hasta aquellos en los que empleemos armas de fuego, no nos veremos sorprendidos ni por la cantidad de enemigos ni su variedad, pero más de uno y su inoportuno momento para entrar en escena nos traerán de cabeza proporcionando así la tensión justa cuando nos encontremos con ellos.
En definitiva, estamos ante un juego con un planteamiento sólido y una historia elaborada e interesante, lo suficientemente como para disfrutar del viaje, aunque en ocasiones el ritmo decaiga ligeramente y tengamos tentaciones de mirar el reloj. En nuestra mano está entender este planteamiento y disfrutar de lo que nos ofrece, o que los árboles no nos dejen ver el bosque. Uno helado y maldito, eso sí.
Requisitos mínimos:
CPU: AMD 3000+ o Intel equivalente
Memoria RAM: 1GB
Gráfica: AMD/ATI Radeon 9800 pro o nVidia 6800GT
Espacio en disco: Desconocido
Sonido: Compatible con DirectX 9
Sistema Operativo: Windows 2000
Requisitos recomendados:
CPU: AMD doble núcleo 5600+ o Intel CoreDuo 6400
Memoria RAM: 2 GB
Gráfica: AMD/ATI Radeon 2900 HD o nVidia 8880 GTS
Espacio en disco: Desconocido
Sonido: Compatible con DirectX 9 o 10
Sistema Operativo: Windows XP o Vista