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Del DNI al videojuego: único, personal e intransferible.

La polemica de las medidas antipirateria.

Hace años, al comienzo de los tiempos, todo comenzó con las ediciones especiales coleccionista. Después, no mucho más tarde y siguiendo la larga estela de dólares que estas dejaron, llegaron los DLC's.

Guerras, ahora lejanas, que trajeron gritos en forma de trolleo y pancartas encarnadas en posts del foro de tu barrio, levantando ampollas y dando al público párrafos de ira y opiniones discordantes.

Estos métodos de marketing moderno que las distribuidoras nos imponen. Y, en caso de no pasar por el aro, hacen uso de la tijera para mutilar tu copia del juego; robándote un pedacito de la tarta cuando tu has pagado por cada capa de bizcocho y por cada uno de los pollitos amarillos del pastel.

Y hoy, cojan sus armas, porque estamos en guerra. Ha llegado el clímax del Online Pass.

Admitámoslo: a nadie le hacia gracia que le cogieran un trozo del bocadillo en el recreo, y del mismo modo a nadie le gusta el Pase Online. La nueva medida para controlar la venta de juegos originales ya no pasa por ponérselo difícil a los que copian CD's, encareciendo la materia prima con la que "trabajan". Ya no basta con prohibir el multijugador online si no usas juegos originales.

Ahora comprar juegos originales ya no es suficiente, ahora debes comprarlos nuevos y recién salidos del horno, que aún hay zumo en la naranja y hay que estrujar antes de que se le vayan las vitaminas a los usuarios.

Ahora comprar juegos originales ya no es suficiente, ahora debes comprarlos nuevos y recién salidos del horno, que aún hay zumo en la naranja y hay que estrujar antes de que se le vayan las vitaminas a los usuarios.

Esta medida que, según las compañías, esta tomada para limitar el uso de "la nueva piratería" -la venta de segunda mano- ha pasado a ser más un palo que una zanahoria. Y sorprendentemente, y me gustaría achacarlo a que, por desgracia, andamos acostumbrados al palo, nadie ha levantado las armas contra este abuso de poder frente a los usuarios. Dicha medida consiste en aplicar un código, un pase, que deberemos introducir online en nuestro PC o consola para tener determinado contenido. En esta medida tan "revolucionaria", o desesperada más bien, hay 2 corrientes de movimiento:

El Premio: Esta vertiente consiste en premiar al comprador de la novedad, el que va a la tienda a buscar su disco calentito y listo para comerse los primeros bugs de la versión de lanzamiento. El ejemplo más claro lo tenemos en Batman Arkham City, el cual te premiaba con un código para descargar una parte adicional del juego en el que se manejaba a Catwoman, y por consiguiente a su redondeado culo. Otro caso es el de Majin The Forsaken Kingdom que incluía un código que nos permitía descargar un modo de juego consistente en pruebecitas sin argumento ninguno, es decir: extras puros y duros. Contenido que no afecta al disfrute del producto por el que has pagado.

El castigo: La otra cara de la moneda, el uso de la guillotina. Mutilar el título para que el jugador, en caso de no haber comprado la copia de primera mano, no pueda acceder a parte del contenido. Es aquí donde se explaya la creatividad del invento, puesto que hacen uso del mismo a muy diferentes grados:

  • Prohibir que descargues futuros DLC´s para el título bajo el disfraz de la Red Cerberus en Mass Effect 2.

  • Capar el juego Multijugador, Assassins Creed, Uncharted 3 y un largo étcetera. Sin duda la medida más usada.

  • No poder jugar al juego, directamente. Esto ocurre en el caso de juegos de PC, donde el código nos sirve para descargar el juego, o parte de él de modo que el DVD es un mero trozo de plástico que da vía al juego en si.

Y es que, el problema no sólo viene por un código que nos limita partes del título. El problema real viene dado cuando nos hacemos preguntas... ¿A quién se permite hacer uso de ese código? ¿A un usuario único? ¿A una consola o terminal? ¿A un perfil de jugador online?

La polémica llega cuando tú, fan incondicional, sueltas tus 69,90€ en el mejor de los casos, y tras la leve punzada en el corazón, te diriges a casa dispuesto a jugar. Y de repente, aparece ante tus ojos un menú que dice:

- "Introduzca su Online Pass"

- Maldito hijo de puta: quiero jugar, quiero jugar quiero jugar! piensas tú.

Haciendo acopio de paciencia, introduces el código y te dispones a disfrutar del juego que llevas esperando durante un tiempo. Problema: cuando llega una 2ª persona que quiere probar el juego con su perfil de jugador y no puede contar con las ventajas de que su pareja, hermano o compañero de piso haya hecho el esfuerzo de desenbolsar tal cantidad de dinero.

Y es que estamos llegando al punto de que cada juego va unido a una cuenta de jugador online, y en breve a una muestra de sangre adjunta. Únicamente se permite disfrutar del trozo entero de pastel, con su chocolate y sus pollitos amarillos, a una persona, aunque hayas pronunciado tus votos ante el cura de turno. En las penas y en las alegrías, sí, pero en el videojuego nada de nada. ¿Triste? Mucho. ¿Ruido o Protestas? Ninguna o casi ninguna. Señores y señoritas, ahora se hace notable que unos tienen las balas y otros bailan al son de los tiros y las carcajadas.

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