Análisis de Cyber Shadow - Un impecable juego estilo retro 8 bits que es tan divertido como difícil
La Revancha Del Cyber Shinobi.
Nunca me había parado a pensar sobre el uso de la figura del ninja en el videojuego hasta estos días, pero cuando eché la vista atrás me di cuenta de que de los arbustos de la historia de este medio salen clanes de shinobi a patadas. Letales, solitarios y siempre agazapados entre las sombras, los ninja - ¿o es ninjas? - son un vehículo perfecto para contar historias de venganza y asesinato, pero también hay a su alrededor cierto halo de misticismo y artes oscuras que los señala, en no pocas ocasiones, como los elegidos para salvaguardar el destino del mundo junto a sus leales aceros. Ahora imaginad que un místico clan coge todos estos elementos y los une a la tecnología y la cibernética. ¿El resultado? Un destructor implacable que aúna técnicas arcanas, artes marciales y metal en su cuerpo.
Esa es, exactamente, la fórmula de Cyber Shadow, una suma de todos los elementos clásicos del género junto a unos cuantos giros para que la fórmula siga fresca y atractiva. De esto, por cierto, sabe mucho el sello que distribuye este título: Yacht Club Games. Estos simpáticos norteamericanos fueron los responsables del incontestable Shovel Knight, un título que capturaba a la perfección parte de la estética y jugabilidad de los 8 bits pero acrecentaba su valía con adiciones exquisitas a su jugabilidad o al apartado sonoro. En qué andaban pensando cuando Aarne Hunziker apareció con Cyber Shadow no lo sé, pero de lo que estoy seguro es de que reconocieron que encajaba con el espíritu de Yacht Club Games.
Porque Cyber Shadow es, simple y llanamente, una captura de la esencia del género de los ninja en la época de los 8 bits. Hay mucho, muchísimo más, dentro de este título pero su apartado artístico no deja lugar a dudas desde el primer vistazo; sprites que nos fuerzan a emplear la imaginación para rellenar las limitaciones de la técnica, el movimiento que transcurre en segundo plano para dar sensación de profundidad o una paleta de colores limitada de la cual se hace virtud y ambienta de forma opresiva sus escenarios son solo pequeñas pinceladas que recuerdan a una época tan clásica como vigente. Redondean la jugada unas cutscenes que, como no podía ser de otro modo, homenajean a los míticos duelos de Ninja Gaiden y que recompensan nuestro avance con pequeños retazos de historia. Sin embargo, si hay un apartado que destaca dentro de este canto a la época de la NES que es Cyber Shadow, ese es el musical. Un magnífico repertorio de melodías chiptune acompaña a las aventuras de Shadow, alternando temas calmados con otros más potentes que nos indicarán a la perfección la pauta a seguir en cada escenario. De los efectos sonoros poco hay que añadir más allá de que son una perfecta réplica del estilo de finales de los oche, así que no esperéis un despliegue a lo, pongamos, Dead Space cada vez que desenfundemos la katana. Habrá, eso sí, una buena colección de soniquetes que terminan de cohesionar un apartado técnico que aspira a replicar un espíritu y un tipo de juegos a la perfección.
Pero de nada serviría volcar todos los esfuerzos en mimetizar un estilo artístico si a la hora de coger el mando la jugabilidad descarrila. Afortunadamente, Cyber Shadow es un título que nos entrega una experiencia completa. Su arranque es críptico, con un Shadow que se despierta de su forzado letargo con un propósito claro pero con unas habilidades limitadas; sólo sabemos que tenemos que rescatar a nuestro sensei de unas máquinas inmisericordes que han aniquilado a los humanos de Mekacity. Este escueto contexto encuentra su cumplido reflejo en los recursos de los que Shadow podrá tirar para eliminar a sus mecánicos enemigos: desplazarnos de lado a lado, saltar y katanazo. Nada más y nada menos. Un comienzo juguetón y relajado en el que empezaremos a familiarizarnos con las dinámicas por las que Cyber Shadow se caracteriza: daño de contacto, enemigos con trayectorias esquivas y puñeteras, carreras, saltos, plataformeo y unos checkpoints que nos servirán para marcar nuestro avance a lo largo del nivel y gastar los recursos que dejen atrás los enemigos caídos. Además de reparar nuestra maltrecha maquinaria, algunos de esos puntos de control nos permitirán adquirir simpáticos gadgets ninja que nos salvarán de la quema en más de una y dos ocasiones. Escudos arrojadizos, rayos de energía flotantes o mejoras cibernéticas para la katana nos facilitarán la vida, sobre todo ante unos bosses que serán, a la vez, homenajes a múltiples franquicias inolvidables - como muchos otros enemigos, ya que estamos - y dispensadores de tortazos a base de rutinas que no se detendrán hasta que averigüemos su punto débil a base de paciencia y estudio.
La parte buena será que, cuando les hagamos probar nuestro filo templado, nos recompensarán con suculentas mejoras a nuestras habilidades. Shurikens mágicos, correr por las paredes o esprintar y soltar tajos a la velocidad del rayo complementarán nuestro entrenamiento ninja para que eliminemos de forma espectacular a nuestros enemigos y recorramos como un relámpago los escenarios de Mekacity gracias a un control fino y preciso. El aumento de nuestras capacidades llevará aparejado un incremento en la dificultad de los escenarios que nos traerá no pocos quebraderos de cabeza. Ese incremento - a veces proporcional y a veces desatado - hará que cada vez más enemigos no se desintegren de un solo katanazo, que tengamos que recorrer más distancia entre checkpoint y checkpoint o que vayamos apreciando una densidad mayor de pinchos-insta-kill por metro cuadrado. Solo una sabia combinación de destreza, nervios de acero y recolección de las mejoras dispersas por el mapeado - pudiendo incluso visitar niveles anteriores para hacer uso de las nuevas habilidades - nos permitirá superar el reto que es Cyber Shadow. Porque, sobre todo en esto, es fiel a su filosofía de replicar la experiencia "old school": su crescendo ascendente de dificultad puede llegar a desmontar al más pintado, con cambios de ritmo brutales, enemigos nuevos con mecánicas propias en cada nivel y, en suma, una exigencia de concentración máxima en tramos tan duros que no nos darán tregua ni en las fases de pretendido descanso, todo ello hasta llegar a un clímax por entregas en el que se homenajea a Ninja Gaiden y se suda tinta para hacer caligrafía en tu dojo mientras te dan con una estaca en la cabeza por novato.
Pero recorrer este duro camino también forma parte de su encanto. Un encanto que reconcilia las fórmulas de antaño con las actuales para demostrar que aquellas pueden seguir igual de vigentes. Por cada salto o enemigo colocado para atormentarnos hay una mecánica fresca que se ocupa de ese obstáculo. Si hay niveles extensos y llenos de robots asesinos también hay checkpoints a los que nos agarraremos como si nos fuera la vida en ello. Su jugabilidad es vibrante, exigente y se suma a un apartado artístico que capta a la perfección la era en la que se inspira. No es un título para todo el mundo - pero cuál lo es - porque su áspera dificultad es más que capaz de enervar a una amplia gama de jugadores, pero lo impecable de su fórmula y sus llamadas constantes a clásicos de los 8 bits lo convierten en una apuesta infalible para quienes quieran reverdecer viejos laureles sin perder una óptica algo más moderna. Pero sólo un poco, porque al igual que Cyber Shadow, los ninjas varían muy poco en lo exterior. En su interior, la esencia del camino del Shinobi se mantiene inmutable. Solitario, silencioso, letal. Ninja.